TABASCO POLÍTICO
José Luis Gutiérrez Gutiérrez
¡VAN SOLOS!
Después de ver y escuchar en el último debate de estos comicios federal a José Antonio Meade Kuribreña y Ricardo Anaya Cortés me quedó clarísimo de que no hay ninguna posibilidad de que alguno de los dos decline para hacer una alianza para derrotar en las urnas a Andrés Manuel López Obrador.
La puerta definitivamente se cerró. No quedó ninguna rendija para la negociación política. Uno y otro pintaron su rayita.
En Mérida, Yucatán, dejaron ir la oportunidad para distender la polarización entre ambos. En lugar de eso el abanderado del PAN, PRD y MC echó más leña a la hoguera. Lo mismo hizo el exsecretario de Hacienda, Energía y Sedesol.
El gran perdedor va a resultar Ricardo Anaya Cortés. Su biografía política está llena de traiciones.
Traicionó al exgobernador queretano Francisco Garrido Patrón. A los exdiputados federales Roberto Gil Zuarth y Gustavo Madero Muñoz y al propio Manuel Enrique Ovalle Araiza, quien se lo metió con calzado a Garrido Patrón.
Años después al mismísimo Felipe Calderón Hinojosa, que por recomendación de Gil Zuarth lo hace en su sexenio subsecretario de Turismo.
Su agandalle de la candidatura presidencial no solo provocó qué el senador Javier Lozano Alarcón renunciara a su militancia, sino también la del exdirigente nacional Germán Martínez Cáceres.
La gota que derramó el vaso fue la salida de la excandidata “independiente” Margarita Ester Zavala Gómez, quien también renunció a las filas panistas.
Después tocaría el turno al propio presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
Ninguno de sus exaliados políticos se ha salvado. A todos les ha jugado chueco, incluyendo a su correligionario y exgobernador poblano Rafael Moreno Valle Rosas.
Si el candidato presidencial del PRI, PVEM y PANAL la tiene complicada. El llamado “cepillo” o “joven maravilla” del PAN no tiene ningún chance de salir avante.
Las denuncias en su contra por corrupto sepultaron sus posibilidades y esperanzas.
Está electoralmente liquidado.
Son muchos los cadáveres que ha dejado en su camino en menos de dos décadas.
“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”
(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)
Si el candidato presidencial del PRI, José Antonio Meade Kuribreña, viene pasado mañana a Tabasco es porque los resultados de los estudios demoscópicos del edificio de Insurgentes Norte, de Bucareli y de Los Pinos son alentadores.
Si no a qué vendría, cuando de antemano sabe que no tiene nada qué hacer ante López Obrador.
Viene porque Gina Trujillo Zentella tiene las mismas posibilidades de Gerardo Gaudiano Rovirosa y Adán Augusto López Obrador, tal y como escribe en la entrega de ayer.
Usted cree qué iban a venir a respaldarla si no tuviera ninguna oportunidad…claro que no.
La diferencia con el puntero no es mucha. Estadísticamente es alcanzable y superable. Es la misma tesitura está Gerardo Gaudiano Rovirosa. Cualesquiera de los tres pueden ser el vencedor.
Si la preocupación que hay en el equipo del notario con licencia no es porque estén locos. Obedece a que la gubernatura no está garantizada del todo.
Lo mismo pasa con las alcaldías. Las que están aseguradas no son electoralmente las que más pesan, y las curules federales que son las que más se benefician del “efecto andresmanuelista” tampoco están amarradas en su totalidad.
Y las locales menos.
Si bien es cierto, que los punteros son los candidatos de Morena en los seis distritos federales electorales sus pares del PRD y PRI vienen pegaditos, pisándoles los talones.
Lo que los especialistas llaman: empate técnico, como sucede en la mayoría de los cargos de elección popular que están en juego.
Si el efecto andresmanuelista no se presenta en toda su magnitud como algunos suponen…los sorprendidos van a ser otros.
Imagínense las caras de desilusión de los candidatos la noche del 1 de julio si ello no llega a ocurrir.
Resultaría dantesco, apocalíptico, patético.
Claro que también puede suceder exactamente lo contrario.
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