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Chavo Suárez, el recto (I de dos Partes)
Si por desgracia, por circunstancias de
la vida, un hombre honrado como tú se
hubiese creado algún enemigo, éste se
hubiera convertido automáticamente en
enemigo mío —el Don apuntó con el dedo
a Bonasera— y, créeme, te hubiese temido.
Mario Puzo / El Padrino
Un buen final de año. He sido avergonzado por la honradez. Pero es bueno para Tabasco. El recto Chavo Suárez puede, bíblicamente, comprobar que es honrado, honesto. Exclamar, como en el Génesis, “todo lo que no sea manchado o rayado entre las cabras, ni negro entre los corderos, será considerado como un robo de mi parte”.
Si bien su abolengo y riqueza material por herencia le impedirán decir, con Tobías: ”Es mejor tener poco con honradez que mucho con injusticia. Es mejor dar al pobre que amontonar tesoros”.
Parte integrante de un gobierno que fue acusado de corrupción de sus funcionarios y de amiguismo y protección a estos, el de Chavo Neme —argumento que sirvió para la traición—, Chavo Suárez es de los pocos que ha sobrevivido al anatema, envuelto en nubes de honestidad, honradez, rectitud.
Así llegó y se ha mantenido, pese a sus innumerables renuncias presentadas al gobernador Andrés Granier, en el cargo de director de la Policía Estatal de Caminos. Bien dice Proverbios 11:5 “La honradez les abre un camino recto a los hombres íntegros; los malvados se pierden en el de su maldad”.
Estos días de reflexión, el funcionario brilla en la defensa de la honestidad. Guay de aquellos que se atrevan siquiera a macular con el pensamiento, o con una solicitud, su honradez. Él, como se lee en Amós 3:10 sabe actuar con esta virtud. No amontona “la rapiña y el fruto de sus asaltos en sus palacios”.
Quienes han compartido su mesa pueden estar orgullosos y con el salmista expresar “No me he sentado con hombres de falsedad; ni entro con los que esconden lo que son”. En sus manos, agregar, hay conducta relajada y su diestra no está llena de soborno.
Pero uno puede equivocarse. Pensar que no existe tal rectitud. Que no se puede hablar del recto de Chavo Suárez.
Tal vez la corrupción de la Policía Estatal de Caminos no le salpica. O quizás es falso todo eso del negocio de las mordidas de los agentes de Tránsito, de las cuotas que tienen que cubrir, de la complicidad con Grúas Pérez, de que le han metido una cuña en Base IV.
Puede ser.
Ya en la época de Chavo Neme este columnista abogó por el propietario de un camión de transporte de material que había entrado del periférico hacia la colonia El Bosque, por donde hoy está colegio Arjí. Prepotente —así lo sentí—, el también entonces director de Tránsito, se negó a rebajar la multa impuesta a mi amigo de Oluta, Veracruz, Juan Salcedo.
La verdad, creí producto de aquellos tiempos. Tal rectitud me pareció excesiva. Me olvidé.
Ahora pequé de iluso al acompañar a una persona con problemas y abogar por algo que ¡es imposible que pueda resolverse sino hasta que se venza el plazo de la ley!
Me olvidé que con Chavo Suárez es tarea inútil hasta obtener una licencia de automovilista si no se pasa el curso de varios días, como se lo hice saber a una de mis hijas, cuyo trabajo le impedía acudir.
Por eso me sentí avergonzado con la negativa. Y está bien. Chavo Suárez no está solo en esa lucha por la honestidad en Tránsito. La “Yegüita” Falcón es el Salomón que cuida el decálogo de la rectitud de Chavo. Y la prensa, por mi parte es compromiso, debe ayudarle a que nada se haga fuera de la bacinica, digo de la ley.
Mi paisano Chavo Suárez en honra y prez de este gobierno. Se puede decir por ahora que, como leo en Proverbios, “El sinuoso es cosa detestable a Jehová, pero Él tiene intimidad con los rectos”.
Es bueno que el recto actúe así. Ninguno de quienes cultivan su amistad en la mesa generosa de Chavo Suárez pretenderá mañana cambiar la historia, como sucedía en la novela política de George Orwell, 1984,(El último hombre en Europa), donde unos funcionarios, ministros de la verdad, mutaban y ocultaban la verdad con la tijera, a conveniencia de sus superiores.
Un recto solo exige rectitud.
LADO CLARO
El Ministerio de la Verdad, en la novela 1984, de Orwell, manipulaba y destruía documentos históricos para escribir una nueva versión, oficial, de la historia.
Juan Salcedo, el transportista cuyo camión fue detenido en la época de Chavo Neme, pagó su multa. Mi hija ya tiene licencia de manejo. Y no porque Chavo Suárez sea corrupto. Esa es otra historia. Servido “Yegüita”
*Periodista. Premios: Radio Chapultepec, Club Primera Plana (35 y 40 años), Premio México de Periodismo, el Premio Estatal 1991 y el Rumbo Nuevo 2010. Ha publicado Periodismo y utopía, Vocabulario tabasqueño (en colectivo) y el prólogo de La última ruta de Cuauhtémoc, de Humberto Muñoz Ortiz www.erwinmacario.blogspot.com
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