domingo, 25 de julio de 2010

Solo en Domingos: Francisco Peralta Burelo / Jul 25

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(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

¿“Y qué con que nos vean feo y feos los gringos”?

Cierto. “Los gringos nos ven feo… y feos” en sus películas (y seguramente fuera de las pantallas cinematográficas). Así lo pondera “El Universal” en un reportaje que publica en su sección “Kiosko”.

“A lo largo de la historia muchas películas estadounidenses han retratado a los mexicanos como delincuentes, corruptos, flojos, poco agraciados y capaces de venderse por una botella de tequila”, apunta el diario nacional.

Y así es. Y eso lo ha visto usted lector, lectora, en cualquier película norteamericana en donde aparezca en escena un mexicano. No nos tratan –o no nos retratan- bien; como que no nos encuentran un buen ángulo visual y siempre nos ponen feítos, mal vestidos, jodidos, con una botella de cerveza o de licor en la mano y tratando de hacerle una trampa a alguien o haciendo cosas indebidas, o aún ilícitas.

Cuando uno ve un peón o una mucama resulta ser que es mexicano, o mexicana, y que ni siquiera habla inglés, y con un español no exento de malas palabras y comportamiento poco educado. Es el malandrín, es el taimado, es el que anda viendo a quien rejode y se conforma con un pinche dólar; es la prostituta de Tijuana que se mueve en tugurios y en sitios de mala muerte y que se bebe unos tragos, se va al cuarto y se vende por unos dólares.

“Es un niño mexicano al que Kirk Douglas, en Lucha de Gigantes, arroja monedas para obtener información… Es John Wayne que conquista a una mexicana de prominente escote a cambio de una botella de tequila… Es el personaje de Katlen Turner que pregunta quiénes son los estúpidos que reciben a Steve Martin cuando un par de sirvientes mexicanos le ofrecen flores a su llegada… Es Inhala mostrando a México como el país idóneo para conseguir droga… Es el personaje violento, con pistola al cinto, divertido y menos inteligente que sus compañeros, el estadounidense Pato Donald o el brasileño Pepe Carioca, en Los Tres Caballeros de Walt Disney… Es el bandido…” documentó “El Universal”.

Ese es el mexicano, según la versión hollywoodesca. El estereotipo que el cine norteamericano le creó y con el que lo paseó por el mundo entero. La imagen “infame”, diría Ricardo Montalbán, “con que nos dañaron”. Son los villanos mexicanos a los que tres estadounidenses tontos lograban derrotar. Son los sucios, nada atractivos e ignorantes campesinos. Es la mujer periodista dispuesta a acostarse con el que fuera con tal de sacarle información. Es el policía en contubernio con el narco. México es la pobreza, la corrupción, la avaricia, la narcoviolencia, el indolente de gran sombrero recostado sobre una planta de nopal.

Y películas de ese corte nos ha tocado ver a muchos de nosotros –con mexicanos que viven sin dignidad alguna y en pobreza extrema- y ni siquiera hemos lanzado un chiflido o un grito de rechazo. A nosotros ya eso no nos indigna, pues lo vemos como algo natural en las películas norteamericanas. Pero como que se les pasa la mano con nosotros a esos pinches gringos.

En ese reportaje de “El Universal” se dice que los mexicanos “no nos quedamos atrás” (o bueno, no nosotros, sino que le atizan candela a los gringos y les crean una imagen no muy convencional ni muy buena que digamos, haciéndolos ver siempre como tarugos, tontos, bobos, fáciles de engañar, víctimas favoritas del ingenio mexicano, que les vuela a su mujer cualquier hijo de la raza de bronce, que comen picante y les da el mal de Moctezuma.

Bobos, y con cara de bobos, sacones ante el mexicano bragado, a los que se les quita un dólar con más facilidad que a un niño, a los que con un trago de tequila se les pone la cara roja y al rato están que se caen de pedos, que vienen a beber como náufragos en la frontera y a dejar su lana, que compran a precio de oro cualquier bagatela. Ahí sí que, más allá de nuestros productores y directores cinematográficos, los mexicanos no nos quedamos atrás ante los gringos, a los que botaneamos, satirizamos, jugamos bromas y nos desquitamos –según nosotros- de todo lo que nos han hecho ahora y siempre.

Usted lector, lectora, ¿no se ha reído de un gringo en desquite por lo que nos han hecho no solamente en sus películas sino en la vida real? Pero, bueno, ese es un desquite falso, porque la verdad es que a los mexicanos nos vale madre lo que los gringos digan de nosotros y la manera como nos retraten en sus películas.”Ya nos acostumbramos a que nos estereotipen así”, dice el analista cinematográfico Silvestre López Portillo, y pone como ejemplo que “la prueba máxima de que lo aceptamos sin decir nada es en Sex and the City, donde los personajes llegan a México y uno de ellos dice que no quiere agua mexicana porque no sabe de dónde la sacan, ¡y nadie dijo nada!”.

fcoperalta42@hotmail.com

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