“Y fueron traspasados de muchos dolores”
1ª de Timoteo 6:10
El dolor de los infortunados...
Tapijulapa y Oxolotán
arrastran sobre sus espaldas delicadas miradas de lástima. Los pobres, pobres,
halando eternamente su miseria ahora jalan también a sus muertos. Llorando, con
la garganta seca, con la cara enrojecida e irritados de sus ojos y pidiendo
perdón al cielo y a Dios por algún agravio. Homicidios sin razón. 2012 ha sido
el año en que no vieron llegar a la muerte. Sólo la sintieron. La muerte
cargando con sus hijos y los amigos de sus hijos. Tierra mordida con saña donde
quién no conocía la agonía y el estertor del dolor ajeno, lo hizo propio.
Homicidas, que sentimientos asesinos empujaron como a los animales: más allá de
la raya. De nada valen sus confesiones, sus agrias venganzas, ni sus desplantes
o balandronadas. Porque no es la voz de sus revelaciones, la que hizo sentir a
esta tierra la llegada de la muerte y su fatal fin ¡No! Fue la boca seca, el
desconsuelo, la angustia y la congoja de padres, madres, hermanos, familiares y
amigos que tanto amaban a las víctimas. Fue la tarascada de la demasía y el
exceso de los crímenes que han tragado a Tacotalpa entera.
Tapijulapa y
Oxolotán, donde este reportero desde siempre ha tenido amigos, ya no es más. Los
bosques hermosos a orillas del río dónde Carlos Pellicer iba con su bata de
manta a admirar la naturaleza con aquella parvada de jóvenes becarios, hoy es
tierra donde el miedo es el único recurso de legitimación. Dónde no saben cómo
hacerle frente a la inseguridad social, las escuelas, en el futuro. Quizás la
presencia material de las fuerzas del Estado ahuyente la sed de revancha y los
pensamientos homicidas de quienes agazapados en el desequilibrio emocional,
todavía sienten que el agravio de estos dos pueblos no ha sido suficiente. Con
las ejecuciones innocuas de los niños hace meses se pensó que había sido
demasiado. Aturdidos por el dolor de Tapijulapa nadie vio correr al lobo detrás
del conejo hasta destazarlo. De nuevo, en Oxolotán nadie vio venir la muerte,
porque los odios y aborrecimientos no se ven. Se sienten. Y el homicidio de los
inocentes no nada más mató a quienes murieron. También desmanteló el alma de la
comunidad, sus esperanzas están irremediablemente carcomidas por heridas que no
cierran, por donde se cuelan la nostalgia y los recuerdos. Por eso, a pesar de
todo ese sufrimiento, las ganas de matar y de venganza no se fueron, se
volvieron invisibles, una vez más desgarraron con ferocidad y ahora sólo nos queda
mirar otra vez el dolor de los infortunados…
EL SEPTIMO SELLO
Tacotalpa
ha conocido toda clase de tumultos y calamidades ante la planta implacable de
asesinos barbaros que son los cómplices más ruines de la muerte, peores incluso
que la peor alimaña…
LA SEPTIMA TROMPETA
No
importan los móviles de los asesinos, siempre serán ridículos. Nadie tiene
derecho ni porque arrebatarle la vida a otro individuo. Repugna la eficacia de
su trabajo: quitarle la vida a los más frágiles. No caben pretextos ni los
necesitan. También puede revisar esta columna en el blog http://alfredocalderon.blogspot.com/.
Delaciones,
chivatazos y confidencias al teléfono 99 33 18 21 65…
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