Publicado en Grupo Fórmula / 28 de Julio, 2012
José Lino Montes Góngora, un joven producto de la cultura
del esfuerzo, dará continuidad este domingo al concurso nacional en la rama
varonil del torneo de halterofilia de los Juegos Olímpicos, en la que México
carecía de representantes desde hace casi 30 años.
Mérida.- José Lino Montes Góngora, un joven
producto de la cultura del esfuerzo, dará continuidad este domingo al concurso
nacional en la rama varonil del torneo de halterofilia de los Juegos Olímpicos,
en la que México carecía de representantes desde hace casi 30 años.
Lino, joven de 25 años de origen maya, pondrá nuevamente a un varón mexicano en la competencia olímpica de levantamiento de pesas, desde que José Garcés lo hizo en los ya lejanos y para México, exitosos juegos de Los Ángeles, en 1984.
El pesista, medallista panamericano y en el top ten mundial de los 56 kilos, devuelve asimismo a su tierra natal, Yucatán, a la escena de la halterofilia luego de 40 años, cuando dos de sus paisanos participaron en los Juegos de Munich en 1972, de tan lamentable y trágica memoria.
Esos dos halteristas, quienes aún viven y se encuentran en perfecto estado, Miguel Medina Gutiérrez y Jesús Conde Medina, son el más cercano antecedente de esta tierra en los olímpicos, mas no el más brillante que fue encarnado por el ex presidente de la Federación Mexicana de Levantamiento de Pesas (FMLP), Víctor Alayola Rosas.
Alayola Rosas, en la década de los 90s, en el siglo pasado, fue el precursor del resurgimiento de este deporte, al encaminar una gestión que condujo a Soraya Jiménez a sentarse en el trono olímpico en Sydney 2000 y a reactivar este deporte.
El fallecido federativo, ex director del deporte yucateco, fue entrenador de Conde Medina y Medina Gutiérrez, en Münich y en México 1968, donde con Tommy Kono adiestró al equipo anfitrión.
Por cierto, el más grande pesista varón de este país, el tamaulipeco Manuel Mateos de la Rosa, fue también entrenado por Alayola Rosas, aunque nunca brilló en Olímpicos.
Fue virtualmente nulo el contacto directo de Alayola Rosas, fallecido en 2006, con Lino Montes, pero el trabajo que a nivel local impulsó durante decenios, influyó para que el pequeño "Hércules Maya" no abandonara el deporte por falta de recursos propios y familiares, que lo tuvieron por momentos en ruta a Estados Unidos a trabajar en estatus de indocumentado.
Así, detectado hace unos años por el Centro Regional de Talentos Deportivos de su natal municipio de Tekax, el incipiente pesista recibió una beca que lo mantuvo en el deporte que estuvo a punto de dejar, de no ser por sus entrenadores Lázaro Medina y Pedro Mendoza Aguilar.
Como en las grandes historias, que ojalá sea la suya también, Lino había pensado retirarse de la halterofilia, pero la lesión de un integrante del equipo mexicano en los Panamericanos del año pasado, en Guadalajara, le abrió una opción como emergente, la cual aceptó para regresar de tierras tapatías con una medalla.
Tras ello, con apoyo formal incrementado y con el ánimo renovado, optó por buscar su pase a los Juegos Olímpicos, lográndolo con holgura en Guatemala.
La tarde de este domingo en Londres, Lino, miembro del grupo A (los de mayores posibilidades) de halteristas de su peso (56 kilos) romperá la ausencia varonil mexicana en ese torneo, de la máxima justa deportiva mundial.
Hay quienes no le conceden oportunidad de medalla, otros que creen que tiene con qué, sobre todo por el sostenido aumento de sus marcas personales a partir de Guadalajara 2011 y que lo han colocado entre los seis primeros del mundo.
Si lo logra, será el primer deportista del sureste en adjudicarse una medalla olímpica (el tabasqueño William de Jesús Córdova Santa María, lo hizo en deporte de exhibición en 1992) y marcará un hito en la historia de su estado, de la región y de su disciplina.
Un antecedente curioso al respecto fue que Medina Gutiérrez, por una confusión, fue declarado por la prensa mexicana ganador del bronce en Munich y en efecto, el peninsular ganó el tercer lugar de su división, pero de su categoría que era la B, es decir, la segunda en importancia, por lo que el metal no fue para él.
Lino, al participar en el grupo A, peleará por las preseas y ojalá quiera el destino que una de ellas sea para él y que compense así el esfuerzo que hizo al salir de su pequeña comisaría de Becanchén, para ir a Tekax, luego a Mérida y al resto del mundo, para llegar a los Juegos Olímpicos.
Notimex
Lino, joven de 25 años de origen maya, pondrá nuevamente a un varón mexicano en la competencia olímpica de levantamiento de pesas, desde que José Garcés lo hizo en los ya lejanos y para México, exitosos juegos de Los Ángeles, en 1984.
El pesista, medallista panamericano y en el top ten mundial de los 56 kilos, devuelve asimismo a su tierra natal, Yucatán, a la escena de la halterofilia luego de 40 años, cuando dos de sus paisanos participaron en los Juegos de Munich en 1972, de tan lamentable y trágica memoria.
Esos dos halteristas, quienes aún viven y se encuentran en perfecto estado, Miguel Medina Gutiérrez y Jesús Conde Medina, son el más cercano antecedente de esta tierra en los olímpicos, mas no el más brillante que fue encarnado por el ex presidente de la Federación Mexicana de Levantamiento de Pesas (FMLP), Víctor Alayola Rosas.
Alayola Rosas, en la década de los 90s, en el siglo pasado, fue el precursor del resurgimiento de este deporte, al encaminar una gestión que condujo a Soraya Jiménez a sentarse en el trono olímpico en Sydney 2000 y a reactivar este deporte.
El fallecido federativo, ex director del deporte yucateco, fue entrenador de Conde Medina y Medina Gutiérrez, en Münich y en México 1968, donde con Tommy Kono adiestró al equipo anfitrión.
Por cierto, el más grande pesista varón de este país, el tamaulipeco Manuel Mateos de la Rosa, fue también entrenado por Alayola Rosas, aunque nunca brilló en Olímpicos.
Fue virtualmente nulo el contacto directo de Alayola Rosas, fallecido en 2006, con Lino Montes, pero el trabajo que a nivel local impulsó durante decenios, influyó para que el pequeño "Hércules Maya" no abandonara el deporte por falta de recursos propios y familiares, que lo tuvieron por momentos en ruta a Estados Unidos a trabajar en estatus de indocumentado.
Así, detectado hace unos años por el Centro Regional de Talentos Deportivos de su natal municipio de Tekax, el incipiente pesista recibió una beca que lo mantuvo en el deporte que estuvo a punto de dejar, de no ser por sus entrenadores Lázaro Medina y Pedro Mendoza Aguilar.
Como en las grandes historias, que ojalá sea la suya también, Lino había pensado retirarse de la halterofilia, pero la lesión de un integrante del equipo mexicano en los Panamericanos del año pasado, en Guadalajara, le abrió una opción como emergente, la cual aceptó para regresar de tierras tapatías con una medalla.
Tras ello, con apoyo formal incrementado y con el ánimo renovado, optó por buscar su pase a los Juegos Olímpicos, lográndolo con holgura en Guatemala.
La tarde de este domingo en Londres, Lino, miembro del grupo A (los de mayores posibilidades) de halteristas de su peso (56 kilos) romperá la ausencia varonil mexicana en ese torneo, de la máxima justa deportiva mundial.
Hay quienes no le conceden oportunidad de medalla, otros que creen que tiene con qué, sobre todo por el sostenido aumento de sus marcas personales a partir de Guadalajara 2011 y que lo han colocado entre los seis primeros del mundo.
Si lo logra, será el primer deportista del sureste en adjudicarse una medalla olímpica (el tabasqueño William de Jesús Córdova Santa María, lo hizo en deporte de exhibición en 1992) y marcará un hito en la historia de su estado, de la región y de su disciplina.
Un antecedente curioso al respecto fue que Medina Gutiérrez, por una confusión, fue declarado por la prensa mexicana ganador del bronce en Munich y en efecto, el peninsular ganó el tercer lugar de su división, pero de su categoría que era la B, es decir, la segunda en importancia, por lo que el metal no fue para él.
Lino, al participar en el grupo A, peleará por las preseas y ojalá quiera el destino que una de ellas sea para él y que compense así el esfuerzo que hizo al salir de su pequeña comisaría de Becanchén, para ir a Tekax, luego a Mérida y al resto del mundo, para llegar a los Juegos Olímpicos.
Notimex
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