miércoles, 28 de julio de 2010

EDÉN POLÍTICO: Pedro Lara Hernández / Jul 28

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CALDERÓN, EL JAVIER AGUIRRE DE LA POLÍTICA

Los resultados obtenidos por los cabecillas en turno, son los únicos datos objetivos que hablan de los buenos o malos oficios que poseen quienes tienen el privilegio de dirigir a un conjunto de personas que representan a lo nacional y que deberían estar coordinados y dedicados a lograr metas que confirmaran que la estrategia utilizada por ellos es la correcta. Ese es el reciente caso del vasco Javier Aguirre en el fútbol y de Calderón en la política nacional.

Para aquellos que piensan que la política y el fútbol corren a distancias muy lejanas, les quiero comentar que eso no es verdad, Felipe Calderón y Javier Aguirre han sido tan similares en la improvisada forma que llegaron a sus cargos, en la conformación de sus equipos, en las pésimas estrategias para enfrentar los desafíos planteados y en las acertadas o defectuosas aplicaciones de los cambios durante el desarrollo del juego en sus respectivas equipos, características que para la mayoría del público observador, dejan mucho que desear, desaprovechando con creces la privilegiada posición que la vida les dio, y sobre todo, por las enormes cantidades de dinero que cobran por realizar sus respectivos fallidos trabajos.

Siempre he pensado que en la aplicación del conocimiento y talento que posee quien tiene la posibilidad de seleccionar a los integrantes de un equipo de trabajo está en mucho, la base del éxito de las metas que se desean alcanzar.

Si algo caracterizó desde siempre, al famoso vasco Aguirre fue que nunca tuvo un equipo base de la selección nacional de fútbol, todo el tiempo se dedicó a improvisar jugadores y formaciones, y este error lo refrendó hasta en el último juego del mundial, cuando se perdió ante Argentina, metiendo en la alineación al bulto del bofo y al cartucho quemado de Cuauhtémoc Blanco desde el inicio del juego, jugadores que para muchos aficionados y conocedores, ni siquiera debieron de haber ido al mundial.

Cuando los espectadores observamos el juego del fútbol o de la política, suponemos que el entrenador utiliza una estudiada estrategia que le garantiza en mucho el triunfo de su equipo, alineando a los que considera sus mejores jugadores, y luego, en el desarrollo del juego, realiza cambios de jugadores, cuando uno supone que los hace, porque sabe que algo está fallando, y los va sustituyendo por quienes tienen las características que seguramente corregirán los errores. Pero si observamos que partido tras partido se obtienen malos resultados desempeñando un pésimo papel, entonces todos coincidimos que quién está fallando, no son los jugadores, sino quien dirige el equipo. Así lo vimos con los pésimos resultados de Javier Aguirre en el fútbol, y así lo estamos viendo en la política con los resultados obtenidos por Calderón. Los constantes cambios en su gabinete dan muestra de sus desaciertos.

Suponemos que el vasco escogió a los mejores jugadores del país, lo mismo que pensamos hizo Calderón con su equipo de trabajo, pero ante los magros resultados de los dos, pensamos que no los seleccionaron bien. Lo curioso es observar en el anuncio oficial de los cambios que acaba de hacer Calderón, todos dijeron que estaban haciendo un trabajo extraordinario en beneficio del país y de su jefe, entonces muchos nos preguntamos, si eran tan buenos en lo que estaban haciendo, entonces por qué los corrió.

Ni en el fútbol ni en la política podemos dejar de lado la esencia de nuestra mexicanidad, y eso se refleja en todas las decisiones que tomamos. Javier Aguirre y Calderón no son ajenos a ella, sin duda seleccionaron a los integrantes de sus equipos en base a la amistad y a la lealtad, más que a su capacidad y efectividad. Y están a la vista de todos los mexicanos los pobres resultados de los dos, aunque la constante y costosa publicidad gubernamental pretenda todos los días engañar a los ciudadanos diciéndoles que en esos equipos están los mejores.

La diferencia que señala más a Javier Aguirre que a Calderón en sus errores, es que el campeonato mundial de fútbol duró solo un mes y el gobierno de Calderón dura seis años. Pero los procedimientos utilizados y los errores logrados son los mismos.

Ojala algún día la toma de decisiones para integrar equipos que representan a todo el país se tomen con otras bases, y no estoy diciendo que estén peleadas la amistad y la lealtad con la efectividad y la capacidad. La inteligente combinación de estos valiosos elementos, seguramente nos entregarían a los mexicanos mejores satisfacciones, mejores resultados, y desde luego, nos dejarían a todos un mejor sabor de boca que el que tenemos actualmente, la mayoría de los que vivimos en este descuidado país.

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