martes, 4 de mayo de 2010

Opinión: Rafael Escalante López /May 04

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Ruina económica

De 1950 a los años setenta, Gran Bretaña tuvo una tasa de crecimiento económico muy inferior a las de Alemania, Francia e Italia y se le conocía como "el enfermo de Europa”, porque tenía el peor rendimiento económico; entonces la Sra. Thatcher intervino, para bien o para mal, y se dedicó a privatizar la economía y a reducir tanto los impuestos como el gasto gubernamental. La crisis financiera derivada de la crisis económica de 2007 llevó a la bancarrota a unos 1,000 bancos estadounidenses e inmediatamente se actúo y casi todos han recibido algún tipo de ayuda por parte de las autoridades federales de ese país. En el siglo XIX la herencia económica de la “independencia” de México fue la bancarrota y originó cruentas guerras intestinas y externas, que costaron la mutilación del país. Hoy la crisis económica que se abate sobre la patria Mex no ha producido ningún movimiento para sanear la economía; por el contrario, únicamente la guerra antinarco parece imponer su impronta, con el riesgo que eso conlleva para los mexicanos.

Las perspectivas de la economía mexicana, al menos en el corto plazo, no son nada halagüeñas. Si revisamos la evolución del entorno económico encontramos en un primer momento, de mediados de la década de los años 80 del siglo pasado hasta principios del siglo XXI, que la inflación se bajó pero también el producto cayó (“crecimiento estable” dirían los sintéticos economistas neoclasicokeynesianos).

Internamente la baja de la volatilidad de la inflación (ojo: nadamás la volatilidad) y la reducción del producto, ha afectado los niveles de vida de los mexicanos. A contrapelo, surgieron los monopolios, privados y extranjeros, los cuales han crecido y se han desarrollado, al amparo del régimen de políticas orientadas por el credo monetarista.

Si volteamos a ver al principal socio del país, por no decir el amo de México, a los Estados Unidos, encontramos una economía postrada que no encuentra su salida airosa de la crisis económica en que está inmersa. La recesión estadounidense iniciada con la crisis de finales de 2007, originada primitivamente en lo esencial por una sobreproducción en el sector de la construcción, ha derivado en casi un estancamiento productivo: De acuerdo con cifras de la CIA, el producto gringo cayó en -2.4 % en 2009, cuya tendencia descendente se venía viendo desde 2007 donde bajó de 2.7 en 2006 a 2.1 en ese año y luego en

2004 continuó bajando a 0.4 %. Según la misma fuente citada, la tasa de desempleo yanqui que en 2008 era de 5.8 % hoy alcanza el 9.3 %. Al presente, en el 1er trimestre de 2010, se evidencia la inestabilidad de la supuesta recuperación que entonan vulgares animadores de ambos países. El hecho es que la economía gringa no ha alcanzado a revertir la desaceleración económica. Amén de que la recesión estadounidense parece que está derivando en una crisis internacional del sistema financiero.

Si la esperanza de los tecnócratas “de cuello blanco”, responsables de aplicar la política económica en México, es la recuperación del país del norte, estamos fritos los mortales mexicanos. Aunque en su visión de estrecho horizonte nos dirán “no hay otro camino”.

Oficialmente la economía mexicana cayó ajustadamente hacia abajo en 6.5 % durante 2009 (la cifra promedio en los cuatro trimestres es de 6.575) y al 1er trimestre de 2010 la atonía económica es manifiestamente patente (véase incluso el indicador global de la actividad económica del INEGI que registra un descenso de 117 en diciembre de 2009 a 108.5 en enero de 2010). Durante enero-marzo de 2010 la tasa promedio mensual de desempleo es 5.4 %, ¡más de 2.5 millones de personas en la calle!, pese al alharaca oficial de que se están creando más empleos.

Los precios de los alimentos y nutrimentos esenciales en México, se han incrementado significativamente los últimos años en casi 100 % (FAO), aunque la cifra oficial de inflación no rebase el 5 %.

Veamos algunos ejemplos de aumento de precios en los alimentos: El huevo blanco que acompaña el desayuno de la mayoría de los mexicanos, se encontraba a finales de 2006 en 10 pesos, ahora lo hallamos entre los 20 y los 30 pesos. El bistec de res que allá por el año 2007 costaba 45 pesos ahora lo vemos en 80 y 100 pesos. El litro de leche que valía 8 pesos hoy cuesta 14 o más pesos. Para el kilo de tortilla que costaba 5 pesos hoy hay que gastar 10 pesos.

El salario mínimo vigente en el país es de casi 55.92 pesos en promedio. La gente que tiene 56 pesos por persona al día está gastando casi todo en alimentos. Es decir la alimentación de estos mexicanos no llega ni al nivel de la que se les da a los perros, lo cual es una línea de pobreza ignominiosa e indignante.

La cifra de pobreza en México asciende a más del 66 % de la población total, más de 70 millones de mexicanos, aunque oficialmente solo se reconocen cerca de 54 millones de personas. Cabe mencionar que más de la mitad de los mexicanos viven apiñados en viviendas insalubres.

Ante esta aberrante situación económica, de pobreza y paulatina destrucción de los mexicanos, es necesario actuar y conducirse rápida, eficaz y eficientemente. Ya hablamos en artículos anteriores de cómo orientar la economía hacia la construcción de una sólida base industrial, pero también es imperioso revisar el linaje conceptual de la política económica que se aplica en México.

La teoría económica neoclásica, keynesiana y neokeynesiana, parten, con una visión contable de la economía, del equilibrio entre la demanda agregada (total) y la oferta agregada (total) de la economía. Cuándo este equilibrio se afecta es necesario corregirlo por medio de la política económica en sus dos vertientes esenciales desde este punto de vista: la política monetaria y la política fiscal.

Así la política monetaria, que aplica el Banco de México, se sustenta en el dogma monetarista que cree que el volumen de dinero afecta el nivel de producción y, por eso, se guían por la tasa de interés como variable de intervención. Esto se refuerza porque el monetarismo le es funcional a la hegemonía del capital parasitario. En realidad no alcanzan a entender las diferentes funciones del dinero como expresión de valor, medio de pago, dinero-crédito, dinero-mundial y atesoramiento. Además de que no conciben la tasa de interés como un instrumento de la distribución, que beneficia al capital financiero, en detrimento de las demás formas de capital.

Por lo que respecta a la política fiscal, que emplea la secretaría de Hacienda, se considera en la ortodoxia que los impuestos y el gasto inducen los niveles del producto. En el primer caso, de los gravámenes, no se considera que los impuestos sean parte de la distribución de los dividendos del producto y que afecten eso más que la llamada “distribución del ingreso”. De otro lado, el gasto es tomado —sobre todo por los “nuevos” keynesianos— como la panacea para inducir la producción. Sin embargo, en la “inversión” del desembolso no se distingue el gasto productivo del improductivo.

Como se aprecia la política económica en México, no va más allá de la burda imitación de lo que hace la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos que, por cierto, está relajando crediticiamente su nuevo director el profe Ben Bernake, ante la “falta” de ortodoxia de su antecesor Alan Greenspan.

La economía mexicana está en bancarrota y los mexicanos están arruinados económicamente. ¿Qué hacer? ¿Quedarnos cruzados de brazos? Debemos forjar una acción inmediata que transforme las actuales deplorables circunstancias económicas en una posible salida hacia el bienestar.

¿Qué debe hacer México? En primer lugar, voltear a ver hacia adentro, pertrecharse económicamente y establecer una ruta crítica que, mediante la neomegaindustrialización, conduzca al país por el camino de una potencia económica. Una vez armado económicamente el país puede fortalecer su presencia en la economía internacional y el mercado mundial. En segundo lugar, revisar la concepción teórica de la política económica aplicada que tanto nos ha costado económica y socialmente a los mexicanos.

Sino queremos caer en una involución económica, es urgente que a cada golpe de la piqueta del progreso económico desaparezca un capítulo de la leyenda y vuele una estrofa de la tradición… El México antiguo se debe ir y en su lugar consolidarse la impronta Mex…

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