Dice la jerga del poder: “Político que no es perverso es… pendejo”. Y se dice en altos círculos del poder que una mezcla de lo primero y lo segundo –perversidad y torpeza–, tienen a Tabasco al borde de la tragedia. ¿Por qué?

Y no, no se trata del saqueo que llevó a cabo el ex gobernador Andrés Granier. Se trata del asalto al poder que prepara el dos veces derrotado Andrés Manuel López Obrador, quien prácticamente ha secuestrado al estado –junto con su gobernador, Arturo Núñez–, para convertir a Tabasco en trinchera contra la reforma energética. Y todo, en los previos a que se anuncie que Tabasco será de nueva cuenta un edén petrolero, por los nuevos hallazgos de crudo que vienen.

En Tabasco, se dice, se gesta de manera callada el nacimiento del “nuevo Juanito”, figura en la que se ha convertido Arturo Núñez, quien sólo deja hacer y ve pasar, en tanto López Obrador hace y deshace a placer para apoderarse de los recursos políticos y económicos de Tabasco.

De esa manera, mientras Núñez pide ayuda al gobierno federal para paliar la quiebra económica que dejó “el químico”, López Obrador impone al gabinete; desde la Comunicación Social, pasando por carteras estratégicas como Desarrollo Social, Gestoría y Atención a Población Indígena y Jóvenes, Educación, Seguridad Pública, Transporte, Contraloría y otras. Todas en poder de leales a AMLO.

Todo eso mientras que Arturo Núñez parece relegado al papel de “pedigüeño” ante el gobierno federal –al que pide ayuda para obtener dinero y paliar la quiebra–, y se ve obligado a jurar y perjurar su militancia en las filas del PRD, partido al que el lopezobradorismo saquea de sus militancias. En el discurso, Núñez promete lealtad al gobierno de Peña y se afilia al PRD, pero en la práctica entrega Tabasco al lopezobradorismo.

Y en las próximas semanas, no sería extraño ver a Tabasco en llamas, ya que el proyecto de López Obrador es convertir esa entidad en trinchera para sus fines político electorales. Tabasco será estandarte de la lucha contra la reforma energética. Por lo pronto, llevó a Tabasco a su hombre de confianzas, Octavio Romero, al que le encargó la construcción de Morena, de las escuelas de capacitación y cuadros y, por supuesto, la recolección de recursos.

Mientras, el propio AMLO se dedica a fustigar a Arturo Núñez. Al arranque del nuevo gobierno –el 18 de enero–, Obrador sentenció “Se esmeraron en saquear Tabasco y tiene que haber castigo a los responsables… si Arturo cumple sus compromisos, como yo sostengo, tendremos una alianza permanente”, dijo.

Semanas después –y ante el silencio de Núñez–, AMLO reiteró el 28 de marzo, “a casi tres meses de gobierno sólo ha caído un pez chico… el pez gordo y jefe de la banda, es Granier”. Pero rompió lanzas al día siguiente –el 29 de marzo–, cuando el regaño fue directo. “ya se están tardando mucho” en castigar a Granier. “Y si el gobierno no actúa, Morena se encargará de la denuncia para hacer justicia”. Y en efecto, Morena demandó. Pero Núñez no puede demandar porque no tiene los documentos para ello. ¿Por qué? Porque Granier también se robó las pruebas del desfalco.

Mientras todo eso ocurre, la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno de Núñez fue entregada a la ex diputada y ferviente pejista, Mónica Fernández; la Secretaría de Educación al ex coordinador estatal de Morena, Rodolfo Lara Laguna; la Comunicación Social, a Dolores Gutiérrez; la Secretaría de Seguridad Pública al general Audomaro Martínez Zapata, ex jefe de ayudantes de la campaña presidencial de AMLO.

La Secretaría de la Contraloría fue entregada a Patricia Jiménez, pieza clave en el GDF y otros cargos de AMLO; mientras que David González Ballina –compañero de Andrés desde los tiempos del viejo PRI–, es coordinador para el Desarrollo Social de los Pueblos Indígenas, y la ex legisladora local y estrecha colaboradora de AMLO, Nidia Naranjo Cobián, es nada menos que subsecretaria de Gestoría de Atención Social de la Secretaría de Desarrollo Social. Casualmente uno de los más activos operadores de Morena –sobre todo en la movilización de masas–, Rafael Elías Sánchez Cabrales, fue designado subsecretario de Transporte –y a quien han acusado de convertir la SCT estatal en instrumento de Morena–, mientras que su hija, Yoana Cristel Sánchez es la titular del Instituto de la Juventud de Tabasco. Entre otras posiciones de menor rango entregadas al lopezobradorismo.

¿Así o más clara la entrega de Tabasco a AMLO?, quien ante la falta de dinero, se refugia en Tabasco para sangrar sus recursos. Y que a nadie extrañe que pronto Tabasco sea un estado en llamas, como Guerrero y Oaxaca. Al tiempo.