miércoles, 7 de septiembre de 2011

Opinión / Víctor Manuel Barceló R. / Sep 07

Calidad para mejorar el aprendizaje en Educación.

La sociedad planetaria experimenta innovaciones provenientes de la ciencia y la tecnología de punta, que llevan a cambios en la economía, la política y la vida social. Lo cualitativo de la vida terrestre no parece tener freno en su continua presencia. Estos cambios crecientes requieren atención especial en la educación de calidad, con peligro de tensiones de no atenderse.

Cuando hablamos de calidad en la educación, entramos en un terreno muy polémico que, incluso es aprovechado por diversas tendencias políticas para descontextualizarle. Lo cierto es que dicha calidad tiene diversas aristas que pasan por lo histórico y su multidimensionalidad. Como sea, este concepto tiene hoy categoría universal y es definido y medido de diversas maneras.

Lo importante es pasar, de la atención masiva de niños, adolescentes y jóvenes, a formas educativas corresponsables –escuela-comunidad-alumnos-padres de familia- en que el maestro, sin perder los logros de atención al universo necesitado de educación, transformado en educador, medie en los empeños de la enseñanza-aprendizaje, para hacer de cada educando, un líder en la competencia por la vida y de por vida.

Recordemos que la educación –pretendiendo ser concretos- pasa, en el siglo pasado, de una concepción del profesor que dice (Magíster dixit) y alumno que oye de principios del siglo XX, a la asunción de Maestro que explica y estudiante que entiende. Para mediados del siglo nos formamos para ser docentes y demostrar al dicente que experimenta. De allí al educador que construye y el educando que aprende. Iniciamos el siglo XXI evolucionados en mediadores que transformamos al ser humano en líder, para que compita.

Esa es la tendencia universal de la educación: enseñanza-aprendizaje. Esto es, enseñar a aprender y no otra cosa. Poner en manos del que fue solo educando, las armas del manejo de la información para que se desarrolle como verdadero líder en competencia, para toda la vida. Para ello contamos con nuevas herramientas en el orden digital, que abren panoramas

Insospechados, sumamente atrayentes para quien ejerce tan noble profesión.

Si el aprendizaje nos lleva a la competencia, aquel requiere apoyarse en tres elementos: actitudes para ser; aptitudes intelectuales para pensar y procedimentales para hacer y, por supuesto, contenidos para saber y aplicar en la competencia. Esa es la ruta a que conduce una educación de calidad.

Los tres pasos son vitales y tienen desarrollados programas y proyectos. También hay condicionantes para su éxito, por lo general gratificantes para el educador-mediador y el educando-líder. El primero aprecia su cooperación al “modelaje” del segundo y este vive la apertura de horizontes. Por ello la actitud se fundamenta en la generación de expectativas para el estudiante, capaces de interesarle y generarle motivaciones para impulsar su aprendizaje.

En ocasiones la actitud choca con la aptitud. Muchos educandos que poseen amplias aptitudes para las ciencias (por ejemplo) al sentirse con esas capacidades, se alejan de la constancia en la tarea, frente a otros que pueden o tienen menor posibilidad en esa rama del saber, pero la guía del profesional de la enseñanza y el apoyo familiar, les ayuda a crear tenacidad y superan obstáculos. Este es otro elemento de la calidad en la educación.

Las aptitudes intelectivas son aquellas capacidades mentales, que poseemos todos los individuos, mismas que determinan el potencial de aprendizaje. Son las que nos dan la perspectiva de pensar y saber, de avanzar en la ruta del conocimiento. Es la estructura mental la que define las funciones cognitivas. Allí se conforman los procesos del pensamiento y constituyen las denominadas inteligencias múltiples, a veces altamente sobresalientes.

Por su lado se consideran como aptitudes procedimentales, a las capacidades para actuar y realizar o hacer cosas. Para ello van a depender del manejo adecuado de estrategias como de técnicas y procesos, que se emplearán en el desempeño de cualquier tarea que requiera de estas.

El tercer factor del aprendizaje –como señalamos- son los contenidos, estos constituyen la estructura conceptual que puede ser aprendida. Contará de manera fundamental la organización que presenten estos, su manera de presentarlos, su coherencia. La organización resulta vital para el proceso de aprendizaje. Los niños y jóvenes dependerán de la presentación que se les haga, para aprender; es así la ruta más directa y de calidad al aprendizaje.

Quien finalmente sabe actuar y lo hace adecuadamente en cada situación, es el que tiene el dominio conceptual, debido al entendimiento de su pensamiento, de cómo los conceptos de aprendizaje, se relacionan entre sí. Este es el sentido profundo de lo que los estudiosos denominan aprendizaje significativo. Es precisamente cuando se llega a esta etapa, que se considera como desarrollada y adquirida la competencia.

Mi intento de síntesis expresado hasta ahora, deja de lado muchos pasos, vitales en el continuo andar en aras de una educación de calidad, en que el aprendizaje significativo sea meta –parcial o final según el líder en formación-. Aún así, nos permite apreciar como el proceso educativo logra en el último siglo, los elementos pedagógicos esenciales para la formación integral del ser humano, que adicionados con el desarrollo digital incorporado a la enseñanza, nos auguran un siglo XXi de amplio desarrollo educativo.

Cualquier plan, programa, esfuerzo o estrategia de desarrollo tendrá que considerar transformaciones al paradigma de la educación, al paso que cada país considere posible y adecuado. Solo así se alcanzarán las metas más promisorias para el bienestar de los que poblamos la aldea global.

Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com Puebla, Pue. 4-sep-2011

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