jueves, 25 de febrero de 2010

LA POSTA: Juan José Sánchez Gálvez /Feb 25

laposta_1@hotmail.com
(Publicado en el Diario Olmeca)

* ALCALDES DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE

PRESIDENTES ADULTERADOS.- Los presidentes municipales de hoy tienen mucho que aprender de aquellos buenos hombres con carácter que hace 50 años gobernaron los municipios de Tabasco y lo hicieron en condiciones precarias, en ocasiones poniendo de su propio dinero para pagar policías, barrenderos y oficinistas. El secreto de estos buenos gobernantes era una austeridad real, no simulada. Los sueldos de los alcaldes eran tan bajos que los ciudadanos rechazaban gobernar su municipio, por eso llegaban únicamente los que tenían un verdadero espíritu de servicio. En mi natal Macuspana, me cuentan de alcaldes y regidores que le daban gracias a Dios terminar su mandato sin perder su escasa fortuna personal. Los ciudadanos participaban en las decisiones, aportaban dinero para las obras públicas, colocaban la bandera nacional en la puerta de su hogar cada 15 de septiembre, pintaban su casa cada año, barrían su fachada y la mantenían limpia, pagaban la pavimentación, la construcción de banquetas y el alumbrado público. Como dijo Tilo Ledesma, no volverán, aquellos tiempos que ya se fueron, no volverán. Pordiositosanto.

BUROCRATICEN, PERO EL TRAGO.- Todo esto se perdió en los ayuntamientos tabasqueños cuando a merced de la explotación del petróleo los alcaldes empezaron a recibir mas dinero para gastar, entonces llegaron los políticos de carrera, los burócratas depredadores del presupuesto y empezó el saqueo institucional y con el estandarte de la democracia anularon la participación ciudadana. Desaparecieron las juntas de mejoras materiales que dieron excelentes resultados. La mafia burocrática se plantó en el poder. Hoy los alcaldes no saben trabajar sin derroche, la austeridad es una palabra hueca que solo se aplica a los ciudadanos. Hoy se matan por los puestos públicos, los cargos de regidor y de consejero electoral, antes honoríficos, actualmente son verdaderas minas de oro. La democracia burocratizada ataja la participación de los ciudadanos y el pueblo está más pobre que nunca.

EL JUEGO DE LA BOTELLA.- Nunca creí que el deporte sería una cura para muchos males, sobre todo sociales. Cuando Alberto Cárdenas, entonces candidato a presidente municipal de Ciudad Guzmán, Jalisco, expuso su programa de deportes para rescatar a los jóvenes de la delincuencia y promover la unidad familiar, sonreí. Nunca pensé que una actividad deportiva fuera solución para estos males, además las instalaciones deportivas estaban abandonadas y no había costumbre de visitarlas en familia. En un año, cambié de opinión, empecé a ver claro, las instalaciones deportivas con baños limpios, papel higiénico y jabón donde se cobraba un peso para mantenimiento, me invitaron a acudir con mi familia a pasar un buen domingo. Esto que es tan sencillo y barato no lo han podido hacer la maestra Melchi Franco ni los que la antecedieron en el Instituto del Deporte, tampoco el ayuntamiento de Centro y menos los maestros de educación física de las escuelas públicas. Hay dinero, pero no se sabe aplicar, se malgasta en tonterías.

LA CAMINERA.- El deporte es una actividad que se debe impulsar para hacer bajar de peso a la población tabasqueña, la más obesa del mundo. No basta con caminatas ni marchas en bicicletas, ni con prohibir la venta de dulces y alimentos chatarra en las escuelas. Un pueblo con tan baja calidad educativa como el de Tabasco, no puede asimilar recomendaciones extravagantes. Hay que cambiar de estrategia: Sea por Dios.

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