martes, 26 de julio de 2011

Doble Filo: Homero T. Calderón / Columna / Jul 26

(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

El valor agregado de las artesanías

Aveces el cuerpo necesita descanso. Durante toda mi vida, he llegado a multitud de lugares a "echar la güeva"; a darle oxigenación al cerebro. Esta es necesaria o el cuerpo truena. Los médicos de hoy le llaman "stress". Los de antes le llamaban enfermedad del alma. Nada hay como viajar y descansar para luego trabajar como poseídos. Usted va a cualquier destino turístico mexicano y siempre encontrará atractivos: Playas, lagos, montañas, ríos, naturaleza. Y dentro de esas ofertas habrían otra que bien vale explotar en Tabasco para que el viandante de otras latitudes se quede a disfrutar la vida con nosotros. Porque --déjeme decirle-- nadie quiere venir a Tabasco y mucho menos quedarse más de veinticuatro horas en el estado. Es cierto, hay algunos servicios que --lamentablemente-- el turista de fuera ya disfruta en su pueblo o ciudad de origen. Entonces, invitarlo a "Vip's", o a Samborn's, o al "Tok's" es como invitarlo a comer comida de plástico. Nada hay como invitar al turista a disfrutar comida de autor, aunque ésta sea humilde. El comal y el maíz tienen magia y nuestras mujeres igual. Pero se necesita ese necesario valor agregado que podemos dar y no damos ¡porque no lo tenemos! Se necesita que así como en Guadalajara, Tepoztlán, Oaxaca, la Huasteca o Saltillo hay mercados de artesanías, aquí también los haya. Es que nosotros sólo somos revendedores de artesanías compradas en Puebla o Jalisco. Y la única que tenemos --las jícaras de Jalpa de Méndez-- la hemos sobrexplotado tanto que ya pasa desapercibida. Debemos los tabasqueños producir artesanías. Déjeme contarle algo: el domingo pasado regresé de nuevo a Tapijulapa, el último pueblo mágico que la Secretaría de Turismo del estado echó a andar. La idea de su servidor era sugerirle al presidente de Tacotalpa, Ulises Solís García y Gina Méndez, su mujer, algunas ideas para que ese pueblo pueda contar con valores agregados de mayor peso. Me sorprendió sin embargo lo que Solís García me dijo. Su idea es echar a andar un ambicioso proyecto de ¡una escuela de artesanías! ¡Recáspita! ¿Y cómo? Con voluntad. Sé que tres años de gobierno no son precisamente los ideales para construir mucho, pero --me cae-- la idea es buenísima. Esta escuela, según el plan de Solís García, tendría cuatro divisiones: una escuela de cerámica, otra de tallado en madera y hueso y las otras de joyería y muebles. Esta última aprovechando la impresionante calidad de los ebanistas y muebleros tapijulapenses que diseñan y construyen mobiliario de muy alta calidad. Yo creo que en estos seis meses que faltan para terminar el año, bien puede proyectarse --y sentar las bases-- de éste que puede ser un sugerente y rentable proyecto. ¿Se imagina usted a los ceramistas, carpinteros, orfebres y talladores, lo mucho que aportarían a Tapijulapa como pueblo mágico y después, a todo el estado?...

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