(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)
El cuento del Rey Ney
Erase una vez que, en un lejano Estado del occidente --llamémosle Nayarit--, gobernaba uno de los 32 reyezuelos de la maltrecha República --el dictadorzuelo, en esta historia-ficción, se llamaba Ney--. Llegado el momento en el que el Rey Ney tenía que irse y la Familia Real debía, por tanto, elegir a su sucesor al trono, ocurrió que el pequeño señor feudal del pequeño territorio quiso operar el proceso mediante reglas no escritas que habían dejado de existir. El todopoderoso Ney no había sabido prever que los tiempos estaban cambiando… Lo que sucede es que, cuando Ney se sentó por primera vez en el trono estatal, el Rey Federal era más bien un Rey de mentiritas. No sólo porque pertenecía a otro linaje y, por tanto, a otra Casa Real, sino porque además era completamente impotente para obligar a los 32 reyezuelos a acatar sus designios. Ney bien lo sabía, y también sabía perfectamente cómo funcionaban las cosas por aquellos lares; a él lo había hecho llegar al trono el Rey Echevarría, y nadie más. A partir de esa lección, el Rey Ney --que no era tan tonto como parecía-- había llegado a dos conclusiones: si su antecesor lo había puesto a él, ¿por qué él no podría poner a quien quisiera? Por otro lado, ¿qué caso debía hacerle a un supuesto Rey que vivía a miles de kilómetros de distancia, y al que ninguno --o casi ninguno-- de los otros 31 reyezuelos respetaba? Desgraciadamente para el Rey Ney, su familia, la Familia Real de los Tres Colores, se había transformado sin que él se diera cuenta. En lugar de la permisiva y blanda Betty --La Tlaxcalteca--, que a todos los reyezuelos de su familia los dejaba hacer lo que les diera la gana, había llegado el inflexible y duro norteño Moreira. Y Moreira sí había entendido perfectamente a qué llegaba: a liderar a la Familia Real, para que después de 12 años, el heredero al trono pudiera volver a gobernar en todo el Reino (perdón, República). Pa'no hacerle el cuento largo, uno de aquellos días se sentaron el Rey Ney con Moreira y con el heredero al trono --de nombre Enrique--, para discutir sobre el futuro del feudo llamado Nayarit. Resulta que, apenas sentándose el pobre Ney a la mesa, escucha ordenar a Moreira: "Tu sucesor será Sandoval, porque es el único que garantiza el triunfo". ¡Vaya berrinche el que hizo el Rey Ney! "¡Cómo es posible que vaya Sandoval, si es mi enemigo declarado!", gritó furioso. Impasible Moreira, y contando con la aprobación del Príncipe Enrique, sentenció algo así como: "A mí me da igual. El candidato es Sandoval". Ese día, el Rey Ney se dio cuenta de que no era ni lejanamente tan poderoso como creía…
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