martes, 10 de julio de 2018

#TABASCOPOLÍTICO / José Luis Gutiérrez Gutiérrez / BAJO SOSPECHA / #Columna / Mar Ju 10

TABASCO POLÍTICO

José Luis Gutiérrez Gutiérrez
jlggutierrez@hotmail.com

BAJO SOSPECHA

Será hasta los primeros meses del gobierno federal y de los gobiernos estatales cuando sabremos con precisión rayana si Enrique Peña Nieto y sus pares locales negociaron su salida con Andrés Manuel López Obrador y con quienes entrarán a relevar a los actuales mandatarios que no lograron retener la gubernatura.

Si los escándalos de la Casa Blanca, Odebrecht, Estafa Maestra, Socavón… y las corruptelas de los funcionarios en las entidades quedan impunes se habrá comprobado no solo la traición del inquilino de Los Pinos (como lo planteó Beatriz Pagés en el editorial de la revista Siempre) y de la nomenklatura priista del edificio de Insurgentes Norte, sino también la de algunos virreyes.

Si la imposición en la candidatura presidencial de José Antonio Meade Kuribreña causó inconformidad en la clase política priista, la terquedad de Enrique Peña Nieto por mantenerlo contra viento y marea en la disputa por la titularidad del Poder Ejecutivo federal generó más desconfianza dentro y fuera del PRI.

Que sería alimentada cuando el tabasqueño dio un giro -a mitad de la campaña formal- de 180 grados a su discurso en contra de la “mafia del poder”. De radical, rijoso y virulento pasó a ser casi amoroso.

Si el arreglo no se hubiera realizado -suponiendo sin conceder- lo más seguro es que los resultados electorales obtenidos el 1 de julio a favor de los candidatos de Morena no hubieran cambiado mucho el nuevo mapa electoral de la República Mexicana, empero, habría quizás amainado la fuerza del tsunami que los arrastró (sin misericordia alguna) a los opositores.

Si bien es cierto, que el triunfo del paisano era inevitable, Peña Nieto y los mandatarios estatales pudieron haber jugado un rol más determinante en la integración del Congreso de la Unión, en las propias cámaras locales y en sus relevos, principalmente en aquellos estados en los que perdieron hasta la camisa.

Es precisamente, esta victoria abrumadora de los abanderados de Morena, que ni ellos mismos se esperaban, lo que ha provocado un sinnúmero de conjeturas que pone bajo sospecha a Enrique Peña Nieto y a todos los que desde el poder pudieron haber evitado la masacre electoral que llevó a que el PRD, PVEM, PANAL y PSD perdieran su registro nacional.

Y lo que terminó de aumentar la sospecha de que el exgobernador del Estado de México pactó en lo oscurito con López Obrador.

La actitud relajada -demasiada, diría yo- que mostró en Palacio Nacional el Primer Magistrado de la Nación durante la reunión con el tabasqueño en la que negociaron los términos de la rendición de la fortaleza presidencial fue otro indicio que reforzó la hipótesis del complot Peña-Obrador.

Si no ocurre nada con los ex y secretarios de Estado que durante el sexenio “peñista” se vieron involucrados en graves problemas de corrupción como Gerardo Ruiz Esparza, Emilio Lozoya Austin, María del Rosario Robles Berlanga…el supuesto acuerdo orquestado desde la residencia oficial de Los Pinos habrá quedado demostrado, de lo contrario, todo fue una trama para justificar la mega paliza que llevó el PRI y los restantes partidos políticos.

Y lo mismo va para los gobernadores electos que el 1 de enero tomarán posesión de la encomienda que ganaron en buena lid.

Mientras tanto, hay qué esperar pacientemente cómo va a ir acomodándose el nuevo tablero del ajedrez político nacional y local.

Las nuevas circunstancias políticas obligan a ello.

“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”
(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


Adán Augusto López Hernández y los alcaldes electos de Morena, PRD y PVEM tienen todo el tiempo del mundo para armar un equipo de trabajo de primera.

En Tabasco hay gente experimentada y preparada para asumir cualquier responsabilidad en cualesquiera de los tres niveles de gobierno.

Ninguno de los que van a gobernar puede darse el lujo de poner a personas que no tenga el perfil idóneo para X o Y encomienda como ha venido sucediendo desde hace décadas.

Desde sus inicios los nuevos gobernantes deben de demostrar que las cosas se pueden hacer mejores que en el pasado, y qué mejor que integrando a colaboradores probos, leales, comprometidos, eficientes y eficaces.

Va a ser una muy mala señal ver a servidores públicos tachados de corruptos como muchos de los que rodean a López Hernández y a varios de los ediles.

Deben estar los mejores hombres y mujeres.

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