jueves, 4 de abril de 2013

Opinión / Maritza Bolívar Marín / Currículo oculto, un aprendizaje cotidiano. / Abr 04

Currículo oculto, un aprendizaje cotidiano.

Muchas veces no nos explicamos como es que un niño y una niña pueden tener resultados tan diferentes en su formación educativa, que factores influyen para que se incline más o menos hacia un área específica de la ciencia, ¿Será de tipo familiar, contextual, social, biológico, del grado de desarrollo de su pensamiento?, o será, por el currículo ocultos de los y las maestras, así como de las y los estudiantes.

Recordemos que en educación cuando se habla de currículo, se refiere a  un plan de acción especifico que desarrolla un maestro o una maestras y, si le agregamos que existe uno oculto el cual se refleja por medio de actitudes etiquetadas de “lo que se debe ser”, a partir del sexo asignado o genital (hombre y/o mujer) tanto de los y las maestras, cuerpo administrativo, padres y madres de familia así como de los y las alumnas.

Ambos currículos interactúan en el aula, es así que en muchos momentos este proceso educativo se ve impregnado; como cuando las actitudes, gestos y necesidades de los sujetos, en este caso niños y niñas no se corresponden desde la perspectiva de las y los maestros y autoridades escolares con su sexo asignado o genital, el proceso educativo puede negar la pluralidad y equidad de las personas.

El impacto, del ejercicio del currículo oculto tiene vigencia durante toda la vida de la persona, con su rendimiento escolar, con su autoestima y todo por un tratar diferenciado el cual tiene como base no las destrezas, capacidades y desarrollo de pensamiento si no una categoría socio cultural como lo es la asignación hombre/mujer.

Es aquí donde debemos preguntarnos qué tipo de hombres y mujeres queremos en nuestras sociedades, hombres que como la tradición le ha enseñado reafirman su masculinidad con la violencia, con la agresividad, con la negación de sus afectos y necesidades; mujeres violentadas, sumisas y sufridas como le dicen desde antes aún de nacer que debe de ser. O personas con una vida feliz, donde no tienen que demostrar al mundo que son masculinas o femeninas pues son personas que se relacionan con buentrato, asertivamente, esto es expresar lo que se cree, piensa y siente sin lastimar, herir, violentar, humillar sin hacer sentir mal a la otra persona.

Esta visión de cómo deben de ser los hombre y las mujeres inicia en casa con los padre y madres de familia y son trasladadas a las aulas donde los y las docentes consciente o inconscientemente reproducen patrones de definición de “mujer” que impiden a las niñas desarrollar habilidades distintas a las que el profesorado considera –deben- desarrollar las niñas, que influyen decisivamente sobre la autovaloración de niños y niñas en las opciones y actitudes que van tomando a lo largo de su educación, de la vida y en los resultados finales, preparándolas para destinos futuros caracterizados por un desempeño de actividades con menor prestigio y de sumisión a lo masculino.

Por ejemplo, vemos como la formación habitual para las fotografías escolares se realiza una formación diferenciada por sexo y que además coloca a los varones en un plano superior que las mujeres. O cuando en un evento recreativo de preescolar, se puede ver que las niñas portan disfraces “femeninos” al igual que la maestra y los niños lucen como súper héroes, un líder de dibujos animados y animales feroces.

Una pregunta final para esta reflexión es, y tú ¿Cómo gustaría que fuese la vida de tu hijo, tu hija, tu sobrino, tu sobrina, nieto o nieta? ¿Cómo quieres vivir tu vida como hombre masculino, mujer femenina o cómo persona?

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