jueves, 19 de agosto de 2010

Opinión: Francisco Peralta Burelo / Ago 19

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(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

¿Con esta democracia a dónde vamos?

Un tema pendiente, y al que poca importancia se ha prestado en nuestro país, según el coordinador residente de la ONU, Magdy Martínez-Solimán, es el de “la calidad de la democracia y de los gobernantes” de México.

Y en efecto los es, aunque inexplicablemente se ha dejado de lado. La democracia mexicana dista mucho de ser satisfactoria: más podría decirse que la tenemos de manera muy precaria y no plenamente, como nuestro régimen político tendría que ofertárnosla.

¿Por qué los mexicanos no nos hemos preocupados lo suficiente por perfeccionar --o siquiera mejorar-- nuestras prácticas políticas y electorales y en cambio sí nos hemos conformado con tener una democracia como la que tenemos, que es de tan baja calidad?.

Una democracia así --como la que tenemos-- no puede darnos más de lo que por décadas nos ha dado, aún cuando haya quienes se ufanen de una transición democrática, que más ha resultado hipotética que real. ¿Y qué es lo que nos ha dado a los mexicanos?. La respuesta es clara: malos gobiernos y malos gobernantes.

¿O acaso ahora que hablamos de nuestra democracia como si fuera una realidad hemos tenido buenos gobiernos y buenos gobernantes?, ¿celebremos procesos electorales democráticos, en donde cada partido elija a sus candidatos y estos sean los mejores y los más comprometidos con el electorado y con el pueblo?. No, nada de eso. Estamos ahora igual, o peor, que antes de que se diera la mentada transición.

¿Y que produce todo esto?. Según el coordinador residente de la ONU que los ciudadanos “no se sientan representados (por sus supuestos representes y por sus autoridades) y que desconfíen de ellos”. Y esta es una gran verdad. Hoy los mexicanos no creen en quienes los gobiernan y tampoco les tienen mayor aprecio y hasta les han perdido el respeto.

Hasta ahí hemos llegado. O hasta ahí nos ha llevado la mala calidad de nuestra democracia, capaz de hacer que nos gobiernen quienes no queremos que lo hagan o que quienes deben de representarnos se sientan más comprometidos con otros intereses que con los populares. En el poder el electorado y el pueblo --como se dice-- “le valen”. ¿Pero por qué habrían de importarles si en la mayoría de los casos no llegan al cargo ni por voluntad ciudadana ni representan a ellos, sino a otros?.

¿Por qué desconfía la gente de sus gobernantes?, ¿por qué los tiene bajo sospecha?, por qué los desestima y los critica tanto?, ¿por qué demasiado pronto están deseando que se vayan los que están y que vengan otros?. Todo eso habrá que atribuírselo a la mala calidad de nuestra democracia, la que sin duda alguna deja mucho que desear.

fcoperalta42@hotmail.com

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