(Publicado en el Diario El Heraldo de Tabasco)
Juan_ochoa45@hotmail.com
El pecado de la incongruencia
Adán López Hernández es un claro ejemplo de cómo para escalar en política a veces basta, fundamentalmente, con tener suerte y la frialdad para sacarle provecho a las oportunidades que da la vida, aunque no se tenga congruencia y respeto a sí mismo.
Nacido el 24 de septiembre de 1963 en el seno de una familia acomodada, Adán tuvo la posibilidad de cursar estudios de derecho y hacer postgrado en ciencia política en la Universidad de París.
A su regreso a Tabasco, a diferencia de otros jóvenes que hoy deambulan por oficinas públicas y privadas en busca de un empleo, se le allanó el camino para estrenarse como presidente de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje.
Pronto, Enrique Priego, bajo el régimen de Manuel Gurría, le da cabida como subsecretario de Gobierno, cargo desde el cual se ocupa del controversial caso de la Ciar-100, que permitió que ciertos actores de oposición de la época vendieran el movimiento y resolvieran su problema económico.
Aquel era el preludio de los tiempos -recuerda Auldárico Hernández, ayer fanático andresmanuelista y hoy crítico del mismo personaje- cuando el discurso “rabioso, odioso” de López Obrador era en contra de Núñez, Ojeda y Adán “y ahora son los que dirigen al partido”.
Adán termina el trienio de la canallada (contra Salvador Neme) convirtiéndose en notario público. Habrían de pasar cinco años para su regreso a la actividad oficialista, ahora como secretario general del PRI, coordinador general de campaña y “casi” seguro secretario de Gobierno del régimen de Manuel Andrade.
Aquel diciembre de 2000 el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación anuló la elección y Andrade cae en temporal desgracia política.
El primero que abandona al delfín de Roberto Madrazo, creyéndolo “liquidado”, es Adán. Sorpresivamente, el PRD lo postula como “gobernador interino legítimo”.
Se explica, entonces, el hecho de que en el currículum que presenta en su sitio web adanaugusto.org, así como en los datos que inscribió en Wikipedia y también en las semblanzas suyas que aparecen tanto en las páginas del Congreso local como de la Cámara de Diputados, se omiten esos datos contrastantes.
Eso sí, se destaca que “fue coordinador de la campaña presidencial del licenciado Andrés Manuel López Obrador”, y que “en las elecciones del 5 de julio de 2009 por el IV distrito de Tabasco ganó por más de 6000 votos”.
Las cosas, a conveniencia, pues. Que no se noten las incongruencias o datos contrastantes. Al fin que los tabasqueños no tenemos memoria.
“El fin justifica los medios”
Hoy, Adán quiere ser gobernador. En ese afán tiene un acuerdo con su hermana Rosalinda, la senadora: irá el que esté mejor posicionado, se supone. Los adversarios a vencer son: Arturo Núñez, Oscar Cantón y, eventualmente, Evaristo Hernández.
En tiempos recientes tuvo indicios de que Andrés -“gran dedo elector”, según admitió hace poco el dirigente estatal Javier May- prefiere a Núñez y desconfía de él. Lo cierto es que en audacia le lleva enorme ventaja a sus cantados enemigos de casa: a diferencia de los demás, a Adán no le preocupa mostrarse cual zopilote cuando otea desastre.
Ayer mismo, mediante un comunicado, informa:
“En apoyo a los cientos de tabasqueños que han sido afectados por las inundaciones que se registran en Tabasco, particularmente en el municipio de Centro, el diputado federal del PRD, Adán Augusto López, llevó a cabo este fin de semana, un recorrido por las comunidades de Torno Largo así como Acachapan y Colmena, para atender personalmente las inquietudes de los ciudadanos que se muestran inconformes con las decisiones que han tomado las autoridades estatal y federal, respecto a los canales de alivio que han impacto drásticamente en sus campos.
“El legislador federal manifestó que apoyará en todo momento a los afectados que después de haber sido inundados, a la fecha no han recibido la atención debida por parte del gobierno del estado y por ello lamentó que los canales de alivio que de manera emergente abrió la Conagua, sólo hayan servido para modificar la actividad productiva de tierra cuyos ingresos económicos eran utilizados para mantener a sus familias”.
Esto es: las obras de control hidráulico, según Adán, no han disminuido la afectación y “sólo” fueron ideadas para causarle perjuicios a la población. Fue a provocar a esa pobre gente, diciéndoles que han abusado de ellos, pero que ahí está él, cual redentor suyo.
Con la misma frescura, abiertamente dispuesto a montarse en el drama por el que sufren unos 135 mil tabasqueños junto con muchos miles más de Veracruz, Oaxaca, Guerrero y Chiapas, el pasado jueves Adán asistió con toda predisposición al encuentro de senadores con Andrés Granier, en la capital del país.
Llevó un propósito muy definido: golpear al gobernador; boicotear los esfuerzos institucionales para que el gobierno federal se ablande un poco y fluya pronta ayuda a los damnificados.
Ese es Adán: ataca, agita, pincha, amedrenta. En los pasados tres años formuló incontables acusaciones con referencia a supuestos actos de corrupción, mas nunca llegó hasta las últimas consecuencias, como era de esperarse de un personaje público que presume de ser serio y de merecer la confianza de los tabasqueños para ser gobernador.
Su formación, el sentido común que debiera tener, la actitud solidaria de tabasqueño, no le permiten -¿o no le importa?- percatarse de que en el supuesto de que se le cumpliera el sueño de ser gobernador, enfrentaría crisis similares o peores, porque el problema del agua y la estrechez de recursos públicos no es cuestión sexenal, ni mucho menos personal.
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