domingo, 17 de octubre de 2010

Opinión: Víctor Manuel Barceló R. / Oct 17

IFE: Que veinte años no es nada…

La celebración de 20 años del IFE se cumplió poco antes de la renovación de tres consejeros electorales, en noviembre próximo. Ello precisa la urgencia de ir a fondo en análisis y modificaciones a los órganos electorales que tendrán el compromiso de sacar adelante las elecciones del 2012. Por lo pronto los mismos vicios jugarán para que los diputados completen la renovación parcial del Consejo del IFE.

Un panista objetivo, Corral, al frente de la Comisión de Gobernación, afirma: “Queremos empeñarnos y convencer a los actores políticos de apartar esas decisiones del ‘cuotismo’ partidista, para dotar al IFE de niveles de autonomía mayores e independencia…Ha llegado la hora -dice- de retomar el debate de la legislación electoral...para concretar una reforma que se anticipe…al inicio formal de precampañas y campañas presidenciales…”.

¿Cual es la situación que se vive, para que el PAN impulse cambios y el Presidente del IFE convoque a una refundación cultural?. Cuando nació el IFE (1990) contribuyó al aumento, en nueve puntos, del respaldo al sistema democrático (86%). Después vinieron, en cascada, problemas de alta gravedad en la política nacional, que recayeron en el organismo. Los partidos llevaron la batuta en la reforma electoral de 2007, que dio respuesta a las preocupaciones de esos organismos públicos, vividas en la elección del consejo del IFE en 2003, en que la intolerancia dio al traste con su ciudadanización. Los resultados se vieron en la elección presidencial de 2006. Allí se mostró reversión democrática que mediatizó al IFE.

El temor al cambio detuvo la reforma en el 2006; puede volver a ocurrir para el 2012. Los que “tocan el pandero” para que baile el oso, temen a la transformación que venga de abajo, desde hace dos siglos, cuando se da la incursión de las masas en la guerra de independencia.

El IFE vigente es un modelo superado, cooptado por los partidos a los ciudadanos. Se pretendía conformar allí, la institución ejemplar de la democracia. Pero los pasos hacia delante logrados, de ser organismo con tutoría -como necesariamente se procreó- a ciudadano -objetivo buscado- decayó en la antítesis de su perfeccionamiento. Vive una refinada regresión política. Allí, en cada momento: acuerdos de cúpula, decisiones específicas y determinaciones menores se burla al ciudadano, haciendo engañosas las leyes, sobreseyendo los derechos políticos del mexicano.

En esas condiciones, perdida su autonomía en brazos de los partidos, ¿con que calidad podría coordinar las elecciones federales del 2012?. Quién y cómo llevaría el equilibrio en la competencia?. Los acuerdos entre partidos y gobiernos, para diversos aspectos electorales, están devolviendo al poder federal, muchos pasos de acción política y hasta el arbitraje electoral. Qué tiene que decir el IFE acerca de esto?.

Se afirma que un régimen democrático produce certeza en los procesos -las reglas están claras y nadie puede salirse de ellas- e incertidumbre en resultados -el voto de los ciudadanos define triunfador-. La plataforma electoral actual no produce confianza en los procesos -aspirantes a la Presidencia definen su actividad proselitista como "pre-precampaña", tomando el pelo a la ley- tampoco en los resultados hay certidumbre. Proceso tras proceso se delega el arbitraje al Tribunal Electoral, quien asume responsabilidades por desconfianza social.

Como queremos fortalecer nuestra democracia, ante una alternancia que no pudo construir un nuevo paradigma para el desarrollo del país. Los partidos y su vida como Sistema, traen un deterioro constante, ante la dificultad de elecciones libres, legales, transparentes y justas. Tal vez cumplan con uno o varios de los valores necesarios en una democracia para que constituyan el vínculo, por excelencia, entre electores y gobierno. Pero la falta de credibilidad no les permite asumirse como tales.

La fortaleza de la democracia se plasma en razón directa de la percepción social de los partidos políticos. Su fuerza, su capacidad de convocatoria, se da en función de su oferta social, siempre vinculada a su identidad. El Sistema de partidos, está llamado a ser la fortaleza de un régimen democrático; cumple mejor su misión política, en tanto cada uno de ellos mantenga su identidad ideológica y, en su base, cuente con métodos transparentes para la selección de candidatos a cargos de elección popular. El Sistema de partidos será conveniente al crecimiento de la democracia, en tanto todos sus integrantes sean claramente definidos, respondan a intereses de las clases o grupos sociales a que pretendan representar y se manejen en la legalidad, con estructuras de acción justas, determinadas socialmente y en libertad.

Un estudio sobre gobernabilidad realizado por La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) -organismo intergubernamental con sede en Costa Rica- muestra el estado de la gobernanza, la indiferencia para con los políticos y la desconfianza en quienes gobiernan. Dicho análisis -Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey- reporta: 63% de la población no tiene "nada" de confianza en ellos -la cifra de desaprobación más alta en América Latina- 22% les tiene "poca" confianza. Si los sumamos: 8.5 de cada diez mexicanos, en esas ciudades, rechazan lo que dicen y ofrecen los políticos.

En cuanto a confianza en el presidente: 17% dice que le tiene "mucha"; el 27% que le tiene "nada"; el 31% le tiene "algo" y 25% "poca". La medición para el líder de la Cámara de Diputados -que no es personal, resume el sentir hacia los legisladores-: 7% le tiene "mucha" confianza, y 41% no le tiene "nada" de confianza; 24% dice tenerle "algo" de confianza, pero 28% dice que "poca". Puede considerarse que no solo hay regresión democrática, sino un profundo descrédito de la clase política y del IFE, por extrapolación.

Los medios de comunicación, son proclives a ese descrédito: 13% le tiene "mucha" confianza a periódicos –expresan opinión política- 16% a la televisión y 25% a la radio. El 36% "poco" o "nada" de confianza a los diarios, 48% dice eso de la televisión, y 33% de la radio. Las Fuerzas Armadas son bien evaluadas, 63% las aprueban. Hay un dato destacado: el 43% admite que es "muy" o "algo" probable que den un golpe de Estado. Por lo pronto, trascendió que el general Galván, haciendo honor a la dignidad de un ejército del pueblo, ante Senadores advirtió que, por ningún motivo aceptará que el gobierno imperial, intente certificar al Ejército Mexicano, en el marco del combate al crimen organizado y la Iniciativa Mérida.

Siguiendo con la investigación FLACSO, el 29% de encuestados dijo nunca respetar la opinión ajena y el 35%, matiza: casi nunca. Es decir, 6.4 de cada diez ciudadanos -en esas ciudades- se reconocieron como intransigentes. Los resultados generales son desastrosos: Intransigencia social, descrédito de instituciones políticas, y devastación de los órganos democráticos. ¿Dónde queda el pueblo? Perdido en un esquema de alta marginación, pobreza creciente ante la concentración imparable de la riqueza; corrupción “a toda vela” y un gobierno que no da “pie con bola”. ¿Cuánto más esperaremos una reforma profunda del proceso electoral y sus órganos jurisdiccionales, como primer paso para una elección en 2012, tersa y creíble? El poder legislativo tiene la palabra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.