domingo, 26 de septiembre de 2010

Sólo en Domingo: Francisco Peralta Burelo / Columna / Sep 26

(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)


Cuando la cabeza no da… no da


Invariablemente cada vez que me siento frente a mi máquina de escribir  --¿qué quiere usted?, no uso la computadora--  traigo un tema en la cabeza y no tardo más que lo mismo de siempre en desarrollarlo.

Más todavía cuando se trata de “Sólo en Domingo”, que desde hace más de dos años vengo escribiendo con la mano en la cintura, sin esforzarme mayormente, y quien sabe cuántas veces hasta sin conectar mi cerebro con los dedos y las teclas. Es cuestión de empezar y terminar.

Llego con la idea y solita fluye. Ahí se van mis dedos y yo solamente voy tras ellos. Escribo mis dos cuartillas, mis dos mil y tantos caracteres, saco la última hoja de la máquina y se la entrego a Bertha Lilia o Sergio Alberto  --o a veces Claudia Isabel--  para que la capture y la envíe, vía Internet, a “Tabasco Hoy”.

Así de sencillo. Y así ha sido durante más de cien ocasiones. Y es que los temas para abordar cada semana los encontraba por todas partes: siempre había algo que escribir. De verdad que nunca me faltó ni tema ni inspiración (o ganas de pergeñar algo). Todo se me daba naturalito.

Que si de los viejitos, que si de los famosos, que si de las damas bellas, que si de los chinos, que si de la gente chapada a la antigüita, que si de que el mundo moderno no es para los viejos, que si de que a los padres ya no se les respeta como antes, que si de los que olvidan todo, hasta un ataúd, en los aeropuertos, que si de las gorditas, las grandes olvidadas de los diseñadores, que si…

Que si de aquella cantante que se hizo famosa con una sola canción, que si de cuando se podían echar  cinco pesos de gasolina y alcanzaba para circular una semana, que si de que el ciberespacio puso al descubierto a ese chino que tenía dos mujeres que se dieron con la sorpresa de que compartían al mismo hombre precisamente chateando, que si de aquél matrimonio que sin invitación alguna se coló a un fiestón de la Casa Blanca y nadie se dio cuenta que eran gorriones, que si que decir la verdad no es fácil porque si alguien la dice se echa medio mundo encima, que si de que los mexicanos son mentirosillos, que si de que los hombres no solamente las prefieren flaquitas, sino que también les gustan carnuditas, que si de que…

Pues cada una de esas veces existió un tema sobre el cual escribir. Con decir que hubo ocasiones en que escribí hasta dos o tres temas sucesivamente. Empero hoy no se me da ninguno. Algo está fallando en mi interior.

¿Qué será?. No lo sé. ¿O será porque desde que me levanto hasta que me acuesto solamente oigo hablar  --y leo--  de inundaciones y más inundaciones, de presas y más presas, de peripasos y más peripasos, de dimes y diretes en relación con eso?. ¿Será que es tan grande mi bloqueo mental que no se me ocurre nada que no tenga que ver con ello?.

Podría escribir de cómo eran las inundaciones en mis tiempos de niño, de las casas con tapanco y de la guarda de provisiones, de los cayucos, de las mojaderas, de esos aguaceros que tardaban semanas enteras y que nos mantenían encerrados en casa. Eso, al cabo, sería lo de moda en estos tiempos, pero de ellos lo menos que quiero es pergeñar una línea.

Bueno, me dije, voy a tomar algo de mi libro “Los Otros Tiempos”, que se refiere a algunos aspectos del viejo costumbrismo tabasqueño, y al que he estado mirando porque en unas semanas más va a salir a la luz pública su tercera edición. Traté de hacerlo pero quedé en el intento. Creo que algo me acongoja y me produce desgano (ah, y desde luego me quita toda inspiración).

Debo reconocer que esta semana no tengo cabeza para escribir sobre ningún tema. No se me da ninguno (no se me da y no se dio). Y lo peor es que ya se metió el tiempo, hoy es viernes y esta columna debí haberla enviado a “Tabasco Hoy” el jueves pasado para que la ilustren y la diseñen.

Ah, se me está ocurriendo un tema. Se trata de… ¿pero qué hago si ya se me acabo el espacio y no dispongo de tiempo para borrar todo lo que he escrito y para escribir el que se me ha ocurrido al cuarto para las doce?  Vamos a dejarlo para la próxima semana mejor (si es que usted lector, lectora, tiene ganas entonces de leerme de nuevo).

Carlitos, un amiguito de mi nieto Diego Francisco, algo habrá escuchado decir a alguna persona conocida por él o a su maestra misma, y quizá como que le quedarían algunas dudas sin resolver.

fcoperalta42@hotmail.com

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