(Publicado en el Diario Rumbo Nuevo)
Los acentos de la Academia
Pero si en algún país, alguien dice:
a mi me gusta, yo necesito acentuar
estas palabras, ¡pues hágalo, no hay
problema!. José G. Moreno de Alba 281110
erwinmacario@hotmail.com
erwinmacario@rumbonuevo.com.mx
Escribo: Yo vivo solo de noche.
Para los académicos reunidos estos días en la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara, está bien y se olvidan de la anfibología. Ese doble sentido que el acento escrito —el uso de la tilde— evita.
Vivo solo de noche, da más de una interpretación, deja oscura mi expresión.
¿Acaso quiero decir que únicamente cuando el sol se aleja es cuando siento la existencia, mi existencia? O, tal vez, que cuando cae la oscuridad vivo sin compañía.
Podría rebatirse que la coma sustituiría la confusión: “yo vivo, solo de noche” hará entender que uso el adverbio y que realmente todos mis sentidos están despiertos cuando oscurece.
Y para indicar mi soledad tendría que escribir, aunque no con toda claridad: “Yo vivo solo, de noche”. Porque de día estoy acompañado. Pero la coma, con el perdón de los académicos, no debe ser para esos menesteres ya resueltos con el uso del acento escrito.
Con la determinación académica de eliminar los acentos (escritos, con el uso de la tilde, se entiende) en las palabras “solo”, “este”, “ese” y “aquel”, los de la madre que “”limpia, fija y da esplendor”, —da brillo, pule, reglamenta (¿y escarmena?)—, vuelven a meterse en camisa de once varas.
Los que ya no aguantaremos otras nuevas normas ortográficas, los que ya sufrimos las de 1952 y nos fuimos adaptando —por el uso de la calle, que es el que legitima la lengua— no aceptaremos esas “recomendaciones”.
Sólo, adverbio, apócope de solamente, seguirá acentuado ortográficamente en nuestros textos.
Yo vivo sólo de noche. Únicamente de noche siento que vivo.
Yo vivo solo de noche, o por las noches. Nadie está conmigo en la noche.
Si no usara el acento escrito para distinguir cuando quiero usar el adverbio me haría cometer, también, disemia, darle dos significados a mis palabras.
Como alegarán algunos, las comas servirían, como ya dije. Pero qué engorro. Esto me recuerda aquello que alguien escribió: “No comas cerdo”. Usar una coma en la oración sería terrible: “No comas, cerdo”.
Respecto al no uso de tilde en la palabra solo, debe recordarse que la Academia hizo obligatorio, no sólo recomendó, el acento del adverbio sólo, en 1952.
La ortografía y la transcripción fonética tienen que ser atendidas por quienes escriben.
Aceptables son las propuesta de los nombres de las letras y la desaparición de algunas como tales en los diccionarios, lo que no es cosa nueva porque el uso lo había dado, aunque los que ya hemos vivido dos reformas académicas —la del 52 y ésta— no nos columbramos a ellas.
Más por joder que por otra cosa decimos “B” grande y “V” chica. Los jóvenes, principalmente, ya dicen “be” para la b de burro, y “uvé” para la v de vaca, como solíamos explicar en nuestros tiempos.
Ya desde hace años, también, sabemos que en los diccionarios no vamos a encontrar las letras “ch” y “ll”. Si queremos ver el significado de llamas tendremos que buscar en la letra “l” y de “chayote” —para estar ad hoc— en la letra “c”. Nada nuevo bajo el sol. Aunque el alfabeto sea ya de sólo (con acento, tú) 27 letras.
Volvamos al sólo, adverbio, y al solo, como adjetivo. Según don José G. Moreno de Alba —porque de ser de noche sería negro, negro de noche, moreno de alba—, director de la Academia Mexicana de la Lengua, no existe una diferencia fonética entre el adverbio “solo” —así quiere se escriba— y el adjetivo “solo”, y consideró que la diferencia de significado puede definirse perfectamente en el contexto del texto.
Eso del contexto del texto me suena a pretexto.
Yo vivo solo de noche es un contexto oscuro. Y su negritud no viene de la falta de sol. Me quedo con el acento para resolver anfibologías.
Y conste que sólo abordo solo, nadie me acompaña, esto por la pregunta surgida en la comida de los lunes, ahí en Diario de la Tarde, a raíz de las modificaciones a la lengua acordadas en Guadalajara.
Algo más contundente: alega el académico que al no haber “diferencia fonética” entre el sólo adverbio y el solo adjetivo, se puede prescindir del tilde.
“Ningún, ningún”, le diría mi amiga Mía si anduviera en estos menesteres y no en los que anda.
Bajo ese criterio se podría dejar sin acento la palabra aun, tanto cuando se usara como todavía (aún) o en los usos conjuntivos (aun) en que se “prenuncia” como monosílabo. Esperar el contexto no funciona.
Van esos usos, amigos: aún no agoto este asunto, pero aun los académicos deben parar orejas, abrir sus ojos suyos de ellos, al uso del lenguaje.
Lado Oscuro
La nueva edición de la ortografía de las Academias de la Lengua Española tiene que tomarse sólo como recomendación, dada las dudas que despierta.
*Periodista. Premios: Radio Chapultepec, Club Primera Plana (35 y 40 años), Premio México de Periodismo, el Premio Estatal 1991 y el Rumbo Nuevo 2010. Ha publicado Periodismo y utopía, Vocabulario tabasqueño (en colectivo) y el prólogo de La última ruta de Cuauhtémoc, de Humberto Muñoz Ortiz www.erwinmacario.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.