(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)
Bellas, por gracia de Dios… y de cirujanos
En la vida común y corriente hay todavía muchas jovencitas cien por ciento naturales --o naturalitas, como se dice coloquialmente--, que nacieron con lo que tienen, sin que nadie les quitara o les pusiera nada. Más adelante.
Jovencitas, habrá que reafirmar, y no mujeres ya entraditas en años, porque éstas, si tienen sus ahorritos o marido rico, se habrán hecho sus arreglos, desde luego con la ayuda de esos cosmetólogos y cirujanos plásticos, que hoy en día hacen maravillas con el cuerpo femenino. Una retocadita por acá, un implantito por allá, una liposucción, y qué va uno a saber.
Esas jovencitas --agraciadas o no por la madre naturaleza desde que vinieron al mundo y que hoy más que nunca saben cuidar muy bien su belleza y aún hacerle resaltar-- no tendrán implantes en las popis ni en las bubis, ni nariz artificialmente respingada, ni labios carnosos a fuerza de rellenos, ni ojos verdes o azules pupilente, ni nada de eso que ahora se modifica o reconstruye en quirófanos y clínicas para bellas que quieren ser más bellas.
Pero esas son sólo mujeres jóvenes comunes y corrientes (aunque no todas, porque algunas desde luego que se hacen sus retocaditas para no verse “tan peor” o lucir mejor). Estas prefieren la belleza natural, a la que --sólo adornan con sus sacrificantes dietas, con extenuantes jornadas de gimnasio, con cortes de pelo que les queden bien, con el uso de afeites no muy sofisticados, con ropa a la moda y a la medida, etcétera.
Mujeres jóvenes a las que no les gusta ser bellas artificialmente, sino conservar siempre su naturalidad. Pero esas, ya se dijo, son las de la vida común y corriente, no de que se desenvuelve en el glamour de la fama, de los escenarios, de los concursos de belleza, del modelaje, y de ese mundo fantástico que rodea el espectáculo de todos los días en que está convertida la rutina de muchas jovencitas que para triunfar tienen que ser no nada más bellas, sino súperbellísimas.
Ni más ni menos que las más bellas de su país y del mundo. Esas de todas maneras habrán nacido hermosas, angelicales y la juventud las llenaría de gracia y de encantos y las súperdotaría anatómicamente, con rostros preciosos y cuerpos (90-60-90) espléndidamente formados.
Y a éstas la belleza natural no les bastaría, porque no podrían ser bellas a secas sino súperbellas en grado superlativo; requerirían de una dosis --a veces pequeña, a veces grande-- de belleza artificial para poder alcanzar la plenitud de la hermosura, poseyendo el mejor rostro y el mejor cuerpo (o uno de los mejores).
Estas son las famosas y glamorosas misses, esas que lo mismo en traje de baño (bikini, para que nada se oculte y todo se luzca) que vestidas de gala, irradian belleza --y perfección física-- por todas partes. Las mismas que para lucir así necesitan combinar belleza natural y belleza artificial.
¿Y qué es lo que hacen éstas?. “Someterse a procesos quirúrgicos para corregir puntos débiles”, comentarían algunos expertos entrevistados por el diario “Reforma”, entre ellos el cirujano plástico Osmel Souza, que declararía “Miss Universo juzga la belleza, no la naturalidad”, y que muchas de las concursantes habrán pasado antes “varias veces por el bisturí”.
Ellas habrán sido intervenidas de la nariz, se les aumentarián los labios, se les aplicarián rinoplastias, se les harían trabajos intensivos en ortodoncia (para lucir dentadura perfecta). Miss Colombia, Natalia Navarro, “se aumentó varías tallas de bustos”; otros se aumentarían el busto, las nalgas, se sacarían costillas, y déjelo de contar.
Hay las llamadas “Miss Bisturí”, y es fama pública que las venezolanas, poseedoras de una gran belleza y ganadoras de quién sabe cuántos certámenes mundiales, añaden una buena dosis de belleza artificial a su figura.
Desde luego que hay muchas bellezas naturales --en México y en el mundo-- pero a las mujeres que se dedican al modelaje o que gustan de participar en concursos de belleza les es necesario darse su ayudadita para lucir sin puntos débiles y sí con una hermosura a punto de perfección.
Ah, a propósito, lector, lectora, qué bueno que México logró coronar su segunda reina de belleza universal, naturalita, pero seguramente con su pequeña ayudadita (como todas las demás), porque lo que Dios le dio quizá no habría sido suficiente para ganarle a esos portentos de mujer, parte creación de Dios, pero también mano de cirujanos plásticos, bisturí y quirófanos.
fcoperalta42@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.