lunes, 9 de enero de 2012

Opinión: Víctor Manuel Barceló R / Ene 09


 Educación para el Desarrollo Sustentable.
Se un artista de la palabra, de modo que seas poderoso. La lengua es la espada del hombre…Es más fuerte un discurso que cualquier otra arma. (Faraón a su hijo). Citado por Eduardo Andere.
La sociedad planetaria experimenta innovaciones provenientes de la ciencia y tecnología de punta, que llevan a cambios en la economía, política y vida social. Lo cualitativo de la existencia terrestre no parece tener freno en su continua presencia. Tales cambios requieren atención especial, para evitar tensiones sociales con una educación de calidad.
 En cada momento histórico, de entre muchos seres humanos que vieron en la educación la puerta a la solución de males que acongojan a la sociedad, sobresalen -por genio y persistencia- quienes aportan conocimiento, producto de investigación, en su época. Así van construyéndose principios pedagógicos y una didáctica con rasgos universales. Desde el S. XVI el niño es centro de la enseñanza –escuela paidocéntrica-.  Posteriormente (S. XVIII) se otorga a la madre lugar trascendente en la formación del niño, fijándose para esos años el fin supremo de la educación: moralidad y virtud.   
 Galopando por reductos oscurantistas, en medio de guerras y desconcierto, Kant y Rousseau confirman las bases de la pedagogía. La ciencia es sustento  de la educación, en relación con moral y naturaleza. En el S. XIX se precisa: la escolaridad es método para la transmisión de la cultura. María Montessori, durante la 2ª Conflagración Mundial -2º tercio del S. XX- enfrenta al fascismo. Su método otorga libertad  al educando y respeto a su capacidad de aprender, adelantándose a concepciones de enseñanza-aprendizaje.
 La imprenta en la escuela y la cooperativa se incorporan en el siglo XX, junto al desarrollo de una pedagogía de la esperanza: todo proceso educativo debe partir  de la realidad que rodea a cada individuo. Tocará a los Constructivistas resumir y entrelazar -entre varios que mencionamos- las formas de la educación que hoy son sustento de la tesis que afirma: el individuo no es solo producto del ambiente sino construcción propia. Se va realizando con influjo  externo a si mismo y sus coordenadas interiores.
 La educación hoy es factor predominante, para avanzar a modelos de desarrollo sustentable, que recuperen capacidad de acción a las poblaciones. Su labor constructiva, desbloquea potencialidades, en su mayor parte en manos de empresa sociales -durmiendo el sueño de los justos-. Se requieren acciones coordinadas de la sociedad, para estar en la planeación, vigilando el uso de recursos: que lleguen íntegros, al destino predeterminado.
Para ello, debieran prevalecer valores, a partir de ellos discutir sobre caminos que los  transmitan, junto a normas a observar y acatar, por todo ciudadano. En democracia real se crean valores sociales, si hay corresponsabilidad entre pueblos y gobiernos. Aquéllos se fortalecen, mediante impulsos con una educación de calidad. Hoy contamos con metodologías para que, la interacción padres-docentes-educandos, lleve el conocimiento a través de modelos escolarizados. El docente, maestro o guía, junto al padre o tutor, juntos, realicen la mágica y hermosa tarea de formar niños, adolescentes y jóvenes, capaces de enfrentar su presente y construir su futuro, con éxito.
 Seymour Martín Lipset, (pedagogo-politólogo) señala que la educación es rasgo de la democracia, condición que propicia su existencia. Cuanto más alto el nivel cultural de una  población, mayores posibilidades de democracia. Valores y normas de comportamiento social se adquieren,  estable y permanentemente, a lo largo de la vida, modelándose por la educación. Existen metodologías y programas institucionales, que con diálogo –la palabra como fuerza- y participación en experiencias compartidas, los futuros ciudadanos, practican la autodirección y hábitos de convivencia social.
Es esencial que instituciones de educación -formal o informal- provean a la población en general, tanto del conocimiento de principios que fundan a la democracia -valores, procedimientos, evolución histórica- como de habilidades y destrezas que les empoderen de los asuntos públicos. Numerosos estudios corroboran afinidad positiva educación-democracia. Ambas interactúan para convenir participación ciudadana amplia y definitoria. Solo a través de educación se forman valores democráticos que orientan  conductas y definen posiciones frente a: dignidad humana, paz, tolerancia, aceptación de la diversidad, honestidad, igualdad, corresponsabilidad y participación. Estos se consolidan en el aprendizaje social: familia y escuela.
De ahí que la educación sea factor esencial para formar ciudadanos que tercien: libre, racional y responsablemente, en procesos democráticos. La formación ciudadana anima una cultura política que estimula la participación laica, pacífica y civilizada. La base: el respeto a los derechos humanos, en justicia y libertad, atendiendo diversidades culturales y de minorías, en lo público y privado. A esto aspiramos en el entorno nacional y local para un desarrollo sustentable, en que todos cooperemos, en el bien de todos.
Cuando hablamos de calidad en educación, entramos en terreno dialéctico, por ello le sacan de contexto distintas corrientes políticas. Dicha calidad tiene diversas aristas históricas. Su categoría universal le define y mide de diversas maneras.  Ahora, importante es transitar, de la atención masiva de educandos, a modelos corresponsables –escuela-comunidad-alumnos-padres de familia- en que el docente, atendiendo al necesitado de educación, se transforme en educador-guía, medie en la enseñanza-aprendizaje, para que cada educando-guiado, sea líder en competencias por la vida y de por vida.
 Recordemos que la didáctica a principios del S. XX era: profesor que dice (Magíster dixit) y alumno que oye. De ahí a la asunción de Maestro que explica y estudiante que entiende. A mediados del Siglo, nos formamos para ser docentes-educadores que construyen un educando que aprende. Iniciamos el siglo XXI evolucionados en mediadores, que transformamos al ser humano en líder, para que compita con éxito en su entorno local y nacional.
 La ruta universal de la educación es: enseñanza-aprendizaje. Enseñar a aprender y no otra cosa. Poner en manos del educando, armas para el manejo de la información, que le desarrolle como líder en competencias, para toda la vida. Para ello hay nuevas herramientas en el orden digital, que abren panoramas Insospechados, atrayentes para quien ejerce tan noble profesión.
 Cualquier plan, programa o estrategia de desarrollo sustentable abarcará cambios al paradigma de la educación. Cada país o estado considerará, con el concurso del trípode de la educación –docentes-alumnos-padres de familia (sociedad) lo urgente, posible y adecuado, junto a transformaciones de largo aliento. La sumatoria de lo que se haga en cada país, llevará a las metas más promisorias para el bienestar de los que poblamos la aldea global. 
Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com Puebla, Pue. 

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