Andrade, delegados federales y la institucionalidad
José Martínez
Publicado en el Diario AVANCE Tabasco
La política parece haber perdido sentido para algunos. Hay quienes quisieran que todo se redujera a pleitos personales, conductas partidistas o planteamientos sectarios. La institucionalidad, el respeto a normas mínimas, está fuera del entendimiento de quienes viven del conflicto.
Recientemente hemos escuchado dichos coloquiales de cuáles y cómo deben realizar sus funciones y conducir su comportamiento los servidores públicos en ámbitos gubernamentales y hasta en las empresas. Se olvida que hay una obligatoriedad de por medio, un compromiso regido por normas que garanticen el trato justo y equitativo, sin discriminación, no importando si son azules, amarillos, rojos o incoloros.
En lo gubernamental, los funcionarios federal, estatal o municipal, pueden militar en algún partido político, sin embargo en el momento en que asumen su responsabilidad tienen que aplicar criterios de pluralidad con la población o jurisdicción asignada, absteniéndose de actuar de forma arbitraria en prejuicio de cualquier grupo contrario a los ideales políticos que éste posea.
En Tabasco el Gobierno estatal ha puesto el ejemplo de institucionalidad con el Ejecutivo Federal y sus delegados, puesto que no deben existir intereses partidistas que distraigan a ningún funcionario de sus obligaciones con los ciudadanos; a su vez, los funcionarios federales están obligados a la reciprocidad.
Resulta absurdo y contrario a la democracia considerar que tal o cual funcionario deba beneficiar sólo a sus correligionarios. Mucho menos se puede tomar como una traición a sus orígenes partidistas el que éste sirva a todos por igual. Se supone que los institutos políticos se integran para fortalecer la democracia, no para excluir.
El ex gobernador Manuel Andrade y ahora otra vez diputado local, ha calificado de “zalameros y alcahuetes” a los delegados federales por el sólo hecho de ser congruentes y llevar una relación de respeto con el gobierno de Arturo Núñez. Así se expresa por añorar los viejos tiempos del partido “casi único” o porque la cordura política ha comenzado a abandonarle. Que los funcionarios federales sean políticamente opuestos al partido que gobierna localmente no significa que deban ser sectarios ni de entreguismo para quedar “bien”. No se olvide que el PRI es oposición en Tabasco, pero tiene es gobierno a nivel nacional.
El caso de los delegados federales y las confrontaciones que buscan generar inestabilidad en el gobierno de Núñez son elucubraciones malintencionadas de inmadurez y la mitomanía quienes no aceptan el empleo de la política como una forma de consenso y servicio. Anhelan actitudes dictatoriales.
Aquellos que fueron gobierno y ejercieron el poder sólo para beneficiar a sus huestes no aceptan las buenas relaciones de un nuevo régimen con la Federación, tampoco la igualdad de condiciones con que el Poder Ejecutivo estatal debe dirigir su actuar sin discriminación.
Una forma de gobernar acertada es la que integra. Apostar a gobiernos cerrados o a conductas excluyentes como la que equivocadamente promueve el sectarismo no es la mejor manera de obtener el apoyo popular.
HABERES
EL EX CANCILLER JORGE CASTAÑEDA afirmó que el PRI tiene pocas posibilidades de ganar los comicios presidenciales de 2018, ya que el pasado 5 de junio se demostró que es un partido impopular al que tampoco le ayuda el desencanto en torno a Enrique Peña Nieto. Castañeda encabeza un grupo que busca construir una alternativa ante la creciente fuerza de López Obrador.
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