lunes, 20 de diciembre de 2010

Transparencia Política: Erwin Macario Rodríguez / Columna / Dic 20

(Publicado en el Diario Rumbo Nuevo)

La misa de Chavo Neme

¿Por qué lloráis, cuando aún no
habéis visto más que la desgarrada
vestidura de César? ¡Mirad aquí!
¡Aquí está él mismo, desfigurado
Como veis, por los traidores. William
Shakespeare / Julio César

erwinmacario@hotmail.com

En realidad, ésta no fue la misa de Salvador Neme. Fue un acto litúrgico por Benito Neme. Sobraban los amigos de Chavo Neme. No cabían en el templo. Todos querían darse golpe de pechos. Tal vez pedir perdón. Muchos, no católicos, comulgaron sin confesarse.

A quince años de su muerte —triste resultado de la traición cuatro años atrás— Salvador Neme Castillo es tótem de la política. Drama que me recuerda y hace releer a Shakespeare y su “Julio César”, y el discurso de Marco Antonio, llevado a la pantalla por Marlon Brando.

Los Brutos de Tabasco, como en la obra shakesperiana, dirán que se alzaron contra Chavo Neme no porque lo amaran menos sino porque amaban más a Tabasco. Lo mismo dirán los Casios y los Cascas chocos de entonces. Los que tramaron la traición y hoy osan confundirse con sus deudos.

Vale la pena restregarles el discurso del dolido Marco Antonio ante el féretro de Julio César: Si tenéis lágrimas, disponeos ahora a verterlas.¡Todos conocéis este manto! Recuerdo cuando César lo estrenó .Era una tarde de estío, en su tienda, el día que venció a los nervos. ¡Mirad: por aquí penetró el puñal de Casio! ¡Ved que brecha abrió el envidioso Casca! ¡Por esta otra le hirió su muy amado Bruto! ¡Y al retirar su maldecido acero, observad como la sangre de César parece haberse lanzado en pos de él, como para asegurarse de si era o no Bruto el que tan inhumanamente abría la puerta! ¡Porque Bruto, como sabéis, era el ángel de César! ¡Juzgad, oh dioses, con que ternura le amaba César! ¡Ese fue el golpe más cruel de todos pues cuando el noble César vio que él también le hería, la ingratitud, más potente que los brazos de los traidores, le anonadó completamente! ¡Entonces estalló su poderoso corazón, y, cubriéndose el rostro con el manto, el gran César cayó a los pies de la estatua de Pompeyo que se inundó chorreando sangre!...

A veinte años de la traición a Chavo Neme muchos parecen olvidarla. Algunos, cuando todavía quizás no se retiraban totalmente sus pertenencias materiales de la Quinta Grijalva, le hirieron con la daga de la ingratitud. Escudriñad las hemerotecas.

Por eso me refugio en el recuerdo y el cariño a ese tabasqueño gobernante, que no es mercancía que se exhiba en un templo, en una misa, sino en el permanente homenaje a su memoria.

Y también en el drama y el discurso funerario: ¡Oh que caída, compatriotas! ¿en aquel momento, yo y vosotros, y todos, caímos, y la traición sangrienta triunfó sobre nosotros! ¡Oh, ahora lloráis, y percibo sentir en vosotros la impresión de la piedad! ¡Esas lágrimas son generosas! ¡Almas compasivas!

¿Por qué lloráis, cuando aún no habéis visto más que la desgarrada vestidura de César? ¡Mirad aquí! ¡Aquí está él mismo, desfigurado, como veis, por los traidores!

Un acto en recuerdo de la memoria de Chavo Neme debe hacernos reflexionar si el cambio de Tabasco, a su caída como gobernador, fue para bien. Si no desde entonces se vivió una etapa de enfrentamientos, odios, rencores que apenas parecen ir menguando.

Aunque aquí no hay un Bruto que, como el asesino de Julio César, mantenga el puñal para que Tabasco lo castigue como él pensó lo hizo con el emperador romano: Su gloria no se mengua, en cuanto la merecía, ni se exageran sus ofensas, por las cuales ha sufrido la muerte. Aquí llega su cuerpo, que, doliente, conduce Marco Antonio, quien, aunque no tomó parte en su muerte, percibirá los beneficios de ella, o sea, un puesto en la República. ¿Quién de vosotros no obtendrá otro tanto? Con esto me despido; que igual que he muerto a mi mejor amigo por la salvación de Roma, tengo el mismo puñal para mi mismo cuando plazca a mi patria necesitar mi muerte.

Pero bien puede concluirse este texto como lo dijo Marco Antonio: Yo no soy orador como Bruto, sino, como todos sabéis, un hombre franco y sencillo, que amaba a su amigo, y esto lo saben bien los que públicamente me dieron licencia para hablar de él. ¡Porque no tengo ni talento, ni elocuencia, ni mérito,
ni estilo, ni ademanes, ni el poder de la oratoria, que enardece la sangre de los hombres! Hablo llanamente y no os digo sino lo que todos conocéis. ¡Os muestro las heridas del bondadoso César, pobres, pobres bocas mudas, y les pido que ellas hablen por mí!

LADO CLARO

Chavo Neme no debe ser otro cadáver, como el de Carlos A. Madrazo, para los fines políticos de nadie.

*Periodista. Premios: Radio Chapultepec, Club Primera Plana (35 y 40 años), Premio México de Periodismo, el Premio Estatal 1991 y el Rumbo Nuevo 2010. Ha publicado Periodismo y utopía, Vocabulario tabasqueño (en colectivo) y el prólogo de La última ruta de Cuauhtémoc, de Humberto Muñoz Ortiz www.erwinmacario.blogspot.com

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