lunes, 6 de junio de 2011

Transparencia Política: Erwin Macario Rodríguez / Columna / Jun 06

(Publicado en el Diario Rumbo Nuevo)

Papeles confundidos

El pueblo de México está cansado
de esa política “sutil”, en la cual
—para usar al revés la frase de Martí—
las palabras sirven para ocultar la verdad
y no para decirla. Víctor Rico Galán/
revista Siempre! 160366

erwinmacario@hotmail.com

Nunca, como en estos días, en Tabasco se había sentido con tanta intensidad la influencia de los medios de comunicación y la necesidad de preservar la libertad de pensar y escribir como una de las libertades necesarias en el hombre —y la mujer, dirían los seguidores de Vicente Fox y las feministas— para la mejor consecución de sus objetivos.

Todo se vio agravado por el clima de violencia que vive el país y por la tensión política agorera de lo que puede pasar en el año 2012, cuando se renueven los poderes nacionales y tabasqueños.

Este clima y tensión amenazan confundir los papeles del periodista y del político.

Un ejemplo: Pedro Javier Reséndez Medina hizo, entrevistado por Emmanuel Sibilla en Telerreportaje, declaraciones que no sólo lastimaron a algunos políticos sino que provocaron reacciones versallescas en algunos periodistas.

Es malo que se confunda la tarea de informar, de opinar en los medios, con la de actuar como testaferros del poder, como sucedió ese mismo día cuando el político llegó a un restaurante concurrido por actores de la prensa y la política y un periodista le increpó, le insultó, por haber hecho esas declaraciones.

Si el político no tiene razón en lo que dice, si engaña, si miente, el periodista le puede exhibir en sus propios medios informativos, pero no actuar en la vía pública como un gatillero de la ofensa.

Se puede estar en contra de lo que alguien dice, pero el periodista —más que nadie— tiene que respetar ese derecho de decir y, si lo considera, combatirlo desde el espacio de sus medios, mas no tomar la calle como un vulgar pandillero al servicio de un amo, como un hambriento defensor de su pitanza.

Que no confundan la zahurda en la que medran con el amplio espacio de las libertades.

El periodista no debe andar de pendenciero en la calle. Puede ser respetable lo que escriba, tal vez, pero no debe andar provocando a quienes denuncia, o agrede, lastima o insulta en su medio informativo. Mucho menos actuar de motus propio y agredir físicamente con la palabra, en vez de escribir o hablar en la prensa escrita o los medios electrónicos.

Cualquier ciudadano, cualquier persona, eso sí, tiene derecho y el deber de responder a una ofensa o ataque in fraganti. He visto cobardías en esos casos.

Algunos funcionarios han sido ofendidos por algunos periodistas que en actos públicos les acusan de algún delito o falta, sin que nadie les pida, al menos, compostura, les llame la atención.

Los mismos periodistas tenemos que acotar estos abusos que demeritan el ejercicio de la prensa. Si tenemos algo que decir, usemos nuestro medio. No permitamos que se confundan los papeles.

Podemos, en los medios, señalar a algunos políticos de ingratos, desleales, desertores, traidores, frívolos y muchas cosas más, pero más que usando los adjetivos aportando las pruebas. Lo que no se debe es asumir tareas de serviles e insultar, provocar en la calle y los sitios públicos a quienes consideremos equivocados desde nuestros particulares puntos de vista y de nuestros intereses.

Quienes actúan así, más que servir al amo le perjudican. Muestran la marca que llevan en el cuello, la huella de la correa.

Los papeles no se deben confundir. El político que haga política. El periodista, periodismo.

Es lamentable que el miedo, la incertidumbre política, esté provocando actitudes como las que hoy comento. Quienes verdaderamente son periodistas, los que ejercen el periodismo no necesitan andar “deshaciendo (supuestos) entuertos”, mostrando “su” lealtad más que al político a la nómina.

Gente de esa calaña hemos visto pasar de la ofensa grosera al paraíso de las prebendas. No importa que se haya ofendido a la familia del político. O quizás sí importa.

En verdad es lamentable que se tenga que abordar esto en víspera de lo que en México se celebra como Día de la Libertad de Expresión. Una fecha en que nos reunimos pares y dispares. Y que tenemos como invitados a políticos.

Si se siguen confundiendo los papeles puede suceder que en una de estas fiestas alguien quiera exhibir su “lealtad” agrediendo a un político o a otro periodista, con una defensa que nadie le pide. No se debe hacer guardia que no toca, ni sudar calenturas ajenas.

Llevemos la fiesta en paz, políticos y periodistas. Ejerzamos nuestros papeles, los que a cada uno corresponde.

Al reflexionar sobre esto hay que congratularnos porque podamos reunirnos mañana con nuestros iguales y desiguales. Que sea posible festejar, en pettit comité, los 21 años de Diario de la Tarde, los 50 años que Rigoberto Ceballos cumple de captar fotográficamente parte de la realidad de Tabasco.

Y, pasado mañana, el homenaje que el Ayuntamiento de Centro hace a periodistas que son el antecedente del periodismo ejercido en los periódicos.

Todo esto sin olvidar que este mes de junio muchos colegas cumplimos años.

LADO CLARO

En la política y en el periodismo, como aquellos cantos de Juan Pirulero, que cada quien atienda su juego.

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