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ANJ y el tigre
Madero ha soltado al tigre;
habrá que ver si puede controlarlo.
Porfirio Díaz / Rumbo al exilio
habrá que ver si puede controlarlo.
Porfirio Díaz / Rumbo al exilio
Toda
proporción guardada, pareciera que nada en política sucede sin que se pueda
recurrir a la historia, al pasado, para entender los sucesos cotidianos.
Tabasco no puede ser la excepción. Toute proportion gardee.
Después
de unos días fuera de circulación en este matutino, se me ocurre, ante la serie de
“preocupaciones”; de mensajes epistolares en los que hasta Víctor
“Huimanguillo” Romero echa su gato a retozar;
de los rumores en la calle; de radio bemba, etcétera, recordar algunos
sucesos que pueden, sino orientar a los tabasqueños, al menos hacerle menos
engorroso estos primeros días del cambio verdadero, de la transición
democrática, del inicio de la alternancia.
Cuentan
Alejandro Rosas y José Manuel Villalpando, en su libro Los presidentes de México, que el presidente del Congreso le dijo
al emperador de México, Agustín I, en el momento en que le colocaba la corona
imperial: “No se le vaya a caer a vuestra majestad”.
“Yo
haré que no se me caiga”, respondió seco Iturbide, quien inmediatamente
procedió a coronar, él mismo —dicen los autores— a su esposa Ana María Huarte
de Iturbide, la emperatriz.
Era,
ese gobierno, el primer intento, después de independizarse de 300 años de
dominación —un poco más de los 81 de ahora en Tabasco— para poner orden en un
país que, por cierto en sus primeros años de vida independiente padeció
múltiples cambios de gobierno, después del frustrado imperio, por los
disturbios y la inestabilidad política, al grado que el escritor José Fuentes
Mares dijo que “a falta de caudillos, nos conformamos con caudillejos”.
Don
Agustín no logró mantener la corona imperial sobre su testa. Desde el Congreso
empezaron a obstaculizarle sus iniciativas; sufrió intrigas y se quedó sin el
pueblo que lo había ovacionado el día de su proclamación. Aparte de otros
errores personales que cometió y que se mencionan en la obra histórica que
sirve para este texto.
No es
el caso actual. O al menos no existe tal peligro a pesar de que no faltan
quienes, en los cafés, en algunos medios y, quizás, en los mismos círculos del
poder advierten a Arturo Núñez Jiménez “no se le vaya a caer…”.
A
sólo dos semanas de su administración, el gobernador de Tabasco podría
contestarles “Yo haré que no se me caiga”.
Y es
cierto. Si alguien es el responsable de lo que pase en su gobierno, es el
propio mandatario que está mostrando tolerancia política ante quienes olvidan
que el pueblo le deposito una confianza para gobernar y que, en base a esto, él
ha delegado el ejercicio de funciones a los que integran su equipo.
Podría
pensarse, dada la situación en que está recibiendo el gobierno de Tabasco, en
un mar de corrupción que por donde quiera aflora, que no sólo se sacó la rifa
del tigre sino que, como lo dijera Porfirio Díaz cuando iba rumbo a Veracruz
para embarcarse en el Ipiranga, refiriéndose a su vencedor Francisco I. Madero, “ha soltado al tigre; habrá que ver
si puede controlarlo”.
Un
tigre, y no de papel a pesar de las cartas, pareciera el que anda suelto en
Tabasco después del triunfo de Arturo Núñez y sus aliados políticos sobre un
partido que por más de 80 años mantuvo el poder. Un poco pudiera parecer muchas
de las ambiciones que, como en la primera etapa de la independencia, se
manifestó no como un intento de continuidad en el cambio sino en el acceso al
gobierno como botín. Ya desde ahora se mencionan, quizás sin ellos provocarlo,
los nombres de los que aspirarían, dentro de seis años, a la sucesión de Núñez.
Algunos, como el alcalde de Centro, trabajando ya desde ahora con la ventaja
que esa posición le da. Tal vez lo mismo podrían decir del secretario de
Gobierno. Y de los otros que se mencionan, tal vez oficiosamente.
Ya,
desde ahora, empieza a sentir la presión opositora de los vencidos.
Arturo
Núñez es un político con tablas. Ha recorrido los cargos necesarios para que
los tabasqueños consideren que hará el gobierno que se necesita como arranque
de la alternancia en Tabasco. Controlar al tigre de la maledicencia, el rumor,
la ambición es lo que demostrará al menos este primer año de su Gobierno.
Lo
esperan quienes le favorecieron con el voto. Y los que tendrán que documentarlo.
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