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Villahermosa Antigua
1930 – 1950
(Legado a la actualidad)
Calle Doña Marina, ahora doña Fidencia
(II Parte)
Luego seguía el domicilio de don Guillermo Falcón, que tenía un puesto de abarrotes en el mercado, -no recuerdo en cual-. Cierto día pensó hacer pinol –pinole-, negocio que con el tiempo prosperó y extendió a otros productos con avena y cacao, polvillo; amplió su molienda para crear una empresa que denominó “Gui-Fal”, que hasta la actualidad conserva su prestigio y demanda de ventas. Para la esquina siguiente, no tengo referencia.
En la siguiente esquina con Sánchez Magallanes, se instaló la radiodifusora de don Enrique Lodoza Gómez, estación combo, por tener dos frecuencias, una en AM y otra en FM., la XEKV, que tenía su planta de transmisión, al comienzo de la carretera a Río Viejo, a la izquierda, donde había un terreno, que contaba con un relieve como de un metro de altura. Esta se ubicaba en la colonia 18 de Marzo, antes conocida como San Joaquín.
Luego, el domicilio de Miguelito Zentella, originario de Cunduacán, y que le compró el puesto de cocteles de camarón a Sergio León conocido como el Dandy, ubicado en la orilla de la calle Madero, junto a otro puesto de revistas, conocido como Los Tres Mosqueteros, que hacía esquina con la calle de Reforma.
Luego una casa antes de la esquina, con la calle Lino Merino, estaba el domicilio de Felipe Olán, “Felipito”, de oficio maestro tipógrafo, y que tenía una imprenta en sociedad con otro maestro del mismo ramo, Guillermo Martínez, conocido como “Guillo”. La imprenta en sociedad estaba en la calle Ignacio Zaragoza casi a orillas del río Grijalva, y como en ese sitio estaban los cuarteles de los que vendían carbón, optaron por ponerle de nombre a la imprenta “La Carbonera”. Para la esquina con Lino Merino no tengo referencia alguna.
En la siguiente esquina estaba el Sanatorio Dorantes -hoy existe un comercio de pollos asados- del doctor Maximiliano Dorantes Rejón, originario del Estado de Campeche. En su tierra natal, sufrió un accidente al incendiarse una lámpara de gasolina, del cual resultó con el rostro totalmente quemado; al salir de este problema quedaron notorias cicatrices y tenía dificultad para pronunciar algunas letras, como en el caso de la “P”, que pronunciaba como “T”.
En esa época los doctores prescribían a sus pacientes recetas con fórmulas, para que en las boticas, que contaban con laboratorios teniendo al frente a un farmacéutico titulado, se preparaban los medicamentos, que por lo general convertían en polvo, y los envolvían como un pequeño sobre, al que se le conocía como “papelito”. Al dar las indicaciones de administración, los médicos se referían de la manera siguiente: “Vas a tomar un papelito cada cuatro horas”, pero el doctor Dorantes decía, vas a tomar un “tatelito”.
El Sanatorio Dorantes tenía a la entrada una terraza como de cinco metros de fondo, en relieve de medio metro, del piso de la banqueta y rodeada de una barda de sesenta centímetros de altura; luego un pequeño porche, después estaba la puerta de entrada a la sala de espera donde el doctor tenía su consultorio. De la sala de espera partía un pasillo del lado izquierdo y en el lado derecho estaban los cuartos de internos.
Luego del sanatorio estaba la casa-habitación de la familia del doctor, que tenía al frente una atractiva terraza, que utilizaban para recrearse por las tardes y a temprana hora de la noche. Para la esquina con la calle Pedro Fuentes, tenía un local para renta de cualquier actividad. Hasta ahí con la acera izquierda de esta calle, porque terminaba en la esquina con la calle Pedro Fuentes.
Comenzando esta calle, pero por la acera derecha, esquina con la calle de Zaragoza Norte, ahora licenciado Manuel Sánchez Mármol, había una casa habitación, que rentaba el jugador de béisbol, el cubano Jimy Direux, a la cual convirtió en casa de juego de dominó y cafetería. De ese sitio a la esquina con calle Simón Sarlat, no tengo referencia.
La siguiente esquina estaba ocupada por la familia del maestro peluquero Don Luis Torres, que en la parte delantera, instaló un comercio, en esa ocasión conocido como miscelánea, porque vendía de todo un poco, como abarrotes, mercería, refrescos y otros artículos, para aprovechar a los clientes que requerían diversos productos.
El maestro Luis era de un extraordinario trato, tanto a clientes, como a sus amigos, por eso gozaba de muy buena estimación. De este domicilio no recuerdo lo que había hasta la esquina de la calle Méndez, solo la casa de Don Román Falcón, productor de plátano Tabasco, que tenía la puerta de entrada por la calle Méndez.
Después de la siguiente esquina, se encontraba la tintorería y lavandería “La Blanca”, que actualmente ofrece sus servicios en la colonia de Atasta, en la calle Melchor Ocampo, frente al parque General Lázaro Cárdenas del Río. Después de la tintorería estaba el domicilio de los hermanos Moreno -que vivían junto a su mamá- de oficio electricistas y además practicaban el físico culturismo, el menor de los tres era conocido como “Pantalla”. De esta casa estaba la familia de Don Joaquín Esquivel, familia de mucho aprecio en la sociedad tabasqueña, por la calidez del trato que prodigaban. De este domicilio a la esquina con Sánchez Magallanes no recuerdo.
Después de la siguiente esquina, estaba la casa del ganadero Bartolo Noguera, hijo de Don Bartolo Noguera, el de la tienda y que también se dedicaba a la ganadería. Después, el domicilio de Don Chaguito Gil, propietario del rancho “El Pornevir” ubicado en el municipio de Macuspana a orillas del río Tulijá, quien era padre de Carlos César Gil, conocido como “El Jinete de la Pradera” y dueño del programa matutino “Mi Rancho el Porvenir”.
Luego vivía Rafael de la Torre, que trabajaba en la planta termoeléctrica, ubicada a un costado de la Colonia Magisterial, de la CFE, teniendo el cargo de operador de la casa de máquinas.
Para la esquina con la calle Lino Merino estaba la familia de don Edmundo Zetina, catalogado por el pueblo, como una “Joya científica”, por su sabiduría, era un gran literato, y tambien preparaba medicamentos que eran de gran valor para el combate de epidemias en ese entonces.
De Lino Merino a Pedro Fuentes lo cubre la Iglesia católica Santa Cruz y ahí terminaba la calle en esa época.
Del Baúl
En la década de los años 30, la gente contaba que por el rumbo de la Santa Cruz, hacia el centro de la ciudad, aparecía una llorona que causaba temor entre la gente del lugar. Cierta vez, los vecinos se armaron de valor, se unieron y fueron en busca de esa llorona. Resultó ser un sujeto, que se divertía asustando a la gente.
Comentarios: vhsa_antigua@hotmail.com
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