TERESÓPOLIS, Brasil, 9 de julio.- La Granja Comary, sede de la selección brasileña en Teresópolis, estaba hoy prácticamente vacía después del varapalo histórico de la ‘Canarinha’ en las semifinales del Mundial.
Algunos aficionados aislados se acercaron a curiosear hasta el control de policía que permanece a las puertas de la urbanización de lujo donde se ubica el centro de entrenamientos, pero a diferencia de días anteriores nadie se quedó haciendo guardia a la espera de ver a los jugadores.
Hoy no se veían ni banderas brasileñas, ni camisetas amarillas, ni pinturas en las caras, lo que fue constante en las puertas de la Granja Comary desde el inicio de la concentración el 25 de mayo pasado.
En el escaso público que merodeaba en los alrededores, tan solo se veían jerséis y cazadoras de colores neutros, para protegerse del ligero viento y las temperaturas frescas de este día invernal, y ninguna alusión a la selección.
De madrugada, tan sólo seis aficionados presenciaron la llegada del autobús de la selección a Teresópolis a su regreso en Belo Horizonte, según medios locales.
La soledad de la selección es un panorama diametralmente opuesto al que se vivía en los días previos a la semifinal contra Alemania, cuando ni los más pesimistas previeron una derrota de estas dimensiones, por 7-1.
160mil habitantes tiene Teresópolis
El pasado domingo, el día más abarrotado en este mes y medio en Teresópolis, era prácticamente imposible circular por esta ciudad serrana de 160 mil habitantes, por un gran atasco que se extendió hasta la carretera de la sierra.
Miles de aficionados se desplazaron a Teresópolis para arropar a la selección, aunque la inmensa mayoría sabía de antemano que les sería imposible ver el entrenamiento y tendría que quedarse en la calle, en el control de policía donde hoy había un agente casi sin trabajo.
Este miércoles las calles estaban vacías, no había rastro de los embotellamientos del fin de semana y casi no veían banderas brasileñas en ningún lugar.
Tampoco estaba presente hoy una estatua de Hulk, el personaje de cómic de tez verde, vestido con una camiseta amarilla de Brasil, que presidía estos días la entrada del restaurante más próximo a la Granja Comary, Taverna di Olicio's, que se convirtió en un punto de encuentro de los aficionados.
Los responsables del restaurante dijeron que el viento derribó la estatua de espuma de polietileno y por ello la retiraron, negando que la ausencia del gigante verde, cuyo nombre tomó el delantero Givanildo Vieira de Souza, estuviese relacionada con la eliminación de Brasil o con la rabia de los aficionados.
En la sala de prensa de la Granja Comary un par de docenas de periodistas eran testigos de la soledad de Brasil en su propia casa, lo que también contrastaba con los centenares de cámaras de fotografía y vídeo que abarrotaron el centro de entrenamiento hasta el pasado lunes.
En el día después de las semifinales, los jugadores tienen previsto hacer un trabajo regenerativo en la piscina, al que no tendrá acceso la prensa, ya de cara al partido del próximo sábado por el tercer lugar.
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