(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)
Cuando un amigo se va
Una quejumbrosa letra sale de la garganta del juglar argentino, Alberto Cortés. "Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo". Filosofía pura. Señala el sentimiento lastimado de algunos que sabemos que la muerte se llevó a alguien muy querido, muy cercano y no es fácil de asimilar. Así nos pasa a los que quisimos a don Rodolfo Espadas Castillo, don Rudy, varón peninsular de generosa catadura.
Su altruismo sin límites no sólo se reflejaba por los sólidos valores que le dieron sus humildes padres en la década de los años 30 del siglo pasado, en un pequeño bohío de Peto, en su natal Yucatán. Usted sabe que los valores morales y espirituales de los pueblos de México son parte primordial de nuestra educación.
En aquellos tiempos los niños se hacían adultos muy rápidamente. ¿Qué podían sus progenitores procurarle mejor a su pequeño Rodolfo que la bendición de los que parten para siempre hacia un incierto futuro, sólo con un machete a cuestas? Muy joven, casi niño, Rodolfo Espadas, ciudadano del mundo puro y transparente, se encontró haciendo brecha entre los breñales interminables de su tierra natal. Cuando menos lo esperaba, el sol de una mañana lo encontró en los campos chicleros de Quintana Roo. Desolación y miseria fue lo que vio pero tenía hambre, estaba cansado.
Pidió algo de comer. Le dieron un atole insalubre y detestable que comió ávidamente. Era sin embargo ese alimento la firma de un infame contrato con el hacendado. Los patrones de hacienda eran señores feudales y se hacían inmensamente ricos explotando al indio, al jodido, al desarrapado. Así se convirtió Rodolfo Espadas en un jovencito enganchado.
Esa fue la primera experiencia ingrata que le dio la vida: Ser recolector de chicle. Los peones de esa infame tarea hacen ricos a muchos y patrocinan una industria para la masa consumidora. Esta se hace sobre la espalda del jodido. Semana a semana, el joven de Peto iba por su ralo salario para poder enviar algo a casa. La mosca chiclera no tardó en hacerlo presa de sus piquetes.
Sus orejas empezaron a caerse en pequeños pedazos. Un milagro sucedió y pudiendo perder una parte de su cuerpo, la naturaleza terminó curándolo. Hizo de todo en los campos de Quintana Roo y fue pionero en el descubrimiento de Punta Cancún, un lugar donde los potentados del mundo van a descansar. Curiosamente, un buen día encontré a este legendario viajero en una cafetería de la zona hotelera de Cancún. De antiguo peón henequenero, la vida –como a todos los Maqroll que viajan por el mundo sin más pretensión que ser libres- le dio la ocasión de hacer fortuna y lo puso como huésped de uno de los mejores hoteles de ese destino turístico. Coincidimos, repito, una mañana del mes de abril del 2001. La charla de sobremesa con el viejo chiclero, fue espléndida.
Me relató que había llegado a Tabasco como trabajador de la empresa Coconal. Sorpresas te da la vida. De antiguo recolector de chicle; de maltratado peón en las haciendas henequeneras, don Rudy Espadas se convirtió en "caminero". En la famosa Coconal, don Rudy hizo de todo: Cadenero, banderero, topógrafo, sobrestante. Fueron muchos años de hacer carreteras, de andar al puro sol y dormir en campamentos innombrables. La inteligencia de don Rudy sin embargo fue determinante para ahorrar peso tras peso hasta que llegó a Teapa, donde uno de sus principales socios fue don Euclides Ramos.
Hoy, las empresas de don Rodolfo Espadas Castillo, leal amigo que acaba de exhalar el último suspiro en Teapa apenas el pasado viernes 18 de febrero, dan trabajo a 400 familias. Se dice fácil pero ¿qué empresario de Tabasco, de esos que tienen casa en Denver o pisito en Playa del Carmen, sobreexplotando el erario, puede presumir lo que este ejemplar hombre de empresa y padre amoroso hizo en apenas 40 años? Pedro Lara, amigo muy cercano también a don Rudy, cuenta que el día de su sepelio en Teapa, uno de sus trabajadores le dijo que don Rudy había muerto del corazón. Pedro lo interrogó asombrado: "¿qué?, ¿tuvo acaso un infarto?"..."No, le respondió el hombre, lo que pasa es que don Rudy cuando salía de su casa, siempre daba a todos un pequeño trozo de su corazón, ¡pero terminó por quedarse sin nada!"...
POSDATA:
Oración por Gerardo Sánchez González: Apreciado hermano, hoy que estás inerme en el lecho de la enfermedad, se fiero para defender tu espacio. Tú siempre te distinguiste como un guerrero. Deseo que sigas dando tu mejor pelea y haciendo tu mejor juego por tu familia y tus amigos. Los que estamos alrededor de ti te queremos más que nunca. ¡Fuerza y valor, hermano! Que Dios te cuide...
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