(Publicado en el Diario Presente)
Miente que algo queda
Y es que una mentira puede ser una falsedad genuina o una verdad selectiva
Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá solía decir Joseph Goebbels quién fue el oscuro ministro de propaganda de la Alemania Nacional Socialista, figura clave en el régimen, amigo íntimo de Adolf Hitler, y canciller de la Alemania Nazi en su sucesión. Mientras Goebbels ponía en marcha sus tenebrosas tretas argumentaba que una mentira siempre oculta en forma parcial o total la realidad. Las recientes declaraciones mediáticas de una parte del perredismo tabasqueño –que no del todo- son realizadas con ese fi n; lanzar mentiras para dejar por lo menos la idea de que algo turbio hay. Ya las hicieron antes atacando al secretario de salud Luis Felipe Graham, hoy las hacen en contra del secretario de gobierno Humberto Mayans para que en los oyentes algo quede, no importa que sean falsas las acusaciones o sin fundamento, lo importante para la dirigencia que comanda el PRD local es que alguien le crea. Ya lo hemos visto en el pasado, lo vemos hoy y seguramente esa guerra sucia vendrá mañana. ¿Por qué? Sencillo, porque así actúa la dirigencia local del PRD que de membrete dirige Javier May Rodríguez, y siempre, siempre han obteniendo lo mismo: ningún resultado.
Y es que una mentira puede ser una falsedad genuina o una verdad selectiva, la intención es engañar o causar una acción en contra de los intereses del oyente. Mentir es decir una mentira. A las personas que dicen una mentira, especialmente aquellas que las dicen frecuentemente, se les llama mentirosos puesto que mentir implica engaño intencionado, eso es lo que es Javier May Rodríguez que para nada habla de sus cuentas públicas reprobadas cuando fue alcalde en Comalcalco. Mucho menos habla de los saqueos en otros municipios ni de los desvíos de recursos que a él, en este caso sí le comprobó el Órgano Superior de Fiscalización, y que en su momento fueron detectados, a grado tal que se concibieron reportes especiales, y posteriormente generaron las denuncias correspondientes contra Javier May Rodríguez, no; de eso no habla el líder perredista.
Lamentablemente, la tristemente célebre frase de Joseph Goebbels de “difama, que algo queda” está cobrando hoy, en nuestro estado una actualidad notable, los ataques bajos con mentiras son el pan nuestro de cada día, sea en libelos impresos o en las redes sociales, todos se preguntan de dónde sale ese dinero para atacar a quienes ni siquiera son candidatos ¿De dónde sale la guerra sucia? ¿Por qué el blanco de esa guerra persistente es contra de los dos prospectos mejor posicionados del PRI? Tal vez la pregunta que nos estamos haciendo sea el cuestionamiento erróneo. Acaso la pregunta debería ser ¿A quién benefi cia toda esta guerra sucia? Entonces sí podremos encontrar el hilo de la madeja que con base de falsedades mediáticas o medias verdades intentan perjudicar con el fi n de que algo quede, porque para eso se hacen esas estrategias. Hoy como ayer esas falsas acusaciones sin ninguna vergüenza lanzadas por una parte del perredismo con tonos apocalípticos son un intento desesperado de manipular la información y generar incertidumbre. El problema de fondo dentro radica en que las acusaciones que se hacen a las personalidades políticas de diferentes partidos se hacen sobre supuestos actos ilícitos sin una correcta y procesada investigación previa a una denuncia que –por cierto- ni siquiera se ha hecho y que sin más pretenden generar cortinas de humo intentando calumniar para que “algo quede”. Sin perder de vista que además intentan perjudicar la imagen del partido político al que pertenece el calumniado ante la opinión pública. Porque no se puede perder de vista que cuando se ataca a una persona o a un funcionario de lo que se trata también es denostar al partido del que proviene. Por eso, los ataques que hoy se lanzan lucen sencillamente como una guerra sucia de muy bajo nivel.
Así es Canito tienes razón, la mentira se ha convertido en una de las herramientas más usadas por el hombre moderno. Es tan popular y endémica como la misma corrupción, ambición y orgullo. Cada vez el mentir se vuelve, más que una evasión determinada en ciertas circunstancias, en todo un arte para obtener de ella beneficio, o esconder la arrogancia y soberbia humana
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