viernes, 22 de junio de 2018

TABASCO POLÍTICO / José Luis Gutiérrez Gutiérrez / ¿A QUIÉN LE DAN PAN QUE LLORE? / Columna / Vier Ju 22

TABASCO POLÍTICO

José Luis Gutiérrez Gutiérrez

¿A QUIÉN LE DAN PAN QUE LLORE?


Si finalmente Andrés Manuel López Obrador gana la presidencia de la República como todo parece por ahora indicar, habrá que hacerle un monumento gigantesco a Enrique Peña Nieto (más grande que la controvertida, polémica y millonaria obra blanquiazul de la Estela Luz) y a su gabinete como un reconocimiento a su proverbial estupidez.
Y desde luego a los exgobernadores corruptísimos de Veracruz, Quintana Roo, Tamaulipas, Chihuahua, Nayarit, Javier Duarte de Ochoa, Roberto Borge AnguloTomás Yarrington RuvalcabaCésar Horacio Duarte JáquezRoberto Sandoval Castañeda…que hicieron también todo lo que estaba de su parte para aumentar exponencialmente el hartazgo de la gente.
Si hoy el mascupanense se encuentra “en los cuernos de la luna” es principalmente a causa del fracaso rotundo de las políticas publicas del gobierno federal, sobre todo en materia de seguridad pública, desempleo, combate a la pobreza, salud, educación, transparencia y rendición de cuentas, etcétera, etcétera.
Literalmente todo se lo pusieron en “bandeja de plata”.
Como dice el refrán: ¿A quién le dan pan que llore?
Lo que no hicieron los ex inquilinos de Los Pinos panistas Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa el mexiquense se esforzó a lo máximo en lograrlo.
El mérito es exclusivamente de él. Hay que reconocérselo. Nadie tiene derecho a regateárselo.
Con su malísimo gobierno está a punto de llevarse entre las patas al PRI y, por ende, a sus candidatos.
Ni él ni sus asesores o, mejor dicho, des-asesores leyeron correctamente el descalabró electoral de las elecciones del domingo 5 de junio de 2016, en donde perdieron 7 de las 12 gubernaturas que se disputaron (Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Puebla, Tamaulipas, Veracruz, Quintana Roo).
En los comicios locales de 2015 ya habían perdido los gobiernos de Nuevo León, Colima, Michoacán y Querétaro.  Y no hicieron nada por revertir el rechazo social.
Sin omitir, los asesinatos de Ayotzinapa, Tlataya, Nochixtlán. A esto agréguele los casos de corrupción: Casa Blanca, Odebrecht, La Estafa Maestra.
Hoy están a punto no nada más de perder el Poder Ejecutivo Federal -por tercera ocasión- sino la mayoría de las 9 gubernaturas que se disputan y hasta el Congreso de la Unión.
La lápida de concreto que llevan en la espalda los abanderados priistas en el país es del tamaño de la plancha del Zócalo.
En estas condiciones tan adversas para los priistas, los que ganen se convertirán en héroes, capitalmente aquí en Tabasco.
En donde tienen que enfrentar no solo a sus adversarios de Morena y del PRD, sino al mismísimo Andrés Manuel López Obrador.

“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”
(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)

            “Sería una irresponsabilidad de los ciudadanos no ir a votar (domingo 1 de julio) porque participar en las elecciones es tomar parte en el futuro del estado y del país”, señaló el candidato perredista al Senado Juan Manuel Fócil Pérez.
“Es necesario -precisó- que las personas cuando vayan a la urna analicen y revisen por quién van a votar. Deben revisar quién o cuales de los candidatos son los mejores. Se debe ver su capacidad, su experiencia y si reúnen los requisitos que los actuales tiempos requieren de un representante popular”.
“…se debe ir con los mejores. Si se va con los mejores se tienen amplias posibilidades de salir con más rapidez de la difícil situación que se enfrenta”, finalizó.
Y, a decir verdad, el voto debe ser bien razonado, concienzudo.
Es muchísimo lo que están en juego como para ir a sufragar con las vísceras y el esfínter.
Por su parte el candidato a una diputación federal, Jorge Alberto Lazo Zentella, hace algunos días exhortó “a que después del proceso electoral tenemos que unificarnos todos por el bien de Tabasco, no debe haber cabida a diferencias y enconos que desafortunadamente han mantenido durante 30 años polarizados los intereses políticos (…) eso debe quedar a un lado y después de este proceso electoral tiene que haber un llamado a la unidad por el bien de Tabasco”.
Así debería supuestamente de ser, de lo contrario, la entidad seguirá hundiéndose cada día más.
Más allá de quien gane la presidencia y la gubernatura, la clase política tabasqueña debería de cerrar filas para entre todos -aunque suene a utopía- sacar al buey de la barranca.
Claro que el primero que debe de dar ese paso fundamental para la reconciliación es el próximo gobernador, pero no de boca hacia afuera, sino en los hechos.
Mientras esto no ocurra, todo será puro cuento, puro rollo, pura verborrea, demagogia pues.
Lo mismo de siempre.

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