Juan Ochoa Vidal
Publicado en el Diario El Heraldo de Tabasco
¿Para qué mantener a tanto parásito?
“¿Estás de acuerdo en que se modifique la Constitución para que se eliminen 100 de las 200 diputaciones federales plurinominales y las 32 senadurías plurinominales?”
El presidente del PRI, César Camacho Quiroz, anunció el miércoles que ese instituto político promueve que en las próximas elecciones se presente a los electores, en consulta popular, tal interrogante.
La reacción inmediata, lógica, de la izquierda, fue que con ello se pretende opacar la intencionalidad de que se consulte a los ciudadanos con relación a las reformas estructurales promovidas por el Presidente Enrique Peña, en específico la de materia energética.
No obstante, desde nuestra óptica, el planteamiento que hace el tricolor amerita una profunda reflexión nacional, a partir de preguntas que el pueblo formula desde hace bastante rato: ¿vale la pena erogar muchos millones de pesos en dietas, viajes, guaruras, etcétera, para sostener aparatos legislativos monstruosos?
No se incluyó en esta propuesta el tema, pero el siguiente paso sería proceder a revisar si conviene, igualmente, mantener a diputados locales plurinominales que en el caso de Tabasco representan, en principio, un gasto mensual de unos 150 mil pesos multiplicados por catorce individuos. Desde luego, no todos son inútiles: como en todo, hay excepciones dignas.
Por lo que respecta a la función de representación –explica César Camacho- el Congreso se vigorizó mediante las reformas constitucionales de las últimas décadas que aseguraron una representación política más plural en su seno.
En 1963 se introdujeron los diputados de partido en la Cámara de Diputados. Más de una década después, la Ley Orgánica de Partidos Políticos y Procedimientos Electorales de 1977 amplió los cauces para la participación política.
En 1977 se incorporó el principio de representación proporcional para la integración de la Cámara de Diputados, para elegir 100 legisladores a través de dicho principio.
En 1986 se amplió a 200 el número de representantes populares al amparo de esa figura; y en 1993 se estableció que ningún partido que tenga el 60% o más de la votación nacional podrá contar con más de 300 diputados.
Y, finalmente, en 1996 se incluyó la representación proporcional en la Cámara de Senadores, para elegir treinta y dos miembros, mediante el sistema de listas votadas en una sola circunscripción plurinominal nacional.
También en 1996 se reformó la Constitución para establecer un nuevo umbral de acceso a la representación en la Cámara de Diputados, en el que se estableció un dos por ciento de votación mínima para la distribución de curules por representación proporcional. Con la reciente reforma política del presente año, el referido umbral de votación aumentó al tres por ciento del total de la votación válida emitida.
Hoy –resume- la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión está integrada por 300 diputados electos por el principio de mayoría relativa y 200 por el de representación proporcional (500 en total). Y la de Senadores por 64 senadores electos por el principio de mayoría relativa, 32 por primera minoría y 32 por el principio de representación proporcional (128 en total).
Argumenta que el intenso trabajo que se ha llevado a cabo en la presente Legislatura al interior de las Cámaras del Congreso de la Unión ha evidenciado la necesidad y conveniencia de modificar la integración tanto de la Cámara de Diputados como de Senadores, a efecto de optimizar la capacidad de los legisladores para alcanzar mayorías, construir acuerdos y mejorar los procesos de toma de decisiones. Todo, sin menoscabo de la efectiva representación de la ciudadanía en el Congreso.
Concluye que la nueva realidad histórica de nuestro país demanda que la Cámara de Diputados tenga una integración menor en cuanto al número de diputados, de forma que pueda haber un trabajo más cercano, de mayor colaboración entre todos los integrantes y una mayor calidad del debate y del discurso político.
Esto permitirá –acota- que se desarrolle una mayor cercanía entre los diputados y los ciudadanos que representan, de manera que nos adaptemos al nuevo esquema constitucional en el que se contempla, entre otras figuras, la reelección legislativa. También es necesario contar con una representación más pura, lo cual se logra privilegiando la constitución de la Cámara por medio de diputados de mayoría relativa.
Sin telarañas en la cabeza, nos parece sustentable el razonamiento de que la reducción en el número de parásitos por mantener, representaría, al menos, los siguientes beneficios para la vida democrática del país:
1. La disminución del gasto público que representa el Congreso de la Unión.
2. Facilitar la construcción de acuerdos entre los legisladores de las distintas fuerzas políticas.
3. La garantía de un mayor espacio para la construcción de mayorías parlamentarias.
4. La toma oportuna de decisiones.
5. El fortalecimiento de la efectividad del voto emitido por los ciudadanos al contar con un mayor número de diputados electos por el principio de mayoría (en proporción con el número de diputados plurinominales).
6. La adecuada participación de las minorías.
7. La garantía de la representatividad de todos los ciudadanos a partir del desarrollo de una relación más cercana entre el diputado y sus representados.
8. Una mayor calidad del debate y de la discusión parlamentaria.
En cuanto a los senadores, Camacho observa que el principio de representación proporcional además desvirtúa la naturaleza del Senado al provocar la desigual representación de los estados y el Distrito Federal”.
Coincidimos. ¿Y usted?
De los apuntes
Federiquito Madrazo aspira, precisamente, a ser plurinominal.
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