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(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)
¿Se recupera la economía mexicana?
Los signos de recuperación económica parecen presentarse. En el imperio caen ligeramente solicitudes de desempleo, aunque la tasa de desempleo sea del 9.9 en abril. En la economía nacional -con la novedosa terminología INEGI- en febrero crece la economía 1.4%, en el indicador coincidente y en el adelantado 0.3%. Se entiende por coincidente el que refleja comportamiento similar al de los ciclos económicos en su conjunto. Este presentó un índice de 99.7 en febrero, varió 1.4%, comparado con enero pasado. Tal resultado se debe: a la Tasa de Ocupación Parcial y Desocupación, que registra caída en dicho mes (Número de Asegurados Permanentes en el IMSS; Índice de Ventas Netas al por menor en comercios; Indicadores de Actividad Industrial y Económica, Mensuales).
El Indicador Adelantado anticipa la posible trayectoria de la economía. Reportó índice de 115.0 en febrero de 2010 -mini crecimiento de 0.3 % en relación con el mes precedente-. Este se debió al desempeño favorable de: índices de Horas Trabajadas en el Sector Manufacturero, de la Bolsa Mexicana de Valores en términos reales y del Volumen Físico de la Producción, de la Construcción y del Tipo de Cambio Real. Los “optimistas” de Hacienda calculan crecimiento en el 2o semestre, en más del 5%. Habría de conocerse el Plan para lograrlo, cuando –por ejemplo- falta de créditos a largo plazo, a pequeñas y medianas empresas (PYMES) impide innovar en sus procesos productivos y adquirir equipos más tecnificados, afirmó el director de Enlaces Plásticos Modernos (EPM), Jorge López Machuca, sacándolas de la competencia. ¿Será que los empresarios no saben de esto?.
Pero esas elucubraciones frías, no pueden considerarse tendencia. Lo real en la vida económica es su impacto en el bolsillo de los pobladores. Puntos de vista del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía (UNAM) en su estudio “En medio del sexenio, la caída del poder adquisitivo del salario es mayor que en la década perdida”, nos acercan a la realidad. Explicaron que la investigación presenta balance respecto: al precio de la Canasta Alimenticia Recomendable (CAR), el comportamiento de los salarios mínimos, lo que se puede adquirir con el ingreso recibido y el tiempo/trabajo necesario para hacerlo.
El análisis corre del 1o de diciembre de 2006 al 1o de abril de 2010, en que se registra caída en las condiciones de vida de los trabajadores, similar a la sufrida en la llamada Década Perdida. Ocurre, porque la CAR aumentó 93 %, en tanto el salario mínimo solo 17 %. Un obrero trabaja 21 horas 50 minutos para adquirir los productos de la CAR ($156.76) a partir del 1o de abril. Del 2006 al 1o de abril, necesitaba laborar 13h. 17minutos, con el mismo fin. El salario mínimo actual -57.46pesos/día- sólo puede comprar: seis Kg. de tortilla, 30 piezas de pan blanco y 2.58 Kg. de frijol. En los tres años y cuatro meses analizados, la pérdida del poder adquisitivo llegó a 47.1 %, sin tomar en cuenta ajustes en precios de: gas doméstico, renta, aseo personal y hogar.
Destacaron los especialistas, que las familias de trabajadores, hoy adquieren 39% menos alimentos, que al inicio del actual gobierno. Agreguemos: del 1 de diciembre de 2006 al 1o de abril de este año, el aceite aumentó 125.02 %, el Kg. de azúcar 131 y el Kg. de frijol, 219.04%. Había un compromiso de sostener precios, no se cumplió.
Podemos considerar el punto de inflexión hacia el neoliberalismo, como arranque de la imparable caída en el nivel de vida del mexicano. Los últimos cinco lustros muestran un gran viraje en el proyecto económico. Dicho cambio no se dio tras debate democrático -como en Canadá, previo a suscribir su tratado de libre comercio con Estados Unidos-. Fue respuesta oficial, autoritaria, tras la derrota del proyecto nacional, diseñado y puesto en marcha por los grupos de la Revolución.
En efecto, el nacionalismo revolucionario se pervirtió y dislocó su modelo económico. Intentos de renovación de los setenta y principios de los ochenta, encontraron un empresariado sin agallas para enfrentar a la economía internacional. No aceptaron esforzarse, para resolver el proteccionismo interno y ser competitivos. Nuestros cerebros económicos (Chicago Boys a la Mexicana) primero acentuaron privilegios de potentados –repartieron Telmex, los bancos, televisoras y otros- revitalizando el presidencialismo autoritario para, con golpe de timón, desgarrar la estructura de la economía y ungirla al TLCAN; ruta de entrega a las transnacionales, como ahora se aprecia.
Por supuesto que los cambios no sirvieron para mejorar condiciones de vida del mexicano. Ni el TLC con el Norte ni la banca extranjerizada, conducen a México a un crecimiento material, más bien atan su economía a la del imperio. No hablemos de la distribución de su riqueza. El promedio de aumento anual del producto Per cápita de 1995 a la fecha es trágico, insignificante: apenas un 0.89%. Junto a ello, hay un incremento importante de exportaciones, como se esperaba del Tratado. Solo que éstas las realizan grupos privados poderosos, socios de transnacionales, que poco o nada de empleo crean y si lo hacen, pagan mal y sin prestaciones.
Escasos sectores de la producción agropecuaria, están aún en el Mercado. Incluso hay grandes empresas que están maniatadas al mercado del imperio. Alejandro Martínez Gallardo, director de Marcas Asociadas de Herdez, detalló: “Las regulaciones y leyes que hay en los países latinoamericanos…se constituyen como una barrera para las exportaciones”. El manejo de marcas resulta ser complicado en esas naciones, por ello “ha costado mucho a las empresas mexicanas para tomar a Centroamérica como destino de las exportaciones…”.
Cuando provienen de sectores campesinos –ejidos o comunidades- prácticamente solo participan para resolver problemas de consumo regional o local. Lo que se esperó desde un principio: la constitución de mecanismos de toda índole, para acercar la economía social agropecuaria a niveles competitivos con Canadá y el imperio, se convirtió en una serie interminable de programas, que se reparten en rebatingas a principios de cada año. Tampoco resuelven, sino intereses muy señalados de grupos y campesinado politizado. La inmensa mayoría tiene que “sobrevivir” con puntuales programitas que apenas sirven para no morirse de hambre. Aquella “soberanía alimentaria” por la que tanto pugnamos, es solo utopía de café, elemento para discursos grandilocuentes o simple historia fallida.
Si, la gran exportación se da, pero como contrapartida a una gran importación -comercio entre firmas- sin crear empleos en calidad y cantidad prometidos. La misma productora de alimentos Herdez, sirve de ejemplo al recordar que hace un año, firmó un convenio con Hormel Foods para crear MegaMex y comercializar alimentos en Estados Unidos, esperando ingresos de alrededor de 200 millones de dólares.
Hoy en México la economía informal crea los empleos, pero ni en cantidad ni remuneración suficientes para impedir: el éxodo masivo al imperio -a sufrir vejaciones “legales” e ilegales- o, incorporarse a filas del crimen organizado que, en materia de narcotráfico, se le calculan negocios por 40 mil millones de Dl. anuales. Esas situaciones acentúan dependencia de la economía yanqui y nos hace vulnerables a vaivenes de la economía internacional. Esta se impacta de la crisis griega, que no solo amenaza a la zona Euro, sino que, por la especulación financiera, afecta a quienes dependemos del dólar y otras divisas.
La migración al país principal del TLCAN es de entre 400 y 500 mil personas/año. De 12 millones de trabajadores indocumentados en el imperio, 50% son mexicanos. Ese flujo sufre criminalización en territorio estadounidense. La solución no está en “rasgarnos las vestiduras” por nuestros paisanos. Defenderlos es obligación, pero lo es aún más crear condiciones internas para que encuentren, ellos y los valientes que se quedaron a enfrentar la crisis sistémica, empleos remunerados y suficientes –así lo ofreció el gobierno- para superar la miseria en que hoy se debaten más de la mitad de los mexicanos.
v_barcelo@hotmail.com
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