Qué ironía abordar el tema de los atentados a la libertad de expresión justo el día que muere a los 92 años el intelectual italiano Giovanni Sartori, autor de obras obligadas sobre política y comunicación. En su libro Homo Videns. La sociedad teledirigida, Sartori manifiesta su desconfianza en la revolución multimedia. De acuerdo con el escritor esta época marca la transformación del “homo sapiens” en “homo videns”, donde se impone lo intangible sobre lo tangible, “un ver sin entender que ha acabado con el pensamiento abstracto, con las ideas claras y distintas”. Por la violencia que ocurre en México, incluida la relativa a los asesinatos de periodistas y muerte de periódicos como El Norte de Ciudad Juárez, a partir del crimen de Miroslava Breach, bien se puede decir que más que transformación del “homo sapiens” en “homo videns”, asistimos en nuestro país a una regresión al “homo erectus”, durante la época de las cavernas donde dominaba la ley de la selva, la ley del más fuerte, el garrote por encima de la razón. Las estadísticas son inobjetables. Precisa la Fiscalía para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), que en seis años -de julio de 2010 al 31 de diciembre de 2016- se registraron 798 denuncias por agresiones contra periodistas. De esas 798 denuncias, 47 fueron por asesinato y lo grave es que la FEADLE informó solo tener registro de tres sentencias condenatorias: una, en el año 2012; y otras dos en 2016. O en otras cifras: el 99.7% de las agresiones no ha recibido una sentencia. Cita como ejemplo el caso del periodista Moisés Sánchez , editor del semanario La Unión de Medellín y quien fue secuestrado en Veracruz por un grupo armado el 2 de enero de 2015 y posteriormente asesinado. De las cuatro personas que recibieron formal prisión, ninguno ha sido sentenciado a la fecha. Y aquí es donde se impone la impunidad y la presencia del poder, pues el exalcalde de Medellín, Omar Cruz, presunto autor intelectual del asesinato según la Fiscalía, sigue libre y prófugo después de 700 días del asesinato. De ahí la conclusión de que la impunidad mata a la libertad de expresión: 47 periodistas asesinados y solo hay 3 condenas. Según cifras de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), con 11 asesinatos de periodistas y profesionales de los medios de comunicación en 2016, México se ubicó en el tercer lugar mundial, sólo por debajo de Irak y Afganistán con 15 y 13, respectivamente. Patricia de Obeso, coordinadora del Instituto para la Economía y la Paz en México sentenció ayer durante la presentación del Índice de Paz México 2017, que un país que no garantiza el libre flujo de información y en el que sus periodistas son asesinados impunemente no puede ser un país pacífico. Cuestiona: “Creo que lo más grave del tema obviamente es la impunidad, que las muertes contra periodistas generalmente quedan impunes. Pasan a un tema del olvide hasta que maten a otro y hasta que siga sucediendo y eso amenaza y da mucho miedo a los periodistas de este país. Creo que tenemos que protegerlos para garantizar que los mexicanos contemos con información, porque eso afecta mucho la percepción de inseguridad”. Estas cifras crudas, es el resultado de muertes de periodistas mexicanos como si fueran corresponsales de guerra, pero en su propio país, en una guerra no convencional, guerra de guerrillas en la disputa del territorio entre las bandas, donde los que estorban son los periodistas y en donde sobran los medios de comunicación, como el Diario Norte de Ciudad Juárez, que cerró sus puertas por no contar con las condiciones de libertad de expresión.
TIEMPO FUERA.- Y adiós a los “aviadores” y comisionados en la Secretaría de Educación, Cobatab y demás subsistemas: “La depuración de la nómina permitirá poner en orden las plazas docentes para que todas estén al servicio de la función educativa, mientras que en la asignación de las mismas se atenderán los principios de legalidad, certeza, imparcialidad, objetividad, transparencia y rendición de cuentas”. Arturo Núñez Jiménez
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