Muchas veces no nos
explicamos como es que un niño y una niña pueden tener resultados tan
diferentes en su formación educativa, que factores influyen para que se incline
más o menos hacia un área específica de la ciencia, ¿Será de tipo familiar,
contextual, social, biológico, del grado de desarrollo de su pensamiento?, o
será, por el currículo ocultos de los y las maestras, así como de las y los
estudiantes.
Recordemos que en
educación cuando se habla de currículo, se refiere a un plan de acción especifico que desarrolla
un maestro o una maestras y, si le agregamos que existe uno oculto el cual se
refleja por medio de actitudes etiquetadas de “lo que se debe ser”, a partir
del sexo asignado o genital (hombre y/o mujer) tanto de los y las maestras,
cuerpo administrativo, padres y madres de familia así como de los y las
alumnas.
Ambos currículos
interactúan en el aula, es así que en muchos momentos este proceso educativo se
ve impregnado; como cuando las actitudes, gestos y necesidades de los sujetos,
en este caso niños y niñas no se corresponden desde la perspectiva de las y los
maestros y autoridades escolares con su sexo asignado o genital, el proceso
educativo puede negar la pluralidad y equidad de las personas.
El impacto, del
ejercicio del currículo oculto tiene vigencia durante toda la vida de la
persona, con su rendimiento escolar, con su autoestima y todo por un tratar
diferenciado el cual tiene como base no las destrezas, capacidades y desarrollo
de pensamiento si no una categoría socio cultural como lo es la asignación
hombre/mujer.
Es aquí donde
debemos preguntarnos qué tipo de hombres y mujeres queremos en nuestras
sociedades, hombres que como la tradición le ha enseñado reafirman su
masculinidad con la violencia, con la agresividad, con la negación de sus
afectos y necesidades; mujeres violentadas, sumisas y sufridas como le dicen
desde antes aún de nacer que debe de ser. O personas con una vida feliz, donde
no tienen que demostrar al mundo que son masculinas o femeninas pues son
personas que se relacionan con buentrato, asertivamente, esto es expresar lo
que se cree, piensa y siente sin lastimar, herir, violentar, humillar sin hacer
sentir mal a la otra persona.
Esta
visión de cómo deben de ser los hombre y las mujeres inicia en casa con los
padre y madres de familia y son trasladadas a las aulas donde los y las
docentes consciente o inconscientemente reproducen patrones de definición de
“mujer” que impiden a las niñas desarrollar habilidades distintas a las que el
profesorado considera –deben- desarrollar las niñas,
que influyen decisivamente sobre la autovaloración de niños y niñas en las
opciones y actitudes que van tomando a lo largo de su educación, de la vida y
en los resultados finales, preparándolas para destinos futuros
caracterizados por un desempeño de actividades con menor prestigio y de
sumisión a lo masculino.
Por
ejemplo, vemos como la formación habitual para las fotografías escolares se
realiza una formación diferenciada por sexo y que además coloca a los varones
en un plano superior que las mujeres. O cuando en un evento recreativo de
preescolar, se puede ver que las niñas portan disfraces “femeninos” al igual
que la maestra y los niños lucen como súper héroes, un líder de dibujos
animados y animales feroces.
Una
pregunta final para esta reflexión es, y tú ¿Cómo gustaría que fuese la vida de
tu hijo, tu hija, tu sobrino, tu sobrina, nieto o nieta? ¿Cómo quieres vivir tu
vida como hombre masculino, mujer femenina o cómo persona?
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