(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)
PRI, con focos rojos |
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Las cúpulas priistas pensaron que las elecciones del pasado día cuatro serían nada más de mero trámite. Total, según sus números y sus augurios, se trataría solamente de una ratificación de una serie de triunfos que desde meses anteriores habían dado por anticipados.
Se trataba, simplemente, de formalizar el carro completo, de ganar todo lo que disputara ese día, de llevarse las doce gubernaturas que estarían en juego. El triunfo, al fin y al cabo, lo venían cantando desde mucho tiempo atrás.
Era el regreso del PRI, el primer paso hacia Los Pinos, la consolidación del poderío electoral de los gobernadores. Eso venía a ser sólo el montaje de doce (o catorce) elecciones ya previamente ganadas. La retención de sus nueve gubernaturas y la recuperación de las tres que en ese momento se encontraban en manos de la oposición.
El triunfalismo priista era evidente. El PRI volvía a exhibirse como el viejo partido invencible en los estados, gobernados por él o por la oposición. La alianza PAN-PRD --y en algunas entidades con otros partidos-- no les estropearía la fiesta que ya tenían preparada sus cúpulas.
Sin embargo el cuatro de julio las cuentas alegres no salieron del todo. El PRI no retuvo sus nueve gubernaturas, sino que perdió tres de ellas, aunque esta pérdida la repuso --pero en situación de desventaja política y electoral-- con las dos que le quitó el PAN y una que le arrebató al PRD, y con dificultades ganó las de Veracruz y Durango, mismas que de haber habido coalición en contra suya en esas entidades no las habría conservado.
El PRI no lució todo lo triunfal que las cúpulas priistas anticiparan. Los gobernadores tampoco lucieron cuanta fuerza político-electoral se esperaba de ellos, sobre todo en los casos de Puebla, Oaxaca y Sinaloa, en donde inclusive fueron derrotados por la Coalición formada en su contra (o por la gente misma).
No se vio tampoco con medio cuerpo en Los Pinos ni ya como el seguro ganador de las elecciones presidenciales. Desde luego que muy lejano estuvo aquel triunfo rotundo y contundente tantas veces anunciado. Este cuatro de julio el PRI fue vulnerable y no invencible y esa idea de que la gente reclamara su regreso a la Presidencia, o su permanencia en las gubernaturas, no se reflejó por ningún lado.
Esto tendrá que prender focos rojos en el priismo nacional, porque desde luego que el PRI y sus candidatos no las tienen todas consigo y todavía no llega el momento en que ganen elecciones a como lo hacían antes, ni tampoco solamente por el poder de los gobernadores y el dinero del gobierno.
Las elecciones de este cuatro de julio prenden focos rojos, también, dentro del priismo tabasqueño, que desde hace ya varios años es minoría ante las fuerzas opositoras y aún así habría ganado la elección gubernamental en los últimos procesos electorales.
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