domingo, 28 de marzo de 2010

Opinión: Víctor Manuel Barceló R. /Mar 28

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Binacional E. U.-México: ¿más de lo mismo?.

La confusión, dolor y enojo superlativo, se apoderan de México. Ya no sabemos, bien a bien, quien masacra a quien; quien cuida de intereses y vidas. Los jóvenes entran ahora en las hostilidades y pagan con sangre su presencia en lugares, formas y situaciones, antes normales, hoy campos de batalla improvisados. ¡Se parece esto tanto a Colombia!, que preocupa enormemente y debe llevar a emergentes acciones.

Mi paso por Colombia, en el servicio exterior –años 70s del siglo XX- permitió conocer como se daban, similares estrategias, con los mismos resultados y dolencias, siempre bajo la supervisión y guía de los estadounidenses, ahora “metidos hasta en la sopa” dentro de ese país hermano. Triste destino si tiene que ocurrir lo mismo en el nuestro –o lo que queda de nuestro-. Por lo pronto, en 2009, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) realizó 97 recomendaciones a autoridades involucradas en lucha antinarco. De éstas, no admitieron 22 las autoridades observadas. De 75 restantes, 10 son atendidas. ¿Debe ocurrir eso, en un medio que dice vivir en “estado de derecho”?.

Expertos señalan, respecto a la fallida estrategia, que involucra a las fuerzas armadas creadas para otros fines. Nueva violencia contra pueblos, está llevando a la militarización de ciudades y regiones. Ciudad Juárez –tres funcionarios del consulado estadounidense, asesinados- y violencia y muerte, en otros puntos cerca de la frontera con el imperio, dan pretextos al Pentágono, para ingerencia en esa zona. El presidente Barack H. Obama comunicó su indignación ese mismo día y anunció el envío de agentes de FBI y otras corporaciones para investigar el crimen. El personal estadounidense va a ser cuidado, dijo la FBI.

La secretaria de Seguridad Interior (Napolitano) declaró que la presencia del Ejército Mexicano en Juárez no ha servido para nada. El embajador (Pascual) honra la acción ingerencista de todos los tiempos, con declaraciones en tono no usado en la diplomacia entre nuestros dos países. El 23 de marzo pasado, llegó a México Hillary Clinton y otros ocho integrantes del gabinete de seguridad de Obama. Calderón fue convocado a reunión, en Washington, los días 19 y 20 de mayo.

Nuevamente, como en el siglo XIX, hay entreguistas de abolengo. Ramón Galindo, senador panista por Chihuahua, reafirmó la supuesta necesidad de una policía binacional que patrulle ambos lados de la frontera (Milenio Diario 16- marzo-2010) y locutores de Televisa y TV Azteca -junto a columnistas de diversos diarios- realizan campaña para insistir en que es problema conjunto, parte de un pretendido modelo binacional de desarrollo, que jamás ha existido.

La reacción imperial se concretó en el llamado a una reunión urgente, del Grupo de Alto Nivel de la Iniciativa Mérida, México-Estados Unidos, creada contra la delincuencia organizada (narcotráfico, tráfico de armas y lavado de dinero). Ésta se realizó el martes pasado, en la Ciudad de México. Allí, con la plana mayor de la seguridad nacional estadounidense, se hizo un repaso, no solo de los problemas de seguridad en la frontera común, sino de la política nacional en cuanto a los temas económico-sociales y su relación con la delincuencia.

La secretaria Clinton, precisa en su mensaje final, dado en la Cancillería mexicana, los alcances de la reunión y sus acuerdos: “Estamos –afirmó- expandiendo la Iniciativa Mérida más allá de lo que tradicionalmente fue su consideración, porque no es sólo la seguridad; sí, eso es muy importante, pero también tiene que ver con construir instituciones, de hacer un trabajo de extensión, de inclusión para las comunidades, la sociedad civil y trabajar juntos para el desarrollo social y económico”.

Menuda tarea para la diplomacia mexicana, en funciones, poner en justa medida esta “…nueva etapa de la cooperación bilateral”, apoyada en “responsabilidad compartida, confianza mutua, respeto a la jurisdicción de cada país y la complementariedad de los esfuerzos nacionales y de cooperación regional”. Sobre todo porque bajo tales postulados, se revisaron políticas internas, precisándose como acciones conjuntas: “…desarticular la capacidad de las organizaciones delictivas que actúan en ambos países”, fortalecimiento institucional en cuanto a seguridad y la justicia, “…promoción de la plena observancia de los derechos humanos y de la participación activa de la sociedad civil”.

Habrá que esperar mayor información de como se aplicarán las medidas y por quienes, para el “fortalecimiento de la cohesión social de las comunidades de los dos países, favoreciendo el desarrollo integral de los individuos”. Se dice lo que, por ahora, no se hace: “aprovechar la totalidad de las capacidades del Estado”; reconocer “los papeles fundamentales de nuestros respectivos poderes Ejecutivos, Legislativos y Judiciales en los esfuerzos por combatir de manera eficaz a la delincuencia organizada trasnacional”, reiterando “el compromiso de fortalecer el diálogo y la coordinación entre poderes”.

Interesante resulta el acuerdo de “ambos gobiernos (quienes) se comprometen a redoblar sus esfuerzos respectivos para combatir la corrupción”. Se inscribe en el texto que: “por su parte, el gobierno de México seguirá enfrentando decididamente a la delincuencia organizada e impulsando las reformas legales necesarias para modernizar sus estructuras policíacas y judiciales, combatir la impunidad y fortalecer el Estado de derecho”. Total: tendremos mayor presencia policíaca y militar, tanto para cuidar a los agentes del imperio que actúan en territorio nacional, como para coadyuvar con los órganos del gobierno mexicano, en el combate a la delincuencia organizada. Más otros asuntos que irán surgiendo en el camino de la penetración imperial.

Hasta hoy, la militarización del territorio mexicano, impuesta por los dueños de la globalización, lleva tres años de violencia y cerca de 20 mil muertos. Está impulsando al gobierno a insistir en políticas neoliberales; muy a pesar del esfuerzo de miembros prominentes del Congreso, opuestos a tales medidas.

Energéticos, alimentos, minerales y lo que vaya requiriendo el imperio caen, por distintas rutas y mecanismos perversos, en manos de transnacionales. Se debilita de manera continua la soberanía sobre nuestros recursos, porque las formas de la democracia no funcionan para servir al país. Son aprovechadas para servirse de él. En tanto, la ola de violencia, altera las libertades individuales y colectivas.

Se habló en la reunión, de una “nueva estrategia”. En lo dicho y escrito no se ve lo nuevo, por ningún lado. Salvo que existan en “letras pequeñas” decisiones que vayan al fondo: Policía especializada, bien pagada y honesta; respeto a derechos humanos de todos los mexicanos; trato justo –sin barreras ni muros para control- de nuestra gente que cruza la frontera; revisión del TLC con el Norte, para impulsar la recuperación del campo mexicano; creación de empleos, apoyada en cambios a reglas de operación de organismos multilaterales (FMI, BID) para que el acceso a sus recursos, por autoridades y empresarios nacionales, pueda ser expedito y justo, para hacerles aplicables a inversiones que impulsen la recuperación del Mercado interno mexicano. Así y solo así, podrá hablarse de “nueva estrategia”. Entretanto, entramos en un nuevo paso de la escalada transnacional.

Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com Ciudad de México 28-III-10.

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