Abiud Pérez Olán
abiudperez@hotmail.com
(Publicado en el Diario Rumbo Nuevo)
El hombre a su paso por la tierra, siempre debe dejar huella, un hombre que no construye nada y que durante su estancia de vida no fue capaz de ser creativo y aportar algo a las nuevas generaciones, es un ser que no fue agradecido con Dios y despreció su tiempo de vida.
Es imposible creer que haya tanta bajeza humana, cuando los hijos abandonan la casa para buscar su forma de vida y con ese pretexto se olvidan de quienes con anhelo y esperanza los procrearon, habiendo puesto en ellos la ilusión de su vida, en muchos casos, sin saber, los padres buscan la continuación de sus vidas a través de los hijos y en otros su futuro, pero jamás encontraron respuesta y más aún, mueren abandonados por los que al nacer fueron más que su ilusión, el sacrificio de crearlos.
Un padre debe representar para el ser humano TODO, porque de ello se emanará lo siguiente y así la vida tendría otro sentido, un camino hacía el bienestar familiar, la envidia, la traición y la ambición, es hoy por hoy lo que hace que los hijos no volteen a ver por su padres y sigan fomentando una deshumanización en donde tarde que temprano serán presas de la misma soledad en que dejaron a quienes lo trajeron al mundo.La vida es tan corta que no alcanzan el tiempo para devolverles a los padres los sacrificios que por sus hijos hicieron cuando estos vienen al mundo y son esperados con ansiedad de amor.
En mi caso muy particular no me puedo quejar de esta vida, tengo 51 años y el próximo 29 de abril estaré cumpliendo 52, el pasado viernes, hace ocho días, viví una de las experiencias más tristes y que difícilmente se puedan olvidar, pero me reconforta haber hecho lo correcto, amar y cuidar a mi padre como se lo merecía, como un rey, además de entregarlo a la madre naturaleza como él quiso propiamente.
A sus 84 años de edad, Don Beno, ya necesitaba descansar, una enfermedad degenerativa se hizo presa de su humanidad, verlo sufrir y la forma en que día con día su aspecto cambiaba me llenaba de tristeza, por ello, cuando el viernes a eso de las diez de la noche y unos minutos, le dijo adiós a su paso por la tierra, le di gracias a Dios y lo hice como sabía que le gustaría, sin hipocresías ni falsedades, nadie más que quienes estuvimos cerca siempre de él, habríamos de saber que siempre fue un hombre excepcional y muy diferente, nunca actuó como manada y siempre descontento, pero positivo, a ello le debo mi formación y mi carácter, me enseñó a ser diferente, agradecido, servicial, pero jamás servil y siempre pugnando por algo nuevo.
Soy de la idea de que todo se debe dar en vida, después de muertos los lamentos y lloriqueos son parte del descargo de la conciencia, no soy simpatizante de los tumultos y romerías cuando de entregar a un ser querido ante Dios se trata, en mi particular punto de vista es un agravio, así me lo enseñó él mismo, por ello dando gracias al Creador se lo entregamos con la solemnidad que merecía, en un total culto de quienes lo amamos sin fingimientos, con mucho amor.
Don Benito Pérez Gerónimo, fue oriundo de la Barra de Tupilco en Paraíso, Tabasco, lugar donde yo también nací, estuvo casado con doña Margarita de los Santos Olán, mi madre aunque no lleve los mismo apellidos, (fue culpa del juez del Registro Civil), ambos procrearon once hijos de los cuales uno falleció de niño, diez aún viven y su vida la dedicó al campo y a la pesca, labores que tuvo que dejar por su enfermedad que lo atacó hace unos diez años
Hace ocho días partió mi padre rumbo al infinito, a su paso dejó una estela de recuerdos y una enseñanza que me ha servido para engrandecer mi vida, a su carácter y a su voluntad de hacerme un hombre libre desde mi niñez, permitir que mi formación se hiciera como a mí me gusta ser y como siempre vi su actuar, responsable y con un gran corazón; trato siempre de tomar muy en cuenta sus consejos, algo que siempre me retumba es que me decía que a la bondad no hay que llamarle pendejadas y no hay que permitir los abusos, vengan de quien vengan y sobre todo a los amigos hay que llamarlos como tal y los enemigos por como lo que son.
Su partida me dolió y al mismo tiempo sentí un descanso espiritual, su funeral fue algo muy especial, como siempre he creído que debe de ser la partida de un ser querido, un acto sagrado, pensando siempre en lo solemne y celestial, por siempre y con un gran legado y una herencia espiritual que he disfrutado y que me ha servido para ser como soy, un hombre que ama la vida, a los amigos, a mi familia y siempre tratando de crear algo nuevo, tratando de darle a mi familia y a mis padres satisfacciones y bienestar.
Juzgarme yo mismo como soy, sería vituperio, pero estoy seguro que lo que hago y seguiré haciendo es parte del legado y herencia que mi padre me dio, ser un hombre en toda la extensión de la palabra y no porque lo haya dicho mi abuela Susana, madre de mi padre que fue la partera que ayudó a mi madre a traerme al mundo.
Gracias don Benito por haberme dado la satisfacción de conocer al ser humano, por haberme dado la libertad y la vida, por haberme formado y haber permitido crecer como soy, por haberme dado la oportunidad de conocer la gloria y el dolor.
Su voluntad fue cumplida, su funeral fue sin lloriqueos y con el amor que siempre le tuve. Descanse Usted en Paz.
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