domingo, 15 de agosto de 2010

Opinión: Víctor Manuel Barceló R. / Ago 15

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Llevemos adelante la Reforma del Estado.

La propuesta de ir adelante en la Reforma del Estado, no es nueva. Aún antes de la desastrosa alternancia del 2000 –de la que tanto esperaron muchos- ya se hacían planteamientos tendientes a darle otra ruta a la nación, cooptada por la pobreza y con índices de miseria crecientes. Millones de compatriotas tuvieron que abandonar el territorio por “la frontera de la ignominia”, al norte, para buscar recursos, que aunque representan arbitraria retribución de sus esfuerzos, son bálsamo a la pobreza de sus familias y sostén de la vulnerable gobernabilidad, en amplias regiones del país.

Ese es el “regalo” que nos está dando la aplicación de medidas de política económica, dependientes del “Consenso de Washington”, desde hace veinticinco años. A dicho “consenso” solo acudieron los que deciden, desde las alturas del mando transnacional. Por supuesto, no se hacen responsables de lo que pueda ocurrir.

Habíamos vivido cuatro décadas de un crecimiento y desarrollo respetables. A mediados de los ochenta del siglo XX, en las altas esferas del poder público se “decidió”, por “recomendación” del FMI (Fondo Monetario Internacional) y el Banco Mundial, aplicar normas conocidas como neoliberales, que consisten en: apertura de las economías nacionales a la acción indiscriminada y dominante del mercado global. Este se considera el dios del poder económico, por las “facilidades” que otorga a las grandes empresas para el control de los mercados internos, los que prácticamente desaparecen en las fauces del mercado global. .

En el mercado globalizado, nunca se intentó resolver la enorme distancia en recursos para la existencia, determinados con creces para unos cuantos; frente a las enormes masas de compatriotas, en pobreza y miseria. Es cierto que tales situaciones no cambian desde las culturas precolombinas –igual que en el resto del mundo- en donde grandes conglomerados de seres humanos, son utilizados como mano de obra esclava o semi, para construir los monumentos, que hoy son característicos del esplendor de Mesopotamia, Egipto, Creta, Grecia, Roma, Francia, España, Inglaterra; en América de los pueblos Incas, Teotihuacanos, Aztecas, Mayas, Toltecas y otros grupos –como el imperio actual- cuyos vestigios y obras son motivo de admiración, estudio y atracción alrededor del Planeta.

Por ello, si se piensa ofrecer un vuelco a las formas de vida de los pobladores de la nación, para que gocen de su existencia, las estrategias a construirse deberán tender al acercamiento rápido, de los niveles de ingreso de unos cuantos y otros -las mayorías- como medidas para tender un puente al beneficio colectivo. Los niveles de vida de los millones de mexicanos –más del 50% del total- gravemente afectados por las acciones del mercado -frente a la indiferencia oficial- requieren que la rectoría del Estado, de la que puede echar mano el gobierno con solo proponérselo –como se hizo por décadas- regule con firmeza, ese monstruo que vive en las entrañas de la economía mundial y local.

Lo que expresamos tiene bases oficiales probatorias. Actualmente, la mitad de la población de México vive en regiones atrasadas, algunas en condición de rezago relativo, desde principios del siglo pasado (Wong, 2001), lo cual ha inducido a plantear desde hace años, que podría estarse presentando un “fenómeno de causación acumulativa del atraso” entre las regiones mexicanas (Leimone, 1973). Esto muestra un retroceso grave en el combate real a la pobreza, respecto a lo logrado, al menos, hasta hace 35 años.

Un botón de muestra: entre abril y junio del año que corre, la tasa de desempleo del país fue de 5.3%; de allí que 2.5 millones de personas se encontraran sin oportunidad de ingresar al mercado laboral. Las entidades federativas con mayores tasas de desempleo fueron: Coahuila con 8.1%; Distrito Federal 7.4%; Querétaro 7.2; Tabasco 7.0%; Chihuahua y Tamaulipas 6.9 y Nuevo León 6.8%.

Más aún, en el segundo trimestre del año, 12.8 millones de mexicanos, laboraron en el sector informal -660 mil más que el mismo periodo del año pasado (Instituto Nacional de Estadística y Geografía). En el mismo informe sobre estructura del empleo, INEGI precisó que 28.8% de la población ocupada –que suma 44 millones 651 mil personas- se encuentra en el ambulantaje y actividades no registradas ante la autoridad. A su vez, la población sub ocupada -quienes manifestaron tener disponibilidad de tiempo para otra actividad laboral- alcanzó 4 millones. Esto representa 849 mil menos que el mismo periodo de 2009.

Si este asunto lo vinculamos con la percepción que tienen los habitantes del territorio, respecto a la democracia –la ruta teórica para salir del atraso- las cosas son más preocupantes. Recordemos: en 2008 -según la Secretaría de Gobernación en su Encuesta Nacional sobre Cultura Política- el 54% de los mexicanos dijo estar poco o nada satisfechos con su democracia; sólo el 5% se situó entre los muy satisfechos. Dicha encuesta nos dice que solo el 11% de los ciudadanos supone, que los legisladores tomaban en cuenta el interés general y no su interés particular, al crear leyes.

Recientemente, el Rector de La UNAM afirmó que otras sociedades han resuelto de mejor manera la ecuación democracia, gobernabilidad y desarrollo. Ocurrió tal declaración dentro del ciclo “2010: Reforma del Estado y fortalecimiento de la nación”. Requerimos agenda que nos permita vivir en paz y con rumbo económico distinto, añadió Narro Robles. Por su lado, el persistente impulsor de la Reforma del Estado -Porfirio Muñoz Ledo- aseguró que los males del país son mucho más que un proceso político desgraciado, derivan de un “extravío del rumbo patrio”.

Lorenzo Meyer corroboró –refiriéndose a la encuesta del 2008- que, con certeza las cosas no han mejorado –en lo que coincidimos- por lo que la proporción de insatisfechos seguramente sea mayor. De ahí que Muñoz Ledo insista en que para detener la prematura decadencia del nuevo régimen político mexicano, se debe llevar a cabo la pospuesta gran Reforma del Estado, cuyos tiempos se perdieron en el 200i -cuando la euforia pudo permitir que la nación tomará el rumbo conveniente-. Pero los nuevos grupos en el poder, pronto se engolosinaron del mismo y dando traspiés, terminaron con la legitimidad del régimen, le volvieron fallido. Ahora utilizan la “guerra” contra el crimen organizado, como catalizador de voluntades, esas que dejaron perder, miserablemente, durante el año 2001.

Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com Villah. Tab. 15-VIII-2010.

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