lunes, 26 de septiembre de 2016

TABASCO POLÍTICO / José Luis Gutiérrez Gutiérrez / RELEVO INFECUNDO / Columna / Lu Sep 26

TABASCO POLÍTICO

José Luis Gutiérrez Gutiérrez
jlggutierrez@hotmail.com
Publicado en tabascopolitico.com.mx

RELEVO INFECUNDO

            Así como los relevos en el gabinete “núñista” no han dado los resultados esperados, principalmente en las secretarías de Comunicaciones y Transportes (SCT), Seguridad Pública (SS) y Policía Estatal de Caminos (PEC), la llegada a la PROFECO de Pedro Orlando Aldecoa Calzada está destinada al fracaso.
            Con la salida de Máximo Moscoso Pintado perdimos todos los consumidores. El inesperado cambio de uno de los mejores delegados federales está motivado por cuestiones políticas, pero la causa capital de su cambio hay que buscarlas en los poderosos intereses que tocó durante su acertadísimo desempeño, sobre todo si lo comparamos con el ineficaz y deficiente trabajo de la mayoría de sus desleales ex homólogos.
            Con Aldecoa Calzada no va a ocurrir nada relevante en la PROFECO, tal y como sucedió cuando estuvo ahí. Volverá a ser el elefante blanco que fue hasta antes que llegará Moscoso Pintado, que radicalmente la transformó, cualitativamente la cambio, haciéndola una dependencia federal de mucho respeto y miedo.
            En Tabasco no habíamos visto que se castigará con la ley en la mano a los abusivos propietarios de las gasolineras, casas de empeño, gaseras, negocios de autopartes, supermercados, abarroteras, tortillerías, y un largo etcétera, etcétera. Ningún comercio estaba a salvo si pisoteaba los derechos de los consumidores.
            El pecado del ex delegado es que se tomó su trabajo muy en serio, muy a pecho. Prefirió abandonar el confort de sus oficinas, canceló las negociaciones turbias con los depredadores empresarios acostumbrados a reetiquetar productos sin consideración alguna para los explotados consumidores.  Asumió con responsabilidad y entereza su trabajo, y el pasado viernes le cobraron la factura.
            Mediáticamente se manejó muy bien. Denunció cuantas veces fue necesario, como ninguno de sus antecesores, los cotidianos abusos de los integrantes de la iniciativa privada que se dedican a vender. No se anduvo por las ramas, ni con medias tintas, pues hasta a PEMEX involucró en el tema de las bombas de gasolinas. Así como a las dependencias federal y local que no hacen su trabajo, que se hacen de la vista gorda, por las “mochadas” que reciben de los dueños de los comercios. Sin omitir, claro está, la extensa campaña de concientización hacia los consumidores para defender sus derechos.  
            Se había convertido en una amenaza seria y de cuidado para todos, por ello había que presionar arriba, allá en el edificio de Insurgentes Norte y en San Lázaro, para su renuncia. Y para ello contó con la complicidad no solo de Carolina Monroy del Mazo, sino de Liliana Ivette Madrigal Méndez y Miguel Á Valdivia de Dios, entre otros, pues hasta a la diputada Gina Trujillo Zentella se le acusa.  
            No hay la menor duda, políticos y empresarios se confabularon para echarlo de la PROFECO. Su posición golpeaba las carteras rechonchas de billetes y tarjetas de créditos, y de paso, ponía en entredicho acuerdos deleznables entre empresarios y políticos. Su salida era inminente, impostergable como finalmente sucedió.
            Diría Andrés Manuel López Obrador “la mafia en el poder” lo despidió por no convenir a sus intereses mezquinos.
           Sin lugar dudas, se va a extrañar la presencia de Máximo Moscoso Pintado en la PROFECO, más aún, cuando quien llega, es un insulso político con fama nada grata.
            De nuevo los consumidores quedaron en la indefensión total. Están de plácemes, y en verdad, tienen motivos suficientes para estarlo. 

“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”
(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)

            A nueve meses de su llegada a la secretaría de Salud, el doctor Rafael Arroyo Yabur ha políticamente funcionado muy bien. Se distendieron los conflictos existentes, a punto de reventar, durante el periodo de su ex par Juan Antonio Filigrana Castro, y hoy flamante coordinador de Asesores.
            El cometido capital de su arribo funcionó de maravilla, empero, la situación en los hospitales de la entidad, sigue, por desgracia, siendo desastrosa. Ha literalmente empeorado.
            Salvo sus contadísimas excepciones, el trato de los doctores, enfermeras y personal administrativo y de trabajo social sigue siendo indignante. Lo tratan a uno con la punta de los pies, y más si es usted de la clase jodida, que son la mayoría de los tabasqueños, y avecindados aquí, para acabarla de amolar.
            El caso de la madre que tuvo a su bebe a unos metros del nosocomio de Especialidad de la Mujer, es uno de los tantos casos de manifiesta negligencia, irresponsabilidad e inhumanidad que con frecuencia se presenta en todos los hospitales y centros de salud.
            Sabemos que el problema de fondo, es un asunto de recursos económicos, pero también de sensibilidad y profesionalismo, sobre todo de humanidad.
            Si las enfermeras o, mejor dicho, todo el personal de salud, tratara con calidez a quienes por necesidad acuden a esos hospitales, muchísimo se lo agradecerían, toralmente aquellas mujeres y hombres que llegan muriéndose de dolor y sin nadie a su lado que los acompañe y en condiciones verdaderamente lamentables.
            En serio, hay que ponerse un ratito la mano en el corazón. No hay que ser tan inhumanos e indolentes ante el sufrimiento de nuestros semejantes, no se lo merecen y no tienen por qué ser despreciados de la manera en cómo son tratados, ninguneados en esos lugares, y más aún, cuando el pago de su trabajo se lo deben a los contribuyentes.
            De verdad, “no se vale”, expresaría el tío Nelo.

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