viernes, 3 de julio de 2015

TIEMPO DE POLÍTICA / Salvador Fernández / Jacobo, “no empujen”, pero tampoco jale, maestro / Columna / Vier Julio 03

Tiempo de Política

Salvador Fernández
Publicado en el Diario de Tabasco

Jacobo, “no empujen”, pero tampoco jale, maestro

El historiador, escritor y periodista polaco fallecido en la década pasada Ryszard Kapuscinski aseveró “que para ser periodista hay que ser buena persona ante todo”.

La afirmación es retomada siempre por los idealistas de la “noble” tarea del periodismo que le atribuyen todo el tiempo a quienes lo practican virtudes casi exclusivas de “referencia moral”, compromiso social”, “código de ética”, etc, como si todo este decálogo no fuera exigible también a profesionistas como el abogado, el médico, el maestro, el funcionario, el político, el líder social, el policía e innumerables más que tienen que ver con la vida pública de los ciudadanos.

Si bajamos de la galaxia ideal al mundo terrenal el oficio del periodismo, debemos ubicarlo como una actividad como todas, practicada por seres humanos con virtudes y defectos que serán un reflejo de las personas, buenas o malas, que lo ejerzan.

El ejercicio ideal, romántico, del periodismo tiene el más grande obstáculo en su relación con el monstruo del poder con muchas cabezas: político, económico, religioso y ahora de los malosos organizados y desorganizados.

En la medida que se escala posiciones en la pirámide de la toma de decisiones periodísticas, inevitablemente se hace más cercana y fuerte la relación con esos poderes reales.

¿Qué hacer para convivir con esas fuerzas? Escuchemos dos opciones: Jacobo Zabludovsky -coincidentemente también con raíces polacas- decía que “prefería perder una nota y no un amigo”. En contra parte, el criollo de Tlalpan Renato Leduc recriminaba que “censurar una noticia equivalía a quitarle una tecla a la máquina de escribir del periodista”. De tal suerte se interpretaba –hay quienes se dicen periodistas, pero hay que explicarles con manzanas las frases- a fuerza de eliminar las teclas, ya no había con qué escribir las noticias, es decir, se perdía toda credibilidad periodística.

Si partimos de la frase emblemática del filósofo español José Ortega y Gasset “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”, debemos ubicar al periodista Zabludovsky ejerciendo su profesión en el clímax del autoritarismo priista, cuando “nada, ni la hoja de un árbol, se movía sin la voluntad del señor presidente”. Por supuesto, menos lo que se decía y escribía sobre los sucesivos sexenios de la “dictadura perfecta”.

Por razones generacionales y testimoniales de su ejercicio periodístico, la mayoría sus detractores pertenecen a sus primeras cuatro décadas de trabajo. “Ministro de información sin cartera”, lo descalificábamos los estudiantes de periodismo de la UNAM a mediados de los 70s. Los escuchas de Radio Centro y lectores de El universal, tienen una visión distinta del Zabludosky periodista de los últimos 15 años.

Que los estudiosos de la relación del periodismo y el poder argumenten sus tesis sobre qué tan cuestionable fue su primer época y qué tan aplaudible la última etapa de su vida profesional, cuando ya las circunstancias fueron muy diferentes, al grado de que cualquier tinterillo de ahora puede criticar a la intocable divina trinidad de aquella época: al presidente de la república, al Ejército y a la Virgen de Guadalupe, en ese estricto orden me leyeron la cartilla en mi primer trabajo como reportero, al iniciar la década de los 80s.

TIEMPO FUERA.-

Generalmente quienes más apelan al idealismo periodístico, son sus más desleales, oportunistas e improvisados practicantes.

TIEMPO DE PARTIDA.-

“Si te retiras, empiezas a morir. Todos vamos rumbo

al panteón, pero no empujen”

Jacobo Zabludovsky Kraveski

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