Armagedón
“¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus alas sin equidad!...”
Jeremías 22:13
El país de las injusticias…
Alfredo A. Calderón Cámara
Cuando la corrupción se desborda y contamina la estructura del poder suele resultar devastadora; la constante histórica del gobierno del Presidente Peña Nieto demuestra sus efectos desintegradores en el mismo sistema político que no acierta a reducirla. Hasta el momento el combate a la corrupción sólo ha consistido en raros procedimientos persecutorios propios de los sistemas políticos errados y cerrados. La indecencia del juicio de Javier Duarte de Ochoa deja sentir que cuando la corrupción es contemplada como un acto de desobediencia en el que incurre un inferior jerárquico, la respuesta es el castigo impuesto por el jefe o en su nombre, aunque es mala la consecuencia, es un mal menor. Fue esto lo que se ha hecho que por décadas porque el poder concentrado hacía que sólo se tuviera que responder ante el personaje situado en el vértice del poder, el Presidente. ¿Ha cambiado eso en algo? ¡En nada!
Si se analizan los esquemas históricos adoptados en otros regímenes herméticos en los últimos 70 años, se advertirá que se aplica el mismo patrón punitivo: el poder, para paliar la erosión de un régimen sin sustento democrático, castiga selectivamente las desviaciones de conducta. De esta manera mantiene la disciplina interna y procura la aprobación externa, la docena de años de gobierno de Acción Nacional fue extraordinariamente: más de lo mismo y aún peor en la ejecución de ese modelo de controles interiores funcionó en México durante décadas en el PRI y siguió tristemente funcionando bajo la docena gobernante panista, no perdió su eficacia al seguir gobernando la pareja presidencial como simple alternativa de un mal procedimiento semi cerrado en una sociedad abierta y que al final resultó simple y sencillamente disfuncional. Cada gobierno ha demostrado traer su propio veneno interno, su propia cicuta.
¿Opciones para delimitar o erradicar la corrupción? Bueno el último intento por limitar la corrupción desde adentro fue realizado como un ensayo sin éxito en el gobierno de Miguel de la Madrid, cierto es que la historia registra que en el círculo cerrado muchos se vestían de mujer. Pero su principal lema de campaña llevó aquella famosa frase de la "renovación moral de la sociedad", y una vez en el gobierno la también famosa Secretaría de la Contraloría, ejerció la función de inhibir y perseguir la corrupción. Durante varios años pareció ser suficiente con esa institución, pero pronto, demasiado pronto envejeció conforme la apertura y el pluralismo aumentaron: se dieron cuenta que en la corrupción cabemos todos. Hasta llegar la respuesta correcta de José López Portillo de “la corrupción somos todos”.
Tiempos son estos en lo que la corrupción sin consecuencias se multiplica porque ahora es más ofensivo observar cómo se premia el cinismo. Políticos y política ésta desprestigiada por la corrupción y el manto de impunidad. Es necesario ampliar y consolidar controles que contribuyan al ejercicio honorable de las funciones públicas. La Auditoría Superior de la Federación ha dado buenos resultados en cuanto a identificar muchos problemas, pero carece de instrumentos para aplicar las soluciones. México sigue siendo el país de las inmensa e inexplicables fortunas al amparo del poder, sigue siendo el país de las injusticias…
EL SEPTIMO SELLO
En la actualidad cuando el instrumento más eficaz para contrarrestar la corrupción pareciera residir en la libertad de información: demandas millonarias, muertes sin razón y juicios cínicos donde la PGR no da una, nos hacen volver a la realidad. Se piensa y se piensa mal que las investigaciones de los medios de comunicación, el acceso a la información y las redes sociales han servido para contener ese flagelo…
LA SEPTIMA TROMPETA
Con la cantidad de información que ha brotado de la corrupción emanada del Presidente Peña Nieto en cualquier otro país ya habría sido causa de su renuncia y encarcelamiento; sin embargo esto en México no es suficiente; la impunidad es el punto sobre las íes. Cierto es que antes poco se hacía contra los corruptos porque se carecía de datos; ahora que se dispone de evidencias también es cierto que poco o nada es lo que se hace. La única diferencia es que lo que entonces se suponía ahora se sabe con certeza, pero los resultados y consecuencias de la grotesca corrupción tienen nombre y apellido y sigue siendo igual: impunidad. También puede revisar esta columna en el portalhttp://www.elimparcialdetabasco.com/. A sus órdenes al teléfono 9932951489.
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