lunes, 25 de julio de 2011

Opinión: Francisco Peralta Burelo / Jul 25

(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

¿Regresará o no?

El día de hoy se cumplen dos semanas de que el PRI estatal fuera cimbrado por Humberto Mayans Canabal --quien ya parecía proyectado a la candidatura gubernamental-- por la denuncia que éste hiciera ante la opinión pública de "encono y enfrentamiento", y de "intereses mezquinos decisorios" detrás de la nominación de su candidato a gobernador. Dos semanas han transcurrido ya. La primera semana todavía de reacciones --a favor y en contra-- sobre la postura a sumida por Mayans Canabal, con imputaciones directas a la dirigencia estatal de tricolor --que ni daba "reglas" ni asumía "con responsabilidad" su papel--, con descalificaciones a la integración del Consejo Político, con críticas mutuas entre corrientes diversas, con llamados a la unidad por parte del gobernador Granier. La segunda semana con enfriamiento del tema, con serenamiento de ánimos priístas, con acercamientos entre partes involucradas y afectadas (y hasta con desayunos públicos de unidad), con el dirigente estatal entrando en contacto con militancias y dirigencias municipales. Con una actitud tricolor de "aquí no ha pasado nada y las cosas están en normalidad". Así, dicho a grandes trazos, han transcurrido las cosas dentro del Revolucionario Institucional durante estas dos semanas que median entre el día de hoy y el retiro de la contienda interna de Mayans Canabal, signado éste por la actitud molesta de quien se manifestaba inconforme porque el Consejo Político Estatal no parecía dispuesto a establecer la candidatura de unidad como método para la designación de su candidato a gobernador de Tabasco y que condicionaba su regreso a la contienda a la aprobación de este procedimiento. Todo esto puso a la vista de los tabasqueños la situación que prevalecía al interior del priísmo local, con indudables problemas internos --Mayans hablaría de encono y enfrentamiento--, con falta de entendimientos y de acuerdos entre aspirantes a la nominación gubernamental y grupos políticos interesados en el tema, sin conducción interna, sin reglas, sin tiempos, sin nadie que pusiera orden que fuera capaz de sentarlos en la mesa y hacerlos entrar en razón, sin unidad. Presentó un escenario peor del que se suponía en un partido dónde la disciplina y el reparto de posiciones ponen fin rápidamente a cualquier disputa o diferendo. Lo que se vio entonces fue un PRI dividido, conflictuado, confrontado, en dónde sus protagonistas no se ponían de acuerdo y nadie cedía, en el que todos irían hasta el final sin declinar sus aspiraciones a favor de ninguno de los otros. En el que los demás no solamente no se sumaban a Mayans --aún tenido por el candidato del gobernador-- sino que competían con él, no dejándole abierto el camino hacia la candidatura. Hoy, a dos semanas de aquel acontecimiento lo que empieza a prevalecer es la incertidumbre y la confusión, en el priísmo. ¿Mayans regresa o ya no regresa?

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