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México: crisis de crisis.
La crisis política en el País, en lugar de encontrar rutas de razonable negociación, cae en picada y se entrampa en medio de un terrible lodazal. Lo ocurrido hace días en la Cámara de Diputados es apenas una probadita de ello. Surge por falta de escrúpulos del gobierno federal, al avalar, con firma del Secretario de Gobernación –sin duda a nombre de su Jefe- un documento que contiene acuerdos para el paquete fiscal y en lo electoral. Éste no solo sirvió para asestar tremendo golpe a la economía popular, sino para exhibir, una vez más, la incongruencia política, la estulticia que hunde a la nación .
Calderón no cumple lo pactado del paquete fiscal e impulsa la alianza más incongruente: PAN (derecha histórica) PRD, PT y Convergencia (izquierda en construcción). Las fracturas se multiplican, tanto al interior del gobierno federal –como ejemplo el Secretario de Gobernación renunciando a su partido familiar- como en estructuras partidarias, como corolario de lo anterior o previamente.
Así se acentúa la crisis política, cerrando puertas a los acuerdos posibles, que darían cauces de alivio a las otras crisis –la económica y la social- que amenazan la paz social. Pocas voces –Muñoz Ledo de izquierda, Corral de derecha, para dar nombres que resaltan- trataron de encausar el debate, pero éste nació muerto y corrupto.
No es que nos asusten las alianzas. Estas se dan por doquier en el Planeta, sobre todo con el afán de avanzar en la gobernabilidad. Pero siempre con miras claras, con objetivos nacionales invariables, que son comunes a las plataformas ideológicas y programas de acción de los coaligados. Estas alianzas también se dan cuando es necesario sacar adelante algún proyecto o acuerdo que beneficie a la sociedad. Ni uno ni otro caso ocurren, entre los partidos que irán juntos en los próximos procesos electorales. No hay elementos que cohesionen a tales grupos.
Se dice –para cubrir el expediente- que la razón fundamental es terminar con cacicazgos, que existen en la mayoría de los estados en que se plantearon dichos acuerdos. No hay duda que la “soltura” –que nada tiene que ver con la democracia- con que se maneja la política, desde que hubo la alternancia en el 2000, provocó que, al interior de los partidos en el poder, se presenten “purgas” encubiertas, que dejan fuera de participación electoral, a cuadros de niveles diferentes, sin aplicar las medidas convenientes, para mantenerles cerca del partido, en el poder estatal, en cada caso.
En ocasiones, no solo se les opusieron obstáculos insalvables, en tiempo y forma, para participar –como en la elección de medio período en el 2009- sino que se buscó y obtuvo el contubernio de personeros de órganos electorales para, “legalmente”, cerrar el paso a quienes intentaron participar en las contiendas internas de cada partido.
Algunos de los afectados optaron por otros horizontes políticos en que no se coartaran sus libertades. Ahora son representantes electos, a diversas tareas, de otras instituciones políticas, que les “cacharon” por su viabilidad para dar buenos resultados en las urnas. Otros esperan mejores tiempos democráticos, en las filas de sus partidos.
Pero tal momento de la crisis política, se realimenta en la persistencia del grupo alrededor de Calderón, decidido “a como de lugar”, a obtener provechos del poder que ostenta, así sea a contrapelo de intereses, tanto de grupos, como generales de la nación. Para ello actúa como si contara incondicionalmente con las fuerzas armadas.
Los soldados fueron impulsados en un laberinto de conflictos, que empieza a molestar a la sociedad, que siempre ha respetado a quienes provienen del pueblo y a el se deben. El Congreso tiene el compromiso de salvar el costo de tales acciones, que en seguimiento a su divisa de “siempre leales”, han tenido que echarse encima los hombres y mujeres en armas.
Por encima de todo, las fuerzas armadas son leales a la doctrina, forjada con sangre de sus héroes y mártires, en doscientos años de luchas. Así fueron forjando el coraje y la decisión de morir por la patria, o vivir, para el bienestar de sus pobladores.
De poco servirá al gobierno federal apretar el nudo en torno a los partidos políticos, para buscar nuevos acuerdos, cuando está corroborando su incapacidad para cumplirlos. Hoy el poder se diluye, entre los tres órdenes de gobierno. No es fácil la presión, ni a municipios, menos aún a estados de la Federación. El presupuesto, cada vez –en razón de acuerdos con los diputados- se comparte en mayor medida, entre todos. Aún falta para que una porción mayor del pastel financiero –presupuesto anual- de mayor movilidad a los estados, pero sobre todo a los municipios.
En manos de los legisladores está darle mayor posibilidad financiera para atajar problemas, en el nivel local, a los munícipes; allí se concentran pruebas palpables de la miseria que corroe a la mayoría de los mexicanos.
Este si es un tema urgente de atacar en el Congreso. Ojalá lleguen las aguas mansas para que puedan trabajar y no se dejan llevar, nuevamente, por los cantos de las “sirenas falsarias” del poder federal.
Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com
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