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(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)
Obra pública bajo sospecha
La semana pasada referí mis comentarios a la famosa Plaza del Bicentenario, obra de relumbrón que exige la Federación a los gobiernos estatales para conmemorar los 200 años de la Independencia.
Son obras que en la República servirán para gastar un dinero que debiera socorrer a los más pobres. En Tabasco, tal “obra”, innecesaria, costosa y muy mal licitada, hará que un constructor --Juan Manuel Palavicini, a través de la empresa ELVIC-- se lleve al bolsillo unos cuantos milloncitos que le regalará su compadre, José Luis Yánez Burelo, presidente de la CMIC Tabasco.
Son situaciones que en este estado se dan de manera natural. A los amigos --diría Benito Juárez, justicia y gracia-- a los enemigos, la ley a secas. Bien, Yánez Burelo, en el colmo del cinismo, recibió la encomienda de lanzar públicamente la licitación para que la Plaza de marras se construyera.
Operó tan sigilosamente a favor de su compadre Juan Manuel Palavicini, desde su oficina. Incluso lo envió a que hiciera la obra preliminar, pensando que la licitación iba a ser de puro trámite. Palavicini se dejó caer en el sitio de la obra con sus palas, picos y cinceles y empezó a “demoler” (¿Qué chingaos podría demoler con picos y palas si es un edificio de seis niveles?)
La situación sin embargo se complicó porque hubo una empresa (Consorcio Constructor Hiram) que les comió el mandado.
Quedaron en primer lugar con una propuesta de 52 millones de pesos. Sabedores en la CMIC que fueron muy burros al dejar pasar a éstos, lo más fácil para ellos fue declarar la licitación desierta.
Obviamente, el que esto escribe no se tragó el cuento. Dije entonces (el pasado jueves) que la “ideota” de la CMIC era “trampear” en una segunda licitación a los ganadores, metiéndoles empresas de cuates, con el fin de presionarlos. Incluso hasta le dije que “el nuevo ganador iba a tirarse al piso con 48 millones de pesos”.
Y así sucedió. El “nuevo ganador” fue el Chelo Santandreu con un presupuesto de 49 millones de pesos. Desgraciadamente para la CMIC, el Consorcio Hiram, ganador de la primera licitación, los metió en un brete del tamaño del mundo: ¡quedando en segundo lugar con una propuesta de 51 millones de pesos!
¿Qué hacer? Como fueron segundo lugar y podrían pelear el triunfo, la CMIC buscó un pretexto para joderlos: encontraron que una prima de uno de los dueños del consorcio ¡trabaja en Comunicación Social de la SAOP! La Ley de Obra Pública dice que si hay un pariente cercano que incida en el fallo de la obra, la empresa debe ser descalificada.
Pero la señorita en cuestión ni es ingeniera, ni es empleada de primer nivel, ni entiende un gramo lo que es construcción, ni siquiera sabe en qué grado de parentela anda con el dueño de la empresa del segundo lugar. Fue simplemente un recurso muy pobre para eliminar al Consorcio Hiram. Hasta en eso son pendejos en la actual CMIC…
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