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(Publicado en el Diario El Heraldo de Tabasco)
Excelencia educativa distante
Determinar si un maestro es bueno depende de ser, por lo menos, apto para impartir una óptima enseñanza y lograr que sus alumnos conquisten buenos resultados en sus exámenes; además, el docente debe contar con entusiasmo, claridad y variedad en la instrucción, a través del uso de diferentes materiales para tal efecto, entre otras cosas.
Me ha tocado platicar con personas egresadas de alguna universidad (o todavía en proceso de formación profesional), que dejan mucho que desear a la hora de ejecutar los conocimientos que, se supone, por casi dos décadas debieron adquirir en las aulas. Existen otras que exhiben, a simple vista, una extraordinaria sabiduría, capacidad y destreza en su trabajo.
No es lo mismo, aclaro, hablar de lo asimilado teóricamente que ponerlo en práctica. Hay quienes tienen un verbo divino. Envuelven a cualquiera con su elocuencia, pero su desempeño en el área laboral no es la idónea. El dilema esta en quien tiene la culpa.
Mayormente, maestros y alumnos se acusan entre sí. Los primeros señalan a sus discípulos como incapaces, y, estos a su vez, critican a sus mentores y los definen incompetentes. El punto es que al paso del tiempo egresan más jóvenes con (mal) formación académica.
Me voy a enfocar en una nota publicada ayer en un diario de circulación local (el tema se ha tratado infinidad de veces), en la que se exteriorizan algunas deficiencias del magisterio.
Por ejemplo, los maestros son faltistas. Esto es algo que todo mundo sabe. Nadie en la entidad ignora que los días de quincena los encargados de aplicar la enseñanza abandonan las aulas para ir a las oficinas de la Secretaría de Educación, cuando el método de cobro en ventanilla ya es arcaico y obsoleto, pues existen tarjetas bancarias para tal efecto.
Los viernes, en su mayoría, no asisten a cumplir con sus funciones, porque, según ellos, hay congresos (así debe llamarse algún antro). No pueden cumplir ni siquiera con 200 días establecidos en el calendario escolar, en tanto que un empleado de cualquier empresa se debe fletar alrededor de 300 días al año para ganar mucho menos que un profesor y medio llevar el sustento a su familia.
Asimismo, hay que tener cuidado de no ofender a los pedagogos, porque inmediatamente el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Educación de Tabasco (SITET) convocan a un paro laboral y mandan al diablo su compromiso con la enseñanza de los chamacos.
Algunos docentes, más audaces que otros, se dedican a la grilla sindical. Éstos gozan del beneficio de ser comisionados para ocupar una cartera en su organización gremial, mientras cobran hasta en dos plazas. Total, el gobierno debe ceder a la presión y el chantaje para que no hagan marchas, mítines, plantones o bloqueos educativos por tiempo indefinido.
Los maestros tienen un buen sueldo, ganan entre 10 y 20 mil pesos mensuales, según el nivel que ostenten, y gozan de mayores prestaciones que cualquier empleado común, pero definitivamente han perdido la pasión por la enseñanza. Si sus alumnos aprenden o no, es algo que no les interesa. Exterminan, además, los sueños de las nuevas generaciones en vez de instruirlos para que sean triunfadores en la vida.
En una ocasión, un compañero de estudios de uno de mis hijos en el Colegio de Bachilleres se acercó a un catedrático a pedir consejo. Le dijo que quería ser político (el muchacho tenía aptitud) y el mentor le respondió que mejor se dedicara a vender tamales, porque jamás iba a lograr ese anhelo por el hecho de vivir en una colonia popular.
Sin embargo, su sorpresa fue total cuando unos años después acudió a solicitar cita con un funcionario y lo encontró desempeñándose como secretario particular... Exacto. Adivinó usted. El muchacho se cobró la afrenta y lo dejó con un palmo de narices.
Desde mi muy personal punto de vista, es necesario el endurecimiento de la mano gubernamental para exigir el cumplimiento de los compromisos a los encargados de impartir la educación en Tabasco. No puede ser que la Secretaría en el ramo esté secuestrada por dos organizaciones sindicales que no defienden los derechos de los trabajadores sino la holgazanería e irresponsabilidad de sus agremiados.
Si las cosas siguen como van. Es seguro que nunca se van a revertir las estadísticas educativas en la entidad.
Sasson
Los agremiados a la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros (UNTyPP) marcharon este jueves en Coatzacoalcos, en defensa de los derechos laborales de Carolina Navarrete, Alejandro Corona, Carmen Camacho, Arturo Castellón Valverde, Magdalena Torres, Florentino Villegas, Pablo López Figueroa, Juan Antonio Cervantes Villegas, Erasto Luis de la Cruz y Martín Reyes Hernández, quienes fueron despedidos por Pemex, en diferentes estados de la república, por ostentar algún cargo de liderazgo en esa nueva organización.
La represalia tuvo efecto una vez que la Secretaría del Trabajo otorgó la toma de nota y el registro número STPS 5878, para la constitución legal de la Unión hacia el interior de la paraestatal.
El error cometido por la empresa es que al final de cuentas los tendrán que reinstalar y pagarles todos sus emolumentos generados durante el tiempo que dure el juicio.
¡Qué malos asesores jurídicos tiene la empresa! Por no decirles de otra manera.
sasso89@hotmail.com
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