TABASCO POLÍTICO
José Luis Gutiérrez Gutiérrez
Publicado en tabascopolitico.com.mx
LA HISTORIA: NO MIENTE
Como todo ente político, Enrique González Pedrero tuvo aciertos y desaciertos cuando gobernó Tabasco (1982-1988). Se le distingue y reconoce, por haber comunicado con los puentes a la entidad, por la creación de los Centros Integradores y por la rica y sustancial aportación cultural, que realizó su ex tinta y entrañable cónyuge Julieta Campos de la Torre, y párele usted de contar.
Aunque no tengo la certeza, de que toda su obra social corresponda a los millonarios recursos económicos que manejó a su antojo, no solo por su evidente cercanía con el ex titular de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari, sino porque en esa época no existían, ni la transparencia ni mucho menos, la rendición de cuentas. En pocas palabras, los gobernantes eran amos y señores.
Empero, estoy convencido, de que, en el balance final de su gobierno, sale perdiendo por la brutal represión que cometió no nada más en contra de los estudiantes de la Federación de Estudiantes de Tabasco (FET), como bien apuntó el diputado José Antonio de la Vega Asmitia, sino contra los campesinos aglutinados en el famoso: “Pacto Rivereño” y contra cualquier manifestación que contrariara sus órdenes.
Ambos sucesos fueron producto de su autoritario, despótico y arbitrario mandato. Revista Jueves de Excélsior, Los Intocables -columna del desaparecido y controvertido periodista José Luis Mejías- y la propia Universidad de Chapingo dieron fe en innumerables colaboraciones del fascismo practicado contra sus opositores, por el ex huésped de la Quinta Grijalva.
A los estudiantes los mandó, violando todas sus garantías individuales, derechito al reclusorio, y por si no fuera suficiente su arbitrariedad, mandó encarcelar a la madre de uno de los detenidos, por atreverse a abogar públicamente a favor de su hijo, Miguel Gerónimo Cerino. No conforme con esta violación a los derechos humanos, terminó expulsándolos de la entidad, enviándolos al Distrito Federal.
Desde luego y como lo narran los testimonios de quienes participaron activamente en el Pacto Ribereño, a éstos les fue literalmente mucho peor, aparte de ser reprimidos con una saña inaudita, aseguran que a muchos los mataron, y al igual que a muchos jóvenes, terminaron desterrados como fue el caso de Eulogio Méndez Pérez, quien también fue salvajemente torturado.
Todo ello, con el conocimiento y el visto bueno del secretario de Gobierno “gonzalezpedrerista”, José Eduardo Beltrán, el mismo que preside el Consejo Político morenista, y el mismo que se metió en un pleito en el “que no tenía vela en el entierro”, al tratar de quedar bien con Adán Augusto, y en el que se llevó entre las patas al ex mandatario Enrique González Pedrero, quien ya había hechos las paces con el gobernador Arturo Núñez Jiménez.
Tiene razón “Pepe” Toño, “Chelalo” Beltrán como se le conoce en el argot político, no tiene la calidad moral, y agregaría, ética y política para juzgar a nadie.
Como encargado de la política interna, fue cómplice de la represión y de los “muertitos” ocasionados por el sátrapa de Enrique González Pedrero. Y de la persecución y el hostigamiento de que fueron objetos varios conocidos periodistas y del propio caos dentro del gabinete por su enfrentamiento con el veracruzano y todopoderoso secretario Técnico, Adán Pérez utrera.
La historia de ese trágico gobierno da cuenta de ello. Tarde o temprano, la verdad se impone, sale a la luz pública.
“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”
(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)
Varios delegados federales se me han acercado para decirme que, al ex titular del Poder Ejecutivo, Manuel Andrade Díaz, se le pasó esta vez la mano, durante su intervención en el municipio de Tenosique, ante un nutrido grupo de priistas. Eso de que ya se les olvidó “…quien los parió…”, fue una declaración vulgar, soez y ofensiva, sobre todo cuando en los cargos federales locales hay también señoras que merecen todo nuestro respeto.
Creo que tiene toda la razón, no había ninguna necesidad de usar ese adjetivo descalificativo tan ramplón, y menos un ex mandatario priista que conoce, se supone, el trato especial de gobernación para Tabasco.
En todo caso, arguyen, que señale directamente a Miguel Ángel Osorio Chong, pues es el responsable directo del comportamiento asumido en las delegaciones. “Que no le saque, ni nos agarre de barco”, puntualizaron.
Me imaginó que las aspiraciones de la diputada federal Liliana Ivette Madrigal Méndez a la dirigencia estatal priista es pura vacilada, sobre todo luego del escandaloso fracaso como candidata a la alcaldía de Centro.
Y si realmente resulta cierto, como aseguran algunos colegas, pues anda bastante mal de la cabeza. Está fuera de sus cabales.
Ahora sí, que parafraseando a la maestra Elba Esther Gordillo Morales, ¿usted le cree? Al senador, Fernando Enrique Mayans Canabal y al legislador federal, Juan Manuel Fócil Pérez, de que el CEN del PRD esté considerándolos como prospectos para dirigir ese partido, ¡YO NO!
Está bien que ese instituto político esté en la desgracia, pero de eso a que se fijen en nuestros paisanos, como que no encaja, y menos conociendo la voracidad, la ambición y el canibalismo que priva en las tribus perredistas.
Definitivamente a nuestros choquitos les falta todavía muchísimo para jugar en esa liga mayor.
Son traviesos y malosos los abogados tabasqueños, ya le dicen queso gruyere a la Fiscalía General del Estado, pues todo se les cuela, jurídicamente no acierta una.
Además de todos los amparos que han perdido en los casos que llevan contra el ex gobernador Andrés Rafael Granier Melo y su secretario de Finanzas, José Manuel Pineda Saiz, ahora el ex consejero electoral Jorge Montaño Ventura o, mejor dicho, su abogado, no solo les da palo, sino refuerza la hipótesis de que la Fiscalía actúa más con las vísceras que dentro del marco de la Ley.
¡Quién lo iba a pensar o tan siquiera imaginar! Estamos mal, pero muy mal.
¡Por fin! Cayó la nefasta ex directora del Yumká, Cristell Pérez Arévalo. Cese que no debe significar borrón y cuenta nueva. Por asepsia política debe responder por su evidente negligencia e irresponsabilidad en la muerte de los animales que perecieron durante su desastrosa administración.
Por Ley debe ser investigada a fondo, pues su ineficacia e ineficiencia dañaron las de por sí lastimadas arcas estatales.
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