TABASCO POLÍTICO
José Luis Gutiérrez Gutiérrez
UNA RAMEADA, NO ESTARÍA DE MÁS
El que de plano está salado, pero saladísimo, por no decir maldito, es César Raúl Ojeda Zubieta. Todo, absolutamente todo, le sale mal. Así que si lo ve cerca de usted cuando esté lloviendo y relampagueando, hágase rápidamente a un lado, no vaya a ser que, en una de esas, caiga un rayo y lo alcance.
La historia todo mundo la conoce, aunque no está demás recordársela. Como candidato a la gubernatura, resultó literalmente un desastre. Dos veces le ganó en el 2000 el ex gobernador Manuel Andrade Díaz y seis años después perdió con el popular químico Andrés Rafael Granier Melo. En ésta como en la segunda elección fue electoralmente apabullado en las urnas, y eso que estaba Andrés Manuel López Obrador en su mero mole.
Como diputado federal priista (1994-1996) fracasó. Como Senador perredista (2000-2006) se hizo fanático del deporte favorito de la oposición: criticar al gobierno federal, y de paso al mandatario estatal en turno. Fue tan gris y penoso su desempeño, que hoy nadie se acuerda de su paso por el Congreso de la Unión. Uno más del montón, como se dice en la jerga política.
Como encargado de la política interna del gobierno “núñista”, lisa y llanamente no funcionó, no sirvió. Los problemas políticos afloraron por todos lados, y los que azuzó por debajo del agua, se le salieron de control. Fue un secretario de Gobierno de bajo nivel, que nunca entendió a carta cabal, el rol institucional, que le correspondía jugar como segundo en el mando del gobernador Arturo Núñez Jiménez.
Para acabarla de amolar, se echó de enemigos a perredistas y morenistas, y vaya usted a saber a cuántos más. Concluyó su ciclo con más penas que glorias y con más enemigos que amigos. Fue víctima del mismo síndrome que sufre la mayoría de los políticos mexicanos, y, por ende, tabasqueños. Perdió el piso, se mareó en un ladrillo, pensó que iba a durar en el cargo toda la vida.
Esto viene a colación porque en el evento del pasado domingo en La Plaza de la Revolución le llovió en su milpa. Ni la presencia de Andrés Manuel López Obrador lo salvó. Recibió la peor rechifla de su vida. Nunca se imaginó que iba a ser recepcionado de esa manera tan ruin, cruel y fea. Si se lo hubiera imaginado nunca hubiera asistido.
Fue tan espontáneo y contundente el rechazo hacia su persona, que cualquiera pensaría que Adán Augusto López Hernández fue el responsable directo de la ofensa. Lo cierto es que se lo tenía bien merecido, se lo ganó a pulso. Simplemente cosechó lo que ha sembrado en su paso como diputado, senador, ex candidato gubernamental y secretario de Gobierno.
Después de lo ocurrido el domingo durante el polémico evento de López Obrador, Ojeda Zubieta está desahuciado para cualquier cargo de elección popular.
Están sus bonos políticos tan bajos y maltrechos, que su pobre capital político, no le alcanzan ni para una diputación local. Así de amolado está.
“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”
(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)
Coincido con quienes piensan que el edil de Comalcalco, Javier May Rodríguez, es un presidente municipal aplicado, efectivo, óptimo, eficaz y muy eficiente. En pocas palabras: muy profesional.
En lo que no estoy de acuerdo, por ningún motivo, es en las expectativas políticas que algunos le ven, para ser el abanderado a la gubernatura de Morena. ¡Ahí…si no!
Creo que Adán Augusto López Hernández va a ser el candidato de ese partido. En contraste a May Rodríguez, el dirigente estatal de Morena está más hecho, más formado, más experimentado y con mejores amarres.
Tiene a su favor algo fundamental en estas cuestiones: la actual estructura de Morena es suya, a excepción de la de Comalcalco.
May Rodríguez sigue siendo un político local, sin mayores alcances; en cambio el malogrado aspirante a la alcaldía de Centro tiene cobertura nacional y estatal. Es bien visto por la clase política choca y por la propia sociedad civil.
A diferencia de lo que sucedió con la candidatura de la capital tabasqueña en el 2015 y 2016, en donde los sentimientos se sobrepusieron a los intereses políticos, ahora no se puede permitir esos lujos López Obrador.
Necesita los mayores números de votos en todas las entidades del país, por lo que va a poner a competir a sus mejores cartas. La presidencia de la República lo vale y exige.
Así de fácil.
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