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(Publicado en el Diario El Heraldo de Tabasco)
"Soyenco vecino"
México siempre ha sido vulnerado por su vigoroso vecino Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) y nuestro enclenque gobierno federal jamás ha defendido a su nación de ataques arteros como el más reciente asesinato del adolescente Sergio Adrián Hernández Huereca, a manos de un agente de la Border Patrol, en un puente binacional que une El Paso, Texas, y Ciudad Juárez, México.
Muchos saben (y quienes no lo intuyen) que en la frontera de México y EE.UU mueren diariamente muchas personas por diferentes causas. Algunos perecen de hambre y sed en el desierto, otros a manos de "polleros" que no reciben las cuotas correspondientes de los ilegales para trasladarlos al "otro lado", y, seguidamente, por disparos de la patrulla fronteriza estadounidense en su intento de lograr el sueño americano.
En el caso específico de Sergio Adrián se aprecia claramente la mala intención del policía gringo por liquidarlo. ¿Cómo puede imaginarse alguien que una piedra lanzada por un niño se pueda comparar con la efectividad letal de un arma de fuego?
Peor aún es la versión de T.J. Bonner, presidente del Sindicato de los Agentes de la Border Patrol, quien justifica a sus elementos y dice que este incidente "es un choque de fuerza letal que justifica el uso de fuerza letal".
Lo cierto es que la mayoría de los yanquis no pueden ver a los mexicanos y por ello califican a todos los latinos como habitantes de nuestro país. Además no pierden la oportunidad para matarlos como el caso que ahora nos ocupa.
La versión de algunos testigos es que el muchacho jugaba con otros niños a que intentaban cruzar el río Bravo y luego se alejaban de la orilla; los policías estadounidenses tomaron esa acción como una provocación y los persiguieron hasta el lado mexicano ¿Quiénes cruzaron la frontera y violaron las leyes?
También justifican que fueron agredidos con piedras. ¿Usted cree que para someter a un niño de 14 años, armado con "piedras de destrucción masiva", era necesario dispararle a quemarropa y directo a la cabeza?
No. Por supuesto que no. Hubiera bastado con un golpe de un agente preparado físicamente para tal efecto, o en el peor de los casos un disparo al aire, al brazo o a las piernas, pero nunca a la frente del muchacho. A leguas se nota el odio de los estadounidenses hacia nuestros compatriotas.
Si usted tiene dudas de que no somos aceptados por los vecinos del norte de nuestra república, cheque lo que dice la Ley Arizona. Aquella mediante la cual un mexicano puede ser detenido nada más porque a alguien se le ocurra que parece indocumentado.
La ley SB1070, promulgada por la gobernadora Jan Brewer, obliga a los agentes policiales locales a detener a cualquier persona para verificar sus documentos de identidad, en caso de que tengan una "sospecha razonable" de que pueda ser un indocumentado.
Ni siquiera les interesa violar sus propias normas, pues con esa nueva legislación transgreden la cuarta enmienda de la Constitución de EE.UU. que prohíbe los registros y las detenciones arbitrarias. Dicho de otra manera, sin tener una causa probable o una orden judicial antes de detener a una persona.
Pero muchos de nuestros coterráneos no entienden que emigrar a Estados Unidos de Norteamérica es buscarse mayores problemas de los que ya tienen en nuestro país.
Allá los mexicanos realizan el trabajo que aquellos no quieren realizar. Ciertamente ganan en dólares pero menos de lo que cobran los estadounidenses y siempre corren el riesgo de ser detenidos y acusados de cualquier delito.
Me he preguntado por qué muchos no quieren hacer en México la labor de meseros, jardineros, niñeras, taxistas, camioneros, mecánicos, sirvientas, albañiles, levanta cosechas o jornaleros y allá sí. ¿No se dan cuenta que con todo lo que producen en EE.UU. nuestro querido México estaría en mejores condiciones financieras?
Si los mexicanos abandonaran esas actividades en aquel país los precios de las frutas y los vegetales se dispararían, la industria de la construcción se paralizaría, el transporte elevaría sus tarifas; habría una verdadera crisis social y económica y entonces las condiciones serían distintas.
Desafortunadamente nada podemos hacer. Imagínese, amado lector, que mientras un niño fue asesinado el lunes pasado en la frontera por agentes de la Border Patrol y sus padres lloran y claman justicia, mientras policías americanos cruzaron ilegalmente la frontera para ejecutar a un infante, nuestro Presidente Felipe Calderón se deleita cómodamente en las butacas del Soccer City Stadium, contemplando los partidos futboleros del mundial 2010.
sasso89@hotmail.com
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