(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)
Por un Tabasco más huevero
Aunque muchos tabasqueños han absorbido cultura universal viajando por el mundo, no nos da aún para "cambiar de actitud". ¿Nacimos para ser burros? ¿No es la cultura nuestra mejor premisa? Quién sabe. Podemos inventar lemas memorables. Como cuando alguien bautizó a Cunduacán como La Atenas de La Chontalpa. Le aseguro que hoy en Cunduacán andan muy lejos de esa memorable cita. El cacao, su principal actividad, envejeció y con él sus productores. De aquellas épocas habla mucho en el Tabasco HOY su principal cronista Laureano Naranjo Cobián. Aún a su avanzada edad, a Laureano le da por sumergirse en la nostalgia de su pueblo y recrea luego algunos textos muy rescatables sobre su pueblo. Sin embargo, esas épocas se prestaban para que los iconoclastas de ocasión calificaran a sus pueblos de "globeros". Llegaban los candidatos e inundaban aquella subcultura con globos de colores y confeti. Luego, cuando el progreso se hizo presente, Tabasco pasó a ser un pueblo "bicicletero", calificativo que nunca se había podido quitar, hasta ahora que apareció en el ambiente una prófuga del metate, Liliana Jiménez, quien puso en línea universal a Tabasco como el primer pueblo huevero de América. Lili, como la conocen sus más íntimos, es empleada del Ayuntamiento de Macuspana, en donde riega su talento e inventiva para que el régimen del médico Alfonso Pérez Álvarez, brille más. Es Lilianita (la huevera), todo un caso. Para aumentar su autoestima, se desposó con un también distinguido prohombre de política y comunicación social en el recientemente creado Instituto de Estudios Sociales de Tabasco, Carlos A. Juárez. Ambos han hecho una inventiva y brillante pareja. Organizaron –espontáneamente, claro- a las afueras de la Quinta de gobierno, un megapancho. Protegidas algunas aguerridas Adelitas por también patriotas policías de Tránsito que dirige el iconoclasta Salvador Suárez, le dieron una cálida bienvenida al senador de la República, Ricardo Monreal, quien estaba invitado a departir con el gobernador Andrés R. Granier en la citada Quinta gubernamental. '¡Qué huevos!', diría mi difunta tía Micaela Solano. Los había azules, rojos, amarillos, naranjas, multicolores del bicentenario, para que usted me entienda. Todos fueron a dar al carísimo terno del Legislador visitante. Para que no se diga que en Tabasco nos faltan huevos. Cumplida tan encomiable tarea, los que hacemos crónica de estos sencillos per vistosos eventos, tenemos que reconocer que de ser Tabasco un muy competitivo pueblo bicicletero, ¡hoy somos el pueblo más huevero de América! ¡Eureka, en algo teníamos que distinguirnos!... MONTECRISTO, IZTAPA, ZAPATA Y RAUL ABREU MARIN Hace algunos años, conocí a un hombre de cultura. Egresado como historiador de la vieja UNAM, todas sus rijosidades de hombre de mundo las echó a una maleta, tomó el primer ADO que encontró y un buen día regresó a la vieja casona que le heredaron sus padres en la vetusta hacienda Las Margaritas, en villa Chablé, hoy un pueblecito donde hacen su nido las plácidas aguas del Usumacinta. Su principal talento es pegarle con fe a la lectura. Esta actividad la ha cultivado ya por casi cincuenta años, al lado de su mujer, Beatriz González, dama yucateca que un día amaneció en la misma cama que Raúl y otro buen día, de hace muy poco, ya también es parte del último segmento de la historia personal de Raúl, con quien se caso por todas las leyes. Abreu Marín en sus tiempos libres (24 horas al día) se dedica a hacer crónica municipal. Su encomienda es recoger e hilvanar cualquier dato que tenga que ver con las vivencias de Montecristo, o Iztapa, o Emiliano Zapata. A fin de cuentas son lo mismo. Hay un dato que me gusta de sus más recientes libros (Los tomos I y II) de "Pueblo que se dobla pero no se truencha". Como dice el historiador Enrique Canudas, autor de las notas liminares de su publicación, Abreu Marín mantiene en la pelea el verbo "tronchar". Si no fuera por esa mención, los tabasqueños de hoy quizá ya lo hubiéramos inutilizado. Raúl Abreu también nos pone en antecedentes de los viejos apellidos de origen "zapatense" Si Dorita Scherrer, en Tenosique, está pensando que su apellido, de origen alemán, Scherrer, es de la tierra de Pino Suárez, en realidad ella desciende de don David y don Andrés del mismo apellido. Igual el doctor Lehman. Familias zapatenses de origen español serían los descendientes de don Nicasio Díaz, don Celestino Martínez, don Pedro Aldecoa, don Manuel y don Aurelio Menéndez, don Joaquín Pujol, don Antonio Bernat, doña María Patterson de Menéndez. Y también los Nazar, los Jaidar, los Torruco, los Alamina, los Fonz, los Manjarrez, los Azcuaga, los Abreu, los Ferrer, los Lastra, los Mendoza Landero, los Macossay, los Toache, los Tejero, los Govea, los Granadillo, etcétera de los etcéteras. Raúl Abreu Marín, excelente cronista y mejor amigo, me recuerda a través de don Pancho Arcos, viejo patriarca de una de las más distinguidas familias "zapatecas", cuando pasaba frente a la casa de sus abuelos (de Raúl) y decía: "Doña Isabel, soy arco que se dobla pero no se truencha"… Así Emiliano Zapata, antes Montecristo, antes Iztapa. Podrían haber desaparecido del mapa pero "nomás se doblaron pero no se troncharon"…
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