miércoles, 8 de febrero de 2012

Tabasco / PRI / Pronunciamiento de Ángel Solís / Feb 08

Pronunciamiento de Ángel Solís Carballo

En los últimos días varios actores políticos, respetables todos, han mostrado su inconformidad por los tumbos que ha dado la conducción del proceso de selección de las candidaturas a puestos de elección popular por parte del PRI.

A reserva de coincidir o no con sus apreciaciones, quiero dejar clara la posición que guardo en torno a mi aspiración de representar no solo a mi Partido, sino por encima de ello, como debe ser, a la ciudadanía del VI Distrito Federal Electoral.

Y ese es el punto que poco se ha valorado por parte de la dirigencia de nuestro instituto: la legitimidad y el respaldo social necesarios para sustentar con firmeza una aspiración.

En la gran obra de las elecciones de 2012, los actores políticos hemos sido reducidos a espectadores de un mal montaje, en un escenario improvisado, sin una buena dirección, que terminará por aplastarnos a todos.

La toma de decisiones cupulares, en la punta de la pirámide, que no están cimentadas en la opinión de militantes y simpatizantes, son el anuncio del derrumbe del PRI en las próximas elecciones.

En Tabasco siempre hablamos del PRI como la gran maquinaria, que en la contienda electoral es aceitada, ajustada y queda en la mejor posición competitiva para ganar las elecciones.

Pero hoy las cosas han cambiado: Las vías están cerradas, el maquinista no aparece, hay un motín a bordo y el descarrilamiento es inminente.

Hemos desvirtuado el valor de la política, al ejercerla sin oficio, sin contacto con la militancia, sin conocimiento de las necesidades reales de la gente.

No somos pocos los que nos preguntamos el para qué promover heraldos de la derrota.

La respuesta es muy simple: para buscarles chamba y que puedan medrar en un puesto de representación popular sin atender las necesidades reales de la gente, ni dar cauce a que el electorado haga realidad sus anhelos más sensibles.

Hoy está claro que aquellos equilibristas novatos de la política, que pretenden convertirla en un circo, caerán del alambre en que se mantienen al recibir, en lugar del aplauso fácil, el abucheo y el rechazo de la gente.

Tal parece que se ha renunciado al arte de la política como el ejercicio fino de escuchar, dialogar, concertar, convocar y actuar colectivamente.

Y tener presente que las mejores herramientas de la política no son la práctica del arte versallesco de la antesala, la sumisión y la imposición, sino la capacidad de convocar los afanes, voluntades y actitudes de la población del campo y la ciudad.

Hoy, la política genuina no se practica abiertamente, sino en un edificio cerrado de manera hermética, para acallar las voces de miles de ciudadanos que nos cobrarán la factura, si no se corrige el rumbo, en las elecciones del mes de julio.

Más que el cordón umbilical con personajes encumbrados, en la política lo que importa es la capacidad de convocar y la voluntad de lograr que lo bueno suceda.

¿Acaso se ha preguntado a la ciudadanía cuál es el perfil de quien deba aspirar?

No. Se ha pasado por alto esa cortesía fundamental que debemos guardar hacia quien se merece todo nuestro respeto: la ciudadanía.

Se toman decisiones que no corresponden a la nueva realidad de la política, donde la población anticipa, participa y eleva la voz cuando no se le toma en cuenta.

Pero el electorado, como lo ha mostrado en mi caso, muestra su simpatía por una propuesta que combina:

§   Experiencia en el servicio y la gestión pública.
§   Formación académica.
§   Capacidad de conectar y de escuchar a la gente
§   Una carrera política propia, natural, no de incubadora.

¿Se ha cuestionado la dirigencia del Partido quién no debe aspirar?

La respuesta la tiene la gente:

§   Quien sea producto de una precipitada y mala jugada en la mesa del ajedrez político, sin un trabajo de base, extenso e intenso.

§   Quien sea resultado de una imposición, como premio de consolación, tras haber renunciado por falta de respaldo ciudadano a otra aspiración.
§   Quien se venda como el precandidato de línea, pero que represente una candidatura forzada, ajena al sentir de la ciudadanía del distrito.

§   Quien represente un riesgo para el Partido, con altas posibilidades de perder.

Y que no se nos olvide, como decía Napoleón, que la duda en la victoria es el principio de la derrota.

¿En qué se ha fundamentado mi aspiración a la Diputación Federal?

§   Tengo una propuesta que es producto de las necesidades, demandas, anhelos, iniciativas y planteamientos de la gente.

§   Conozco los hogares y las comunidades del distrito.

§   Soy un proyecto de miles de militantes y simpatizantes de la ciudad, la villa, el poblado, la ranchería y la comunidad más apartada.

§   He caminado junto a ellos, construyendo una aspiración justa, legítima, avalada por las voces de hombres y mujeres que ya están cansados de las malas decisiones tomadas en tiempos recientes.

§   A mi no me tienen que presentar al electorado del VI Distrito, porque puedo llamarlo por su nombre.

§   Mi aspiración es la más competitiva, con los mejores cimientos.

¿Cuál es mi posicionamiento a la luz de un proceso prefabricado, inequitativo, sin las condiciones que le impriman un sello democrático?

Soy, ante todo, un político institucional.

Siempre he creído en las reglas del juego, en el deber de guardar las formas y en el respeto que debemos guardar hacia la gente.

Pero también quiero dejar clara, por el trato recibido, la falta de calidad en el actuar de los árbitros.

Y he observado una actitud que nada abona para un proceso democrático desde nuestro partido.

Yo le he hecho un llamado a esa dirigencia, con el beneficio de la duda, para recomponer el camino, para no poner barreras a quienes tenemos legitimidad y capacidad competitiva.

Pero ante la obstinación de llevar a nuestro instituto político por el camino equivocado, y las impugnaciones no resueltas de otros importantes activos del PRI, me reservo mi participación en la Convención de Delegados.

Me debo a la gente y he tomado la mejor decisión sobre este punto: permanecer con mis simpatizantes, ajeno a un proceso viciado por dentro y por fuera.

No voy a negociar para malograr la voluntad del pueblo.

Vamos hasta el final. Con una actitud responsable y firme. Con militancia y trabajo de base.

No seremos cómplices de la indiferencia a la voces de miles de ciudadanos que pueden contribuir a la victoria del PRI.

Indiferencia que raya en sordera, incluso ante el retumbar de los tambores que anticipan la derrota y, finalmente, la alternancia.

Vamos a estar presentes, con dignidad en las elecciones de julio.

En nuestra estrategia, que quede claro, ya no hay retorno.

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