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(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)
Poner orden cuesta muchísimo
Tabasco es --o era-- un estado caótico en cuanto su transporte público. Los concesionarios son una pandilla que la mayor parte de las veces están fuera de la ley. ¿Por qué están fuera de la ley? Porque sus concesiones le han sido concedidas casi siempre por debajo de la mesa.
La invasión de rutas ha sido tolerada por años. El negocio casi siempre ha sido el subsidio. Accidentes van, accidentes vienen. El pobre más pobre pone los muertos y no sucede nada. Nadie supervisa la calidad del servicio. Por años las destartaladas unidades siguen siendo ataúdes rodantes. Es el reino de la mordida, del desmadre.
Pero lo que me parece es el problema más grave es el de los llamados "pochimóviles". Nada hay más inseguro y aberrante que este medio de transporte, aparentemente muy barato, pero en los hechos el más inseguro. Rufianes sucios, conductores a los que nadie hace una prueba, ya no de destreza sino de "antidoping", circulan sin más gobierno que su propia gandallez.
Por eso la idea que tiene el secretario de la SCT estatal, Aquiles Domínguez Cerino, de regularizar las rutas y servicios en todo el estado, se ve como algo que puede resolver de una vez y para siempre el caótico servicio público, aun siendo este proyecto un intento muy difícil de realizar. Pero alguien debía empezar a hacerlo.
Domínguez Cerino dice que ya se metió en cintura el transporte de Cárdenas y que van por el de Comalcalco y el de la Ruta corta a Cunduacán. Pero debiera darse una vuelta por la ruta que va por los pueblos de Centla. Ahí sí que es el reino del desmadre… POSDATA: No entiendo la necedad de algunos presidentes municipales por imponer delegados afines a su proyecto. Es una grosera intervención que debieran evitar con un fin único: que la propia sociedad se desarrolle armónicamente sin tutelas ni paternalismo.
Me explico. Gane quién gane una delegación quedará siempre ante la autoridad del presidente municipal. Llámese perredista, priísta, petista o panista. Gestor de su comunidad, en la forma que pida estaría el dar. Ni modo que uno de esos delegados se pusiera al brinco, pues los que perderían finalmente serían únicamente quienes lo eligieron. Y si éstos no funcionan, su propia comunidad los quitaría.
Para empezar, el presidente municipal es la máxima autoridad.
Y en caso de equivocarse, sólo tiene que volver a mandar. No sé si en la ranchería Madero de Centla, Aquiles Reyes Quiroz se empecinó en imponer un delegado que luego la comunidad rechazó. Creo, porque conozco la inteligencia con que se conduce el ingeniero, que no partió de él esa intentona.
Quien mejor se condujo en la elección de delegados fue el presidente de Huimanguillo, Gerald Washington Herrera. Dejó que las comunidades escogieran a su gallo y luego, simplemente, se sentó para llegar a acuerdos con ellos. Y sin meterse en broncas. Obviamente, esa decisión lo dejó con toda la fuerza para resolver otros asuntos…
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